Inicio Colombia Damnificados en Antioquia se debaten entre el miedo y volver a casa

Damnificados en Antioquia se debaten entre el miedo y volver a casa

Incertidumbre y temor. Esas eran las sensaciones que embargaban a las 2.194 personas evacuadas de Puerto Valdivia, un corregimiento de Valdivia (Antioquia), tras la emergencia desatada por las fallas en la construcción de Hidroituango.

Ellos hacen parte de las 113.000 personas que están en riesgo en los 17 municipios de Antioquia, Sucre, Córdoba y Bolívar del área de influencia de la hidroeléctrica.

De esos, casi 5.000 fueron evacuados de Valdivia, Tarazá, Cáceres, Nechí, Caucasia, Briceño e Ituango el pasado 16 de mayo, cuando se decretó el estado de alerta permanente que obligó a sacar a esas comunidades ubicadas en zona ribereña del Cauca debido a una obstrucción temporal en la salida de agua de la casa de máquinas, que causó un peligroso incremento del caudal.

Aunque este jueves el río corría normal y EPM, empresa encargada del proyecto, no reportó ninguna contingencia en la presa, las autoridades les pidieron a los alcaldes ribereños no bajar la guardia y mantener a la población en la zonas altas; además, se diseñó un plan de evacuación mayor en caso de una nueva falla.

Pero de eso nada entiende la señora Fanny, una damnificada de Puerto Valdivia. No le interesa saber que a EPM no le hayan dado resultado los planes A, B, C y hasta D para solucionar el represamiento del río Cauca causado por una falla geológica desde el 29 de abril. A esta señora solo le interesa saber una cosa: cuándo podrá volver a su casa.
“No dormí, pero descansé.
Ayer (miércoles), unos señores fueron a la casita y nos dijeron que, por favor, saliéramos que el río estaba muy crecido. Solo alcancé a sacar unos trapitos y una ropita. Aquí vine con mi muchacho y la otra hija mía (…). Que sea lo que mi Dios quiera”, cuenta con ojos cansados.

Pasó gran parte del día allí. Ubicada cerca de la entrada del coliseo como si quisiera ser la primera en salir. Dice que ha comido bien y no se queja del trato. Sus manos se aferran a una colchoneta negra que cuida como la más valiosa de las posesiones, que lo es. Ella fue una de las que logró una superficie para dormir, que, si bien es dura, no lo es tanto como el suelo.

Cerca de 200 personas coparon los dos coliseos continuos. Mujeres con sus hijos fueron ubicadas en las 1.200 carpas oscuras que dotó el Ejército Nacional. Otros lograron colchonetas y los menos afortunados se ubicaron en las frías e incómodas gradas. Hasta las cuatro de la madrugada se vieron entrando personas.

Hace 45 años que me
mantengo en el río.
Lo he visto muy crecido, pero nada como lo de ese día (…) La crecida del río del sábado se lo llevó

Y mientras la señora Fanny anhela volver a su casa, Bernardo Vahos sabe que no podrá volver a la suya. La arremetida del pasado 12 de mayo del Cauca, causada por el destaponamiento de uno de los túneles de evacuación, se llevó su vivienda, dejándolo solo con las botas de caucho, una pantaloneta corta, su camiseta naranja y un sombrero pescador azul oscuro, que le ha servido de almohada.

Los pantalones que le dieron en el albergue le quedan grandes. “Son de difunto. Aquí caben cuatro o cinco como yo”, dice para luego reírse. Luego deja de hacerlo cuando se refiere al día que lo perdió todo. “Hace 45 años que me mantengo en el río. Lo he visto muy crecido, pero nada como lo de ese día. Vea, allá hay un puente peatonal (Puente Viejo) que lleva casi 80 años y nunca se había caído. Y la crecida del río del sábado se lo llevó”.

Asegura que durmió bien, pues está enseñado a sufrir. El día se le fue entre censos y charlas con los vecinos especulando sobre un futuro incierto, esperando que el río los deje regresar.

“El problema es que después de que ellos (las autoridades) digan que es seguro volver, uno queda con el temor de que a la hora menos pensada se vaya a venir encima esa represa, ¿con qué ánimo se devuelve uno a la orilla del río? ¿O usted que dice?”, le pregunta a un vecino, quien asiente con resignación.

Toque de queda

Fue el primer día para muchos, el quinto para otros. Las preguntas son las mismas: ¿cuándo podremos volver? Interrogantes que reciben una sola respuesta: todavía no se sabe, lo importante es salvaguardar las vidas.

“¿Pero bajo qué condiciones? Falta más ayuda para dormir y comer mejor”, dice una de las vecinas, que con lágrimas denuncia que están metiendo hasta seis personas en una pequeña carpa.

La secretaria de Gobierno de Valdivia, Ana María Uribe, asegura que siguen llegando elementos para mejorar la atención a la comunidad evacuada, por lo que se mantiene el llamado para estas no regresen a las orillas del río.

“Sabemos que hay una preocupación por sus pertenencias, no solo por el cauce del río sino por posibles saqueos. En materia de seguridad, se tiene el acompañamiento en esas zonas por parte de Policía y Ejército para que las viviendas evacuadas no sean saqueadas”, dice la funcionaria.

Mientras tanto, el alcalde de Valdivia, Jonás Henao, decretó la noche de este jueves el toque de queda en el corregimiento de Puerto Valdivia, desde el corregimiento hasta aguas abajo en el sector conocido como El 15. Y aunque el llamado ha sido bien aceptado por el pueblo, que parece fantasma, aún rondaban el jueves algunos ribereños que no quisieron dejar la zona o que regresaron a intentar salvar lo que el río no ha destruido. Para ellos, como dice Fanny, todo depende de “cuando el río quiera”.

DAVID ALEJANDRO MERCADO PÉREZ
Twitter: @AlejoMercado10