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Colegio Divino Niño, de Rionegro, ejemplo de excelencia e inclusión

En el colegio Divino Niño, de Rionegro, tienen claro que la educación debe ser incluyente; un derecho al que todos puedan acceder a pesar de las limitaciones. Es por eso que, desde hace ya 37 años, por la institución han pasado ciegos, sordomudos, niños con retrasos mentales o síndrome de Down.

Pero no es un colegio solo para personas con alguna discapacidad. Por el contrario, se trata de incluir a esa población para que, acompañados de los docentes de la institución, puedan recibir una educación de calidad y estén integrados al sistema educativo.

Fabio de Jesús Restrepo, el fundador del colegio, explica que uno de los temas esenciales en la educación de personas con alguna discapacidad es la inclusión. El fundador del Divino Niño cumplirá, el 3 de marzo del año entrante, 60 años al servicio de la educación
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“Al niño con alguna condición lo tenemos que hacer invisible, que esté entre los demás como si nada. Además, tenemos una pedagogía especial para ellos, al ciego, por ejemplo, tenemos que hacerle llegar el mundo exterior a su interior”, comenta Restrepo al hablar del colegio.

Lo que hacemos con ellos es adaptar el currículum a sus necesidades. Para eso se implementan los Planes Individuales de Ajustes Razonables

Para los ciegos, por ejemplo, disponen del sistema braille para que puedan leer. Incluso, tienen un balón con cascabel para que puedan jugar al fútbol.
El rector es enfático en que la enseñanza es personalizada. Por ello, el grupo más grande tiene apenas 26 estudiantes. En total, la población estudiantil es de 227 personas. En este momento el colegio cuenta con 23 niños con dificultades de aprendizaje.

“Lo que hacemos con ellos es adaptar el currículum a sus necesidades. Para eso se implementan los Planes Individuales de Ajustes Razonables. También es muy importante el acompañamiento y el tiempo extra que los profesores les dedican a estos niños”, anota el rector.

El colegio cuenta con modernos y amplios laboratorios para el aprendizaje de ciencias naturales.

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Guillermo Ossa. 

Los planes a los que se refiere el rector están diseñados para que los estudiantes con discapacidades accedan a la educación y formen parte, sin ningún problema, del sistema educativo.

Mercedes Rendón, profesora de grado primero, cuenta que lleva 12 años en la institución. Para ella, lo que más la ha sorprendido en ese tiempo es la aceptación y la forma en que los niños acogen a los que tienen algún tipo de discapacidad. “Los niños respetan a los que tienen una condición diferente, los hacen sentir como iguales; en fin, el apoyo es constante”, dice la docente.

En total, la población estudiantil es de 227 personas.

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Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Algo similar piensa Restrepo, el fundador de la institución: “Es muy importante no aislar a los muchachos con dificultades. Acá en el colegio nunca hemos tenido problemas de bullyng ni nada por el estilo, eso es algo por resaltar”.

La profesora Rendón resalta que a cada niño con alguna dificultad se le dedica más tiempo. Así, pueden avanzar con sus capacidades y no sentirse aislados de los demás estudiantes. La docente, además, advierte que hay otro tema esencial para el buen desarrollo de los niños con discapacidades: el apoyo de los padres.

Al niño con alguna condición lo tenemos que hacer invisible, que esté entre los demás como si nada. Además, tenemos una pedagogía especial para ellos

Según cuenta, hay ocasiones en que los papás se niegan a que su hijo tiene un problema de aprendizaje. Con estudios de expertos se valida si el niño efectivamente tiene alguna dificultad cognitiva. Con esto, dice la profesora, es más fácil trabajar de la mano de los padres y ayudar al estudiante en su proceso de crecimiento académico.

Incluso, cuenta el rector, este trabajo con los padres puede hacerse desde antes de que el niño ingrese a la institución educativa: “Se empieza un proceso desde que se sabe que el niño va a nacer con una discapacidad. Eso es ir adelantándose al tiempo y haciendo las cosas más fáciles para el niño”.

En cuanto a los logros obtenidos por El Divino Niño y su comunidad, las directivas resaltan la Medalla Simón Bolívar que el Ministerio de Educación les otorgó en 2011.

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Guillermo Ossa / EL TIEMPO

La inclusión ha sido la premisa del Divino Niño desde hace 37 años. Esa seguirá siendo la bandera de esta institución que, según cuenta su propio fundador con entusiasmo, fue catalogado el año pasada como una de las 5 mejores de Rionegro y del Oriente Antioqueño.

Enseñanza en valores, la clave de la excelencia

Carlos Mario Torres, rector de la institución, señala que los valores cristianos son inculcados a los niños desde que están en preescolar.

Aunque, reconoce, estos valores no deben ser vistos solo desde la cristiandad, sino que hay que entenderlos como fundamentos universales.

María Isabel Pérez, de grado 11, dice que el colegio ayuda a sus estudiantes a la formación de la ‘parte sensible’ del ser humano. “No es solo buena la parte académica, también es muy fuerte la enseñanza en valores. También hay que resaltar que la educación aquí es muy personalizada: hay diálogo con el profesor. Eso es muy importante”, dice Pérez.

No es solo buena la parte académica, también es muy fuerte la enseñanza en valores. También hay que resaltar que la educación aquí es muy personalizada

Mateo Henao, también estudiante de 11 y que hizo toda su vida académica en el Divino Niño, cree que “Por la formación que recibimos en valores se ve la diferencia con los que salen de otras instituciones”.

El rector resalta que el colegio tiene proyectos para fomentar la convivencia y el cuidado del medio ambiente, dos temas cruciales para la sociedad de hoy.
Por eso hay un grupo de gestores ambientales, conformado por dos estudiantes de cada grado.

Su misión es velar porque la basura se deposite en su lugar, que no se desperdicie energía ni que se atente contra la vegetación que crece en las instalaciones del colegio.

En cuanto a los logros obtenidos por El Divino Niño y su comunidad, las directivas resaltan la Medalla Simón Bolívar que el Ministerio de Educación les otorgó en 2011.
Tres años antes, a la institución se le había reconocido por la Organización de las Américas, con sede en Sao Paulo, por su ‘Excelencia Educativa’.

Una historia de tenacidad y superación

La Historia de El Divino Niño comenzó hace 37 años cuando al padre Fabio de Jesús Restrepo, quien sería su fundador, lo nombraron cooperador de la Pastoral de San Nicolás. En ese momento, relata él mismo, vio un número considerable de niños con discapacidades. No tenían ningún acceso a la educación ni ayuda por parte del Estado.

Preocupado por la situación, Restrepo fundó el Centro de Educación Especial (CEDES), que comenzó en el teatro parroquial. Asistieron los padres de niños con discapacidades. Así comenzó la fundación.

La inclusión ha sido la premisa del Divino Niño desde hace 37 años.

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Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Pero, con el tiempo, las dificultades económicas se hicieron apremiantes. Entonces surgió una idea para financiarla: crear un colegio de forma paralela. En la mañana funcionaba el colegio y por la tarde llegaban los niños del CEDES, en la misma sede. Desde otros municipios llegaron niños con diferentes dificultades.

En 1984 la fundación recibió un terreno en el barrio El Porvenir, donde empezaría la construcción de la institución. El colegio aún no tenía nombre. Este nació cuando, el ahora arzobispo Jairo Jaramillo Monsalve, le regaló a Restrepo un ‘Divino Niño’ para que lo llevara al naciente colegio.

Luego de eso, una comitiva del municipio visitó la institución con el fin de darle la licencia. Cuando una funcionaria preguntó cuál era el nombre del colegio, una de las profesoras, dubitativa, respondió que “Debe ser El Divino Niño, pues ahí lo tienen puesto”. Por fin se bautizaba a la institución.

La institución, ubicada en el barrio El Porvenir, de Rionegro, lleva 37 años abriéndoles la puerta a estudiantes ciegos, sordomudos y con dificultades cognitivas.

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Guillermo Ossa / EL TIEMPO

Pero todo cambió cuando Restrepo, dado que en Colombia no había dónde formarse en esos menesteres, tuvo que ir a Chile a estudiar una especialización para el trabajo con niños con necesidades especiales. De ese estudio se sacó una conclusión: los niños recuperables, es decir, los que tenían capacidades para aprender, podían ser integrados al sistema educativo corriente. Fue así como ciegos, sordomudos o niños con síndrome de Down fueron integrados al Divino Niño con los niños corrientes.
Desde eso, han pasado generaciones que encontraron en el colegio un refugio de inclusión al aprendizaje.

MEDELLÍN