Inicio Colombia Colegio El Triángulo cambia de sede, pero su vocación persiste

Colegio El Triángulo cambia de sede, pero su vocación persiste

El colegio El Triángulo, de Rionegro, han afrontado con estoicismo las dificultades por las que pasa la institución. Por orden de una juez, el terreno fue dividido y ya no pueden hacer uso de las canchas. Los muchachos de bachillerato juegan fútbol con los niños de tercero y cuarto, pues ya no tienen espacio para separarse.

Andrés Daza, rector de la institución, cree que la formación que han recibido es fundamental para que tomen con buen pecho estos momentos. “Los chicos han afrontado el momento muy bien. En eso tiene que ver la formación que les damos aquí en el colegio, pues con el aprendizaje logramos formar seres humanos resilientes”, expresa Daza.

El colegio, que desde hace 37 años está ubicado en el barrio Gualanday, de Rionegro, comenzó la adecuación de la sede que ocupará desde 2019 en El Retiro, cerca a Eafit. Esto se da luego de varios años de pleito con el municipio por el terreno que la institución ocupó durante todo este tiempo. (ver nota anexa).

Los chicos han afrontado el momento muy bien. En eso tiene que ver la formación que les damos aquí en el colegio, pues con el aprendizaje logramos formar seres humanos resilientes

Pero, mientras se mudan, los estudiantes siguen disfrutando de las ventajas del colegio que van más allá de la infraestructura física. Daza cree que el colegio es diferente a los demás, entre otras cosas, por el modelo de enseñanza. “Desde el comienzo se hizo una apuesta por la metodología Waldorf, que es alemana. En ella se entiende al ser humano de manera integral: alma, cuerpo y espíritu. Trabajamos lo anímico, lo emocional y lo intelectual a la par”, explica el rector. Dentro de esta metodología, que es una forma también de entender la vida, se tiene consideración especial por el buen manejo de las emociones.

Por ello, antes de desarrollar un conocimiento específico en alguna materia, a los niños se les enseña a través de diferentes expresiones artísticas como la música, el teatro, la pintura. “Las artes son una herramienta para fortalecer los aprendizajes, eso nos diferencia de otras instituciones. Por ejemplo, tenemos clases de euritmia, que es una técnica alemana en la que los chicos descansan sobre madera y hacen actividades rítmicas para fortalecer toda la parte emocional y motriz”, anota el rector.
Ángela Atehortúa, coordinadora del preescolar, cree que la enseñanza del colegio es particular y que está orientada a formar personas íntegras.

Las artes son una herramienta para fortalecer los aprendizajes, eso nos diferencia de otras instituciones

Por eso cuenta que, cuando uno de los niños cumple años, los demás no le dan regalos. Por el contrario, el homenajeado es quien invita a los demás. “El cumpleañero dirige la preparación de la torta. Todos los demás le ayudan en ese propósito, pero él es el anfitrión. Vienen las familias, se hace un trabajo en equipo. En fin, entre todos hacen la torta para el homenajeado”, puntualiza. Esto, dice la docente, les ayuda a trabajar en equipo y a no despertar rivalidades o sentimientos de competitividad innecesarios.

Otro de los esfuerzos que ha hecho el colegio a lo largo de su historia es el fomento de la relación de los estudiantes con el medio ambiente. Y esto se ve más allá de que las instalaciones estén rodeadas de prados bien cuidados y árboles frondosos. Si se camina por el colegio es común ver a los estudiantes, desde los más pequeños, alimentando a las gallinas de la granja o cuidando de la huerta auto sostenible.
Además, el colegio cuenta con un mariposario y un laboratorio de entomología. En primaria, cuenta el rector Daza, también hay cursos de astronomía y de habilidades del pensamiento para desarrollar las matemáticas.

Es una triada que representa el pensar, el sentir y el querer. Eso es el colegio

Esta última asignatura sirve para quitar el estigma de tedio y aburrición que pesa sobre ellas: juegan parqués, hacen origami. Todo esto, según el rector, sirve para la ubicación espacial y el desarrollo del pensamiento lógico-matemático.
Es ahí donde aparece una de las grandes novedades del colegio. Alba Roldán, coordinadora pedagógica, explica que a los niños se les enseñan las tablas de multiplicar de una manera singular y a la vez atractiva: tejiendo.

Por medio de tejidos, que ellos mismos van haciendo, aprenden las multiplicaciones básicas. Su misión es delinear unos puntos con cada tabla de multiplicar y, al terminarla, observan cómo cada una de ellas representa una figura en la tela.

Todo esto viene enmarcado en una de las premisas de la institución: el desarrollo de actividades cognitivas. “En preescolar suman y restan en la huerta, en actividades de cocina. Todo es muy práctico, eso sirve para desarrollar habilidades. Primaria es más teórica, pero igual conservan todas las expresiones artísticas como música, pintura a mano alzada con óleo, teatro. Bachillerato, por su parte, se enfoca más en el pensar; estas son fortalezas que no tienen otros colegios”, detalla el rector.

Unos 7.000 estudiantes se han beneficiado de los servicios del colegio. 240 en promedio por año lectivo.

Foto:

Esneyder Gutiérrez

Otra de las bondades de estas actividades, señalan los miembros de la institución, es que se ayuda a fomentar la perseverancia de los estudiantes.
Por ejemplo, si fallan en el tejido, deben volver a empezar hasta que les quede bien. Esto, dice Daza, les permite desarrollar una mayor voluntad.

Roldán añade que todos estos procesos de aprendizaje tienen la ventaja de que logran involucrar a todo el ser. Lo mismo piensa Andrés Osorio, coordinador de convivencia: “El fortalecimiento del ser es un sello del colegio. Además del buen nivel académico, le apostamos a que el estudiante sienta, que sea equilibrado”.

El escudo del colegio resume su vocación. “Es una triada que representa el pensar, el sentir y el querer. Eso es el colegio”, dice Osorio.

Por un lío histórico tendrán que dejar el actual terreno

Fue Benedikta Zur Nieden, alemana, esposa de Diego Echavarría Misas, quien fundó el colegio El Triángulo hace 37 años. Lo hizo en su infatigable lucha por la educación. Pero, cuando volvió a Alemania a pasar los últimos años de su vida, el colegio quedó en una especie de limbo.

No tenía dueño ni directiva. Los padres de familia, angustiados, se reunieron para evitar el naufragio de la institución. Lo lograron: crearon una corporación sin ánimo de lucro, figura que se conserva hasta hoy.

El colegio estuvo siempre ubicado en Gualanday, incluso antes de que las lujosas casas que lo circundan fueran construidas. El problema con el lote comenzó cuando los terrenos vecinos a El Triángulo fueron vendidos para ser urbanizados.

La constructora debía dejar, por normativa, una zona verde. “Ellos entregaron esas zonas, pero era ahí en donde estaba el colegio. Entonces, el municipio dice: ‘ustedes están ocupando un bien público’. No hubo problema al principio”, detalla Andrés Daza, rector de la institución.

Los niños aprenden las tablas de multiplicar de una manera singular: tejiendo.

Foto:

Esneyder Gutiérrez

Pero en 2007 cambiaron las cosas. Desde el municipio comenzaron a presionar al colegio para que desocuparan el bien, que es considerado público. Como una manera de retribuir a Rionegro, el colegio se dio a la tarea de capacitar a cientos de docentes del municipio. En una de las pasadas administraciones, recuerda Daza, se les amenazó con que los iban a sacar para hacer una construcción allí. Los vecinos se opusieron con una acción popular, argumentando que no se podía construir en las zonas verdes en donde funciona el colegio. Ganaron esa batalla.

Pero, en 2016, una sentencia dictaminó lo contrario: las zonas verdes son un bien público y, por ende, un colegio privado no las puede ocupar. La institución apeló con el fin de extender la estancia en el lote. Lograron extenderlo hasta diciembre de este año.
El colegio necesitaba tiempo para buscar otro lugar, hacer negociaciones. Luego de una larga búsqueda dieron con el lote adecuado. Está ubicado en el municipio de El Retiro, cerca de la sede de Eafit. Queda en un pequeño alto y tiene una extensión de 17.000 metros cuadrados.

El fortalecimiento del ser es un sello del colegio. Además del buen nivel académico, le apostamos a que el estudiante sienta, que sea equilibrado

El colegio rogó para poder terminar el año en Gualanday. Por eso, el lote se dividió en dos: bien público, para los habitantes del barrio; y bien fiscal, en donde quedó el colegio. Las canchas y las zonas verdes quedaron por fuera. Daza, sin embargo, dice que los estudiantes aceptaron la decisión con tenacidad y resiliencia.

Pero el rector quiere dejar algo claro: el colegio se muda, pero no muere. En la nueva sede recibirá a todos los estudiantes con la misma calidad de hace 37 años.

MEDELLÍN