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“Yo les entregué a mi hijo vivo y ellos me devolvieron un cuerpo frío”

Por JUAN PABLO COSTA

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Dolor es lo que menos puede sentir un padre por la muerte de su hijo.

Las peores sensaciones que desgarran el alma son parte de este proceso que, con un juicio por delante, se hará mucho más difícil poder dejar en el olvido.

Min Lin atraviesa el peor momento de su vida pero a ese dolor que le brota desde bien adentro quiere transformarlo en fuerzas para pelear por saber cómo falleció Lucas en la pileta del Colegio Lincoln, el pasado martes.

Negligencia, desatención, descuido… otra decena de palabras podrían escribirse para intentar explicar lo inexplicable, pero nada ni nadie le devolverá la vida a esa criatura de apenas 5 años que recién empezaba a abrir sus alas.

“Al colegio le pido que diga la verdad. Al guardavidas y a la ayudante, que cuenten cómo fue”

En las últimas horas, después de haber despedido a su hijo, Min se dedicó a escribir en su teléfono celular preguntas que dieron vueltas en su cabeza hasta minutos antes de la entrevista exclusiva con EL DIA y que, además, le haría a los apuntados por esta tragedia si los tuviera cara a cara. “¿Por qué el maestro (supuestamente) descuidó sus deberes y no encontró al niño a tiempo? ¿Por qué no hay equipo de monitoreo en una colonia de verano? Nuestra familia es entregada a la escuela y al campamento, ¿por qué me devolvieron un cuerpo frío? ¿Por qué las áreas de la piscina no están con un equipo de rescate y por qué no tienen artículos que salvan vidas? ¿Por qué la escuela Lincoln no se presentó de inmediato para dar una respuesta razonable? ¿Por qué los niños van a nadar a una piscina para adultos?”

En esa pantalla de celular, escrita en chino y traducidas al español, sólo está la búsqueda de respuestas. Respuestas que, al menos, le den un atisbo de alivio a tanto sufrimiento.

PREGUNTAS CON UNA SOLA RESPUESTA

“Necesito un juicio justo, saber la verdad y castigo severo a los culpables”, fue la frase que, en su dificultoso español, sacaba de su boca el golpeado padre como si fuese un disparo al corazón de quienes están detrás de la investigación.

“Yo quiero que estas preguntas que me hago me las responda el colegio. Con quién hizo contratos es su parte. Nosotros pagamos para que cuiden a nuestros hijos. No puede ser que una sola persona, que encima es estudiante, esté cuidando a 17 niños. Y menos en una pileta grande”, sostuvo Min Lin. Y agregó: “Me gustaría tener enfrente a las autoridades del colegio para saber por qué tomaron gente que no está capacitada. También me gustaría tener enfrente al guardavidas y a la profesora. Lo primero que les preguntaría sería ¿por qué, cuando salieron todos, Lucas estaba adentro de la pileta? ¿Por qué no dejaron la pileta cerrada?. Si hay dos entradas, ¿por qué no las dejaron cerradas si habían salido? ¿Qué es lo que estaban haciendo en ese momento?. Es algo que no puedo entender”.

El martes trágico Min estaba en su supermercado. Según consta en los registros de su teléfono celular, el primer llamado que recibió desde el predio de 137 y 518 fue a las 16.35, pero no alcanzó a atender porque coincidió con el horario de su almuerzo y no tenía encima el celular. Es por eso que siguieron los llamados: 16.36, 16.38 y 16.43. Recién logró atender la realizada a las 16.55.

El relato del hombre sobre los momentos posteriores a ese llamado son desgarradores.

“Primero me dijeron si podía ir al campo del Lincoln, que estaban la policía y los médicos. Pero no me decían nada, sólo ‘venite’. Enseguida fuimos con mi mujer y tardé solo 15 minutos. La policía no me dejaba pasar. Yo le preguntaba dónde está mi hijo y me decía que me tranquilice. Tenés que saber lo que te voy a contar, y ahí fue cuando me dijo que mi hijo se había ahogado. No podía creerlo porque yo a la mañana lo había traído vivo”. Y, en un esfuerzo mayúsculo por contener las lágrimas, siguió: “Estaba la Policía Científica, nos quedamos llorando y más tarde vino un policía que me dijo que él también era papá y sabía lo que me estaba pensando. Me dejó entrar, me pidió no tocar el cuerpo. Pero agarró mi mano, me acercó la cara al cuerpo de Lucas y me la apoyó arriba suyo. Esa fue la última vez que lo sentí”.

LA MARCHA Y EL RECUERDO IMBORRABLE

La movilización que encabezó la familia de Lucas desde la puerta de su supermercado en 46 entre 3 y 4, y terminó clamando justicia en la sede del Lincoln de 40 entre 6 y 7 fue una muestra de que Min y su pareja Ying no están solos en la pelea por saber la verdad.

“Un policía me dejó entrar, agarró mi mano, me acercó la cara al cuerpo de Lucas y me la apoyó”

La comunidad china, en su mayoría, y un puñado de padres del colegio, se hicieron escuchar.

“Cuando pasó esto todos me llamaron. De la Cámara de Comercio de La Plata y de la de Capital. Hicieron un grupo para venir al otro día y ellos armaron la marcha para pedir Justicia”.

El dolor seguirá a flor de piel. Y Min lo sabe. Si bien es cierto que el tiempo permitirá diluirlo, nunca se irá. Estará sobrevolando ahí.

Estará latente. Y, por momentos, volverá a aflorar. Más aún con el juicio que la familia tiene por delante, que será como un volver a empezar cuando la investigación comience a rodar. Junto a su amigo platense Gastón Pombo, que lo acompaña en cada paso que da (“me está ayudando mucho con esto”, aseveró), dejó en claro que no va a ir en contra de nadie y que “sólo quiero saber la verdad”.

El padre del pequeño Lucas Kevin Lin vive una pesadilla de la que quiere despertar. Pero no puede: “Se me pasan fotos por la cabeza de mi hijo en el agua, sin poder respirar”. Quiere la verdad y promete no quedarse callado: “Al colegio le digo que por favor diga la verdad. Al guardavidas y a la ayudante, que hablen y cuenten cómo fue, que me respondan lo que estoy preguntando”. Ese es el simple, pero enorme, pedido de un padre golpeado por una tragedia que busca responsables.