Inicio Colombia Conmemorar es el ejercicio de formar comunidad política

Conmemorar es el ejercicio de formar comunidad política

Muy temprano en la vida republicana acontecimientos como el 7 de agosto y el 20 de julio fueron conmemorados para que los habitantes se sintieran parte del nuevo régimen. Estas celebraciones republicanas fueron la puesta en escena de un proyecto de comunidad política formado por ciudadanos bajo principios de igualdad, libertad, sabiduría y paz.

Se conmemoraron algunas batallas que había ganado el ejército libertador, como las de Ayacucho, Junín, Carabobo y Boyacá.

Esta última, ocurrida el 7 de agosto de 1819, fue conmemorada en cada aniversario para consagrar una memoria histórica sobre el triunfo de la república. Era la forma de rendir homenaje a quienes arriesgaron la vida por los ideales republicanos y de construir un culto a los héroes.

El 18 de septiembre de 1819 se llevó a cabo una ceremonia con masiva asistencia en honor a los “libertadores de la Nueva Granada”, en la que se otorgaron medallas a quienes participaron en la campaña militar.

En esta, Bolívar recibió una corona de laureles como símbolo romano de la gloria y el triunfo. El Libertador fue quien ordenó realizar el evento conmemorativo el año siguiente, entre el 6 y el 10 de agosto. Se presentaron marchas, toros, bailes, máscaras y comidas públicas.

La mitificación y sacralización de generales militares, especialmente de Bolívar, fue común en este tipo de celebraciones, ya que servían como modelo a seguir por la ciudadanía.

Es el caso de la celebración de San Simón en 1826, en la que se celebró el natalicio de Bolívar, a quien “se propuso a la juventud como un modelo de virtudes, como el padre de las luces y el ídolo de nuestra gratitud”, según la Gaceta de Colombia.

Como se buscaba la unidad de la república, fue necesario instaurar una memoria nacional que trascendiera los espacios regionales.

Esto se buscó a través de la ley fundamental de 1821, en la que fueron consagrados los días 25, 26 y 27 de diciembre a la celebración de la emancipación, la independencia absoluta, los triunfos militares y la unión de los pueblos en una sola república.

Se esperaba “solemnizar las épocas memorables de la regeneración de la república” mediante la manumisión de esclavos y el otorgamiento de premios por la virtud.

En Caracas, también se llevó a cabo este tipo de conmemoraciones durante los primeros días de enero de 1822, con motivo de la jura de la Constitución. Una vez se derrumbó el proyecto de unidad entre Nueva Granada, Venezuela y Quito, esta conmemoración cayó en desuso y otras tomaron su lugar.

Una imagen del héroe que va cambiando con el tiempo

Durante el siglo XIX, quienes retrataron al Libertador debían ser pintores de renombre y experiencia. Se buscaba generar culto a su imagen y a los ideales que representaba, debía ser intemporal y lograr inmortalidad en la historia oficial.

Mientras Bolívar seguía con vida, no se podía hacer una interpretación de su persona, situación que cambió una vez falleció. Sus admiradores y detractores pudieron dar rienda suelta a sus interpretaciones del Libertador.

Al mismo tiempo, los conservadores le atribuyeron grandeza y difundieron pinturas y esculturas a lo largo de los territorios; en Caracas, una escultura ecuestre lo llevó a ser conocido como el Washington de Sudamérica.

Los liberales, por el contrario, tuvieron una imagen hostil de él, enfatizando sus aspiraciones dictatoriales, su oposición a la educación liberal y su posición esclavista y latifundista: un personaje aristócrata que quería cambiar un régimen monárquico español por uno tropical.

A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, durante la regeneración y la hegemonía conservadora, la figura de Bolívar volvió a posicionarse como un elemento central de la construcción de la identidad nacional acorde a los valores hispanistas, católicos y nacionalistas del gobierno central.

A lo largo del siglo XX, y hasta el presente, diferentes gobiernos se han valido de su imagen para legitimar sus proyectos político-militares.

La imagen de Bolívar también ha sido apropiada por movimientos sociales y revolucionarios. Por ejemplo, en el marco de la Revolución cubana, se retomó su ideal de la construcción de una nación americana, en contraposición al imperialismo norteamericano.

Así mismo, el arte moderno y contemporáneo aportó nuevos elementos a la representación visual del personaje, incorporando rasgos propios de los sectores populares y de diversas comunidades.

Así, Bolívar se ha inmortalizado en múltiples facetas posibles de su compleja identidad: antinorteamericano, estadista, prócer, vencedor de mil batallas, esclavista y aristócrata caraqueño; todas en cierta forma acertadas y en disputa, manteniéndose vivo y transformándose en diferentes contextos.

EL TIEMPO