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Así es la ‘plaga bíblica’ que devora cultivos de limón en Costa Caribe

La citricultura del Caribe trata de resistir los embates de ‘El Dragón Amarillo’ o virus de ‘la tristeza de los cítricos’, una verdadera plaga bíblica que tiene contra el piso los cultivos de limón en gran parte del norte del país.

Se trata de una devastadora enfermedad, cuya bacteria infecta a las plantas dejando las hojas amarillentas y los frutos deformados e inservibles para el consumo humano.

Ya en Atlántico, Bolívar, Cesar, La Guajira y el Magdalena se encuentran en emergencia fitosanitaria por presencia de esta enfermedad, y se habla de un drama social, económico y ambiental a consecuencia de los estragos que está dejando la plaga.

Para expertos en el tema, como el presidente de Citriatlántico, Emilio Majarres, asociación que agrupa a 11 municipios del Atlántico cultivadores de cítrico, en dos años el limón criollo habrá desaparecido de estas tierras. “Nuestros nietos no alcanzarán a conocerlo distinto a lo televisivo y fotos”, señala el hombre.

Es el caso de Santo Tomás, el mayor cultivador de cítrico en el Atlántico y el tercer municipio en el país, en donde las 405 hectáreas que tienen sembradas de cítricos están invadidas por el ‘dragón amarillo’ y los limones pareciera que se esfumaron.

Aquí se producía al día 64 toneladas de limón criollo, las cuales salían en cuatro o cinco contenedores, y se vendían en todas las plazas del mercado del país y era común comprar en las calles 100 limones por mil pesos. Hoy no se producen cuatro toneladas y por mil pesos se consiguen cinco limones en la tienda.

Hoy técnicamente no hay ni para la limonada casera, puesto que hasta los patios llegó la plaga y secó los palos

El coordinador de la Umata en este municipio, Jorge Fontalvo, cuenta que en el municipio hay fincas tecnificadas que llegaron a producir por hectáreas al año 40 toneladas de limón, y las más pequeñas, que son la gran mayoría y que no tienen ese desarrollo tecnológico, sacaban de 10 a 12 toneladas anuales.

“Hoy técnicamente no hay ni para la limonada casera, puesto que hasta los patios llegó la plaga y secó los palos”, dice Fontalvo, quien explica que el limón que por estos días se consigue en las calles y plazas de mercado viene del interior del país.

“En el interior del país, solo se produce el fruto de noviembre a abril, así que habrá escasez en invierno, porque municipios como el nuestro no tendrán posibilidades debido a esta enfermedad”, advierte el alcalde de Santo Tomás Luis Escorcia.

El tema de la enfermedad de ‘el dragón amarillo’ era para personas como Jaime Romero, un habitante de Santo Tomás, un tema lejano, pese a que había visto afiches de alertas y escuchado algo, hasta que de un día para otro, los dos árboles de limones que tenía sembrado en el patio de la casa se secaron, pese a los cuidados y esfuerzos que hizo.

“En la Umata me dijeron que era la plaga”, dijo con resignación el hombre, quien extraña salir al patio a coger del árbol los limones para la sopa, el agua de panela o los remedios caseros, en cambio ahora debe caminar a la tienda de la esquina y pagar 200 pesos por un limón.

La enfermedad

Esta enfermedad del cítrico es una especie de cáncer, que una vez que invade a una planta la mata. Se transmite a los cultivos a través de la Diaphorina Citri, el insecto que al picar la planta introduce la bacteria del huanglongbing (HLB) y al cabo de un tiempo, el árbol presenta decaimiento y poco desarrollo, hasta que finalmente muere.

Esta enfermedad es endémica en Asia y está presente en China desde el año 1870. Entró a América en el 2004 por Brasil, y en Colombia fue detectada en el 2016 en los municipios de Distracción y Fonseca (La Guajira), de allí se regó como la mala hora por el norte del país provocando una importante pérdida en la producción y reducción del área plantada de cítricos.

Así quedan los limones que tienen la enfermedad. 

Foto:

Vanexa Romero / EL TIEMPO

Lumey Pérez Artiles, investigadora y Ph.D del Centro de Investigación Agropecuaria Caribia de Agrosavia, antigua Corpoica, califica el HBL como la enfermedad bacteriana de mayor impacto económico en la citricultura mundial y advierte que se trata de una seria preocupación para los productores de cítricos.

Como la enfermedad no tiene cura y afecta a todas las especies cítricas, el manejo es preventivo, complejo y muy costoso, por lo que requiere de estrategias integradas que incluyan uso de material de propagación certificado, eliminación de las plantas enfermas y el uso de insecticidas químicos y biológicos para el control del insecto vector en viveros, plantaciones, y plantas hospedantes, como es Swinglea glutinosa, la cual es comúnmente utilizada como cerca viva”, sostiene.

La amenaza está vigente, afirma la investigadora de Agrosavia, “y existe un alto riesgo de que llegue a las zonas con mayor área sembradas de cítricos en Colombia”.

El drama de los citricultores

Desde Citriatlantico, Ramiro Manjarres sostiene que la situación del sector es trágica, ya que no solo está afectando la economía de los grandes cultivadores sino a humildes campesinos y cientos de familias que viven de este negocio y que hoy se encuentran de brazos cruzados sin saber qué hacer ni que pasará.

De acuerdo con estudios de esta asociación, de las 1.900 hectáreas de cítricos en el Atlántico, 1.178 están infectadas por el ‘dragón amarillo’, en especial las que se encuentran en la región oriental, y de las 11 mil hectáreas del Caribe ya el 80 por ciento está contaminado por la enfermedad.

Solo en Santo Tomás, la situación afecta a unos 2.618 trabajadores directos, sostiene Manjarres, y a unos 800 más trabajadores indirectos que también viven del negocio del limón.

“Estamos al frente de un desastre”, indica el dirigente quien le pide al Ministerio de Agricultura que no los dejen solo en esta problemática que se pudo aguantar, asegura él, en el 2016 cuando el ICA detectó en La Guajira la plaga y suscribió un plan de acción que nunca se cumplió a cabalidad.

“El limón no llora, se momifica, no le sale jugo, están secos”, dijo en medio de la impotencia Majarres, quien ha logrado organizar el gremio y pelea en estos momentos porque se les brinde atención.

Primeras reacciones

Esta semana llegó a Barranquilla el director técnico de Sanidad Vegetal del ICA, Jorge Palacino y se reunió con los representante del sector cítrico del Atlántico, agricultores, directores de las Umatas y demás autoridades municipales y departamentales para evaluar la situación y buscar una reacción a la dramática situación que ya se vive en fincas de municipios como Ciénaga (Magdalena), Santo Tomás, Polonuevo, Palmar de Varela, Luruaco, Sabanagrande, Ponedera, Repelón, Malambo y Juan de Acosta, en donde hay fincas que tocó cortar todos los árboles para controlar el mal.

De aquí se desprendió que se buscará la declaratoria de la emergencia y crear el Fondo Caribe de Desastre Citrícola, desde donde se tendrían los recursos para iniciar una caracterización del sector afectado, estudios de casos, establecer el número de hectáreas, plantas y familias golpeadas por esta enfermedad, y las pérdidas que deja, para formular un plan de reactivación social, ambiental y económica.

La tala de los árboles de limón es hoy una práctica común en fincas del Atlántico.

Foto:

Vanexa Romero EL TIEMPO

Sobre esta emergencia el contralor delegado para Asuntos Agropecuarios, Gabriel Romero, dijo que el Ministerio Público vigila recursos nacionales por 335.000 millones de pesos, asignados durante el primer semestre de 2019 al ICA. Dentro de este rubro –afirmó– indaga cuánto se ha destinado para atender las dificultades que expusieron los citricultores del Atlántico, debido a la enfermedad.

“El Gobierno nacional, a través de representantes del ICA y Agrosavia que asistieron a la mesa, escuchó las inquietudes. Esperamos que ellos las lleven a sus instituciones. Nosotros haremos seguimiento a la respuesta y políticas dirigidas al Atlántico y sus citricultores. La Contraloría percibe buena fe del Gobierno, pero continuaremos vigilantes”, reiteró.

A su turno la procuradora para asuntos Agrarios y Ambientales, Mónica Gómez, manifestó que conoce la situación hace 15 días, por lo tanto iniciará una atención inmediata del Ministerio Público a la situación de los productores de cítricos del Atlántico.

“Inicialmente, se requiere información base de las Alcaldías, porque solo se maneja hasta el segundo periodo del año pasado. Así, con fundamento requeriremos a entes departamentales y nacionales, plantearemos soluciones a esta situación, que puede ser más grave si se deja avanzar”, aseguró.

Lo cierto es que en Santo Tomas, un pueblo de gran fervor religioso, donde todos los Viernes Santos miles de personas llegan a ver a hombres y mujeres, que aseguran haber recibido favores divinos y a cambio deben flagelarse en plena vía pública, este año no será fácil encontrar limones para el agua de panela con la que se sofoca las altas temperaturas que por estos días aprieta en el Caribe colombiano, donde la enfermedad de ‘el dragón amarillo”, ya se siente como si fuera un mal bíblico.

Leonardo Herrera Delgans
Enviado especial de EL TIEMPO a Santo Tomás (Atlántico)
​@leoher69