Inicio Colombia Alas de solidaridad y salud volaron sobre San José del Guaviare

Alas de solidaridad y salud volaron sobre San José del Guaviare

“Hay días en que no aguanto, se me traba la respiración y ya. Me provoca es como tirarme al suelo porque no alcanzo”. Con esfuerzo, Héctor Aguirre, de 78 años, narra los dolores que siente día a día, cuando le falta de oxígeno en los pulmones.

Sus problemas de salud no llegaron solos. Cuando Héctor tenía ocho años, comenzó a adentrarse en el mundo del tabaco y, como parte de las labores familiares también se vio expuesto a la cocina en leña. Poco a poco, aparecieron problemas respiratorios.
Hace un año, este hombre llegó a la brigada de salud que adelantaba la fundación Alas para La Gente en San José del Guaviare (Guaviare). Allí tras ser evaluado por médicos voluntarios, Héctor fue remitido a un centro médico debido a indicios de un posible cáncer pulmonar.

Hace unas semanas, Alas para la Gente, con el apoyo de EL TIEMPO, regresó a este municipio. En compañía de un médico general fuimos a buscarlo. Un poco decaído e incluso algo pálido, Héctor nos recibió con agradecimiento. Por sus condiciones de su salud, los médicos lo trasladaron al colegio Divino Niño, lugar que durante dos días se convirtió en un centro de salud para los pobladores.

A paso lento llegamos a la institución. Pero, allí los médicos fueron contundentes con Héctor: “Es un paciente con mal estado nutricional. Presenta factores de riesgo para desarrollar una enfermedad que se llama enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)”, aseguró Juan Felipe Vidales, médico general.

El hombre recibió una nueva atención gratuita gracias a la jornada de salud. “Doy gracias a Dios de que amanezca vivo, pero siempre está presente la dificultad para levantarme, para hacer alguna cosa, lo que sea”, dijo, mientras los farmaceutas que hacían parte de la brigada, le entregaban vitaminas para mejorar su condición de vida.
Esta es una de las tantas historias que registra la fundación Alas para La Gente, la misma que desde hace 20 años se encarga de llevar esperanza a quienes no tienen acceso a un buen servicio de la salud. En esta oportunidad, los médicos visitaron por tercera vez a los habitantes de San José del Guaviare.

Con un equipo de 21 médicos, de ocho especialidades, y 15 voluntarios, 709 personas recibieron atención especializada y a 430 se les adelantaron varios procedimientos.
Esta población, debido a las condiciones económicas e incluso sociales del municipio, no puede acceder a un medicamento ni mucho menos a una cita médica oportuna, pues en muchas ocasiones tiene que esperar hasta seis meses para conseguirla.

En esta región, todavía se respiran las consecuencias que dejó la violencia. Calles sin pavimentar, estructuras que por años prometieron ser centros comerciales, instituciones académicas y puntos de atención hospitalaria quedaron en ilusiones, pues hoy, de esos proyectos, solo quedan pilas oxidadas con el pasar de los años.

La mayoría de consultas incluyeron sesiones de optometría. A algunos se les entregaron incluso lentes.

Foto:

Archivo EL TIEMPO

Hasta ahora, gran parte de la población del Guaviare está regresando a su municipio, ya que la entonces guerrilla de las Farc se había convertido en la fuerza pública de la región y era la que decidía quién podía quedarse y quién no. “Mucha gente se aburrió y se fue. Otros, se fueron por miedo. Otros se fueron porque los desterraron”, cuenta José Crisanto Torres, uno de los primeros pobladores del Guaviare, quien entre suspiros, recuerda cómo el amor por su tierra le ha permitido quedarse.

Pero más allá de la imagen que muchos de los colombianos tienen de este territorio colombiano, ahogado entre cultivos de coca, lo que más resalta es la pujanza de su gente, empeñada en salir del flagelo de la guerra. “Tal vez yo digo que de mi Guaviare yo no me voy, así tan fácil. Yo quiero mucho a mi Guaviare”, manifiesta Jairo Díaz, mientras le preguntan por qué ha decidido permanecer durante más de 60 años en esta tierra.

María Rosa Zárate, una adulta mayor, quién solo ha conocido la vida rural, también llegó a la brigada de salud a recibir lo que sería para ella una simple revisión de sus ojos después de varios años sin acudir al optómetra. Después de un examen profundo y especializado, sus únicas palabras fueron: “Esto es una bendición, porque en los campos no hay”. Se refería a que, después de la consulta médica, supo que le entregarían unos lentes que le permitirían realizar, de mejor manera, sus actividades diarias.

¿Cuáles fueron las dolencias más atendidas?

Un equipo de 21 médicos y 15 voluntarios atendieron a 709 pacientes. De estos, 430 se sometieron a diferentes procedimientos.

Después de las consultas por medicina general, las citas por optomería fueron las más frecuentes: 155 personas se acercaron para una revisión de ojos. En estas sesiones se formularon 106 gafas para entregar gratuitamente. También hubo atención a menores, con 99 consultas en pediatría.

Otras 58 mujeres, por su parte, acudieron a valoraciones de ginecología; 42, a ecografías y 23 más, a citologías.

Entre estos y otros tratamientos, la brigada tuvo un saldo de 1.139 consultas y procedimientos.

JOHANA LUCHINI ROZO
Twitter: @JohanaLuchini