Fueron los mismos indígenas del cabildo en Dagua que llegaron hasta la casa de los familiares de Jhónatan Landines para avisarles sobre su muerte en la explosión ocurrida en la vereda Juntas, zona rural de esta localidad del suroccidente vallecaucano.
Es por eso que el viernes pasado, un día después de la tragedia que provocó ocho muertes, ya estaban enterados, inclusive, mucho antes de que el Instituto Nacional de Medicina Legal informara un listado con las identidades de siete de las ocho personas.
Se trataba de Juan Carlos Nequirucama Guaugareve, de 19 años; Rivaldo Rivaldo Aldair Ciegamo Saigama, de 20; Carlos Tunay Toquicama, de 23; Felipe Guetia Osnas, de 30; Iván Yonda Casamachín, de 32; y Ferney Darío Ramos Machín, de 36.
Según Juan David Landines, ese jueves y desde mucho tiempo atrás, su hermano venia trabajando con indígenas y campesinos de esta zona de Dagua para ayudar a levantar campamentos o estructuras que sirvieran para albergue.
Añadió que este estudiante de último semestre de arquitectura en la Universidad del Valle planeaba sustentar su proyecto de grado en mayo sobre viviendas autosostenibles. Para este proyecto académico trabajaba con campesinos de la parte alta de Tuluá.
El 5 de mayo iba a cumplir 31 años. Además de que le gusta su carrera, era un amante del rugby. También trabajó preparando tragos en la barra de un establecimiento en Cali.
Los padres, Estela Valencia y Luis Eduardo Landines, lo describieron como una persona amorosa con la gente, defensora de los animales y con vocación social. Además de ellos y Juan David, la familia está conformada por una hermana del estudiante de Univalle y sus abuelos.
Juan David Landines contó que por un tiempo, ambos progenitores se vieron obligados a salir del país. «Era la primera persona que estaba allí conmigo cuando lo necesitaba», dijo Juan David.
Todos dijeron que desempeñaba “labores logísticas”, en Dagua. De hecho, allegados de la Univalle manifestaron que tenía intención de participar en la minga indígena del domingo y ayer cerca de la vía Cali-Buenaventura, a la altura de Cisneros.
La familia sigue a la espera de la entrega del cuerpo por parte de la . Entre tanto, algunos compañeros reiteraron que su muerte no fue por una supuesta manipulación de explosivos, según el Gobierno Nacional, y esperan que la Fiscalía precise lo ocurrido.
CALI
