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‘Alca’, la historia que continúa sobre ruedas

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Vanexa Romero/EL TIEMPO

Alfonso Mendoza espera noticias del nacimiento de su hija en horas de la madrugada del 21 de septiembre al frente del Hospital Camino Bosque de María en el sur de Barranquilla. Su pareja, Mileidy Peña, entró en labor de parto desde las 11 p.m. del día anterior. Este venezolano de 25 años llegó a Colombia a principio del 2018 huyendo de la crisis económica de su país. 

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A las 9:10 a.m. del 21 de septiembre de 2018 nació Auralys Mairim, la primogénita de ‘Alca’, quien la cargó por primera vez dos horas después de su nacimiento en la puerta de neonatos del hospital. El nombre compuesto de la niña surge en honor a la abuela materna de su padre quien se llamaba Aura y lo crió después del rechazo de la madre de este por nacer sin piernas (agenesia femoral); por su parte, el sufijo ‘lys’ es en conmemoración del abuelo materno de la bebé, el señor Luis. 

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Después de una larga mañana y la lluvia del mediodía, Alfonso decide acostarse con su pareja y su hija Auralys en la cama que comparten. Mileidy está muy cansada pues la bebé llora mucho de noche afectando el sueño de todos. Esta es la nueva cotidianidad de los jóvenes padres que se distribuyen el cuidado de la niña. 

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Alca comenzó a dar conferencias. La primera de ellas fue frente a 90 estudiantes de colegios públicos acerca de su vida y cómo ha logrado salir adelante a pesar de sus circunstancias. Hubo 25 preguntas por parte de los estudiantes entre 12 y 17 años en una hora de presentación. 

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Raúl Arboleda, fotógrafo de la AFP, le da un fuerte abrazo a Alca después de su conferencia frente a los 90 estudiantes. Luego de la publicación en el impreso del diario EL TIEMPO el 13 de septiembre del año en curso, medios de comunicación nacionales e internacionales también contaron la historia del venezolano. 

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Alca y su compañera Mileidy van a la Notaria Novena. de Barranquilla para el registro civil de su hija Auralys Mairim. A pesar del nacimiento de la niña en Colombia, es considerada venezolana por la condición migratoria de sus padres quienes deberán presentarla también en su país. 

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Producto de las nuevas aventuras, Alfonso perdió su celular durante la realización de un video, por ello un tercero le obsequió el dinero suficiente para que comprara un aparato nuevo en una tienda de celulares a bajo costo en el centro de la ciudad y de esta manera no quedarse incomunicado en un momento de exposición mediática.

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Una empresa nacional decidió invitar al venezolano para que diera una conferencia en otra ciudad de Colombia. La aventura fuera duró dos días donde pudo compartir con gente diferente, conocer otra urbe y despreocuparse por buscar el sustento de una semana en su casa. 

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Alca es invitado de honor en diferentes eventos de Barranquilla donde no solo comparte su historia de vida sino que también rapea un poco. Pudo compartir escenario con actores y músicos colombianos de larga trayectoria transmitiendo un mensaje de paz. 

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Alca le agradece la visita a Arturo Fernández, un nuevo amigo que conoció su historia por los medios de comunicación y lo contactó por redes sociales para viajar a conocerlo en Barranquilla. Arturo es barranquillero, vive en Estados Unidos y quiere ayudar al joven venezolano a tener una mejor calidad de vida al identificarse con él por su condición de inmigrante. 

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Mileidy  y su hija viajaron a Venezuela para reunirse con los abuelos maternos este fin de año.  Alca no pudo viajar antes por compromisos adquiridos con distintas personas en Barranquilla. Mientras espera el momento de partir, comparte con su hermano y amigos en su casa al ritmo de los videojuegos, pues una persona del barrio le regaló un playstation. 

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Dos hermanos retirados de 73 y 70 años, Marino y Ligia Muriel, respectivamente, quienes viven juntos desde 1980 en una casa al norte de la ciudad, después de la separación de uno y la muerte del cónyuge del otro, quisieron conocer a Alca, por eso lo invitaron a quedarse en la casa de ellos para compartir.

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Siempre que va a la casa de los ‘abuelos’, como los llama Alfonso, aprovecha para darse un baño en el jacuzzi inflable que existe en el patio. Alca no cuenta con este tipo de lujos en la habitación que comparte con su familia en el sur de la ciudad.  

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Nerio Arteaga (derecha) de 34 años, también venezolano, es amigo de Alca y decidió acompañarlo hasta Merida, Venezuela, para que este no se fuera solo el 5 de diciembre del año en curso. Mientras esperan a que salga el bus a Maicao, Guajira (Colombia), fuman cigarros en la terminal de la calle 17, sur de Barranquilla.

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Aproximadamente 500 kilos de ropa, comida y regalos acompañan a este joven venezolano hasta Merida, Venezuela. De Barranquilla a Maicao, Colombia, de Maicao a Maracaibo, Venezuela, y de ahí lo separan ocho horas hasta Merida, donde volverá a ver a las mujeres de su vida: su hija y su pareja.

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Alca Mendoza sigue rodando en su patineta, esperando a que alguien le de un empleo estable en Colombia para mantener a su familia o conseguir a un patrocinador que crea en él como conferencista, surfista o skater.  Espera regresar al país cafetero en enero con su familia y así continuar su vida fuera de Venezuela por la precaria situación económica que se vive allí.