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Debate por restricciones en deportes aéreos en el Valle del Cauca

La sesión plenaria de la Asamblea Departamental fue convocada para el Jueves, para debatir sobre las restricciones para la práctica de deportes aéreos y su implicación en los municipios donde se concentra esta actividad.

“Estamos haciendo eco de la preocupación de las comunidades de Ansermanuevo, La Unión, La Victoria y Roldanillo, ante la Circular expedida en Marzo pasado por la Dirección de Navegación Aérea de la Fuerza Aérea de Colombia, y la incidencia para los eventos reconocidos a nivel mundial, la afectación en las economías locales y la repercusión en el ecoturismo”, expuso la diputada citante Amanda Ramírez Giraldo.

Para el debate ante las medidas tomadas por la FAC, se citó a la Secretaría de Turismo y a Indervalle, y se invitó a los alcaldes de Ansermanuevo, La Unión, La Victoria y Roldanillo como poblaciones directamente afectadas.

También se esperaba al director Regional de la Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil Victor Hugo Ríos Bocanegra, y el presidente de la Federación Colombiana de Deportes Aéreos, Diego Ernesto Villamizar Cajiao.

La proposición para citar al debate también fue suscrita por los diputados María Isabel Moreno Salazar, Diana Patricia Moreno Cetina, Ramiro Rivera Villa, John Jairo Caicedo Villegas, Manuel Laureano Torres Moreno y Julio César García Varela.

Polémica y respuesta de FAC

El escritor tulueño Gustavo Álvarez Gardeazábal, en una columna del diario ADN, dijo que «como obviamente este país fue reglamentado aéreamente para otros menesteres, la abundancia de los parapentistas en el cielo vallecaucano ha preocupado a la Fuerza Aérea Colombiana, que con tres o cuatro avioncitos Mentor de la Primera Guerra Mundial, todavía les enseña a sus pilotos usando el aeropuerto de Farfán en Tuluá, y con la sapiencia y metodología que les dejaron a los militares, andan buscando darle una golpiza al parapentismo en Roldanillo y hasta acabarlo por decreto del Ministerio de Defensa…dado que no existe reglamento ni de la Aerocivil ni de ninguna otra entidad para coordinar radialmente o con carné de pílotos los vuelos de estos deportistas y así dizque prevenir lo que puede llegar a ser una tragedia, la FAC se ha puesto en la tarea de aparecer como el malo del paseo no sé si por salvar la responsabilidad futura o para que los colombianos nos demos cuenta de que los cuatro avioncitos con los que dan enseñanza a sus pilotos deben ser cambiados por aviones más modernos y hasta capaces de de esquivar a los oparapentistas que cruzan con sus coloridos vuelos los cielos del Valle».

Las autoridades reportan incidentes como el aterrizaje de tres parapentistas en la pista del aeropuerto Farfán de Tuluá.

Sobre las medidas, la FAC, en un comunicado, aseguró que «este procedimiento busca elevar la conciencia situacional y la seguridad aérea, a través de la administración del riesgo de cruces peligrosos entre aeronaves y aviación deportiva, con el objetivo de evitar accidentes lamentables».

Anota la FAC «su firme apoyo y compromiso con la comunidad, la aviación turística y deportiva, que contribuye a la economía y desarrollo de las poblaciones donde se realizan estas actividades.Por lo que, considera necesario y pertinente la regulación de estas operaciones de manera ordenada, bajo unas normas claras que garanticen la seguridad de los deportistas y las tripulaciones de las aeronaves, además, que brinden una precisa orientación y asesoría para el desarrollo de esta práctica deportiva.

El general Carlos Silva Rueda, director Escuela Militar de Aviación, dijo, entonces, que preocupa que personas como Gustavo Álvarez Gardeazábal, en una columna publicada en ADN, «se ocupe de manera ligera de un asunto de alto vuelo. Pues no es solo Roldanillo la que abriga a parapentistas del mundo entero, sino también Cali, Cerrito, Piedechinche, La Unión y el llamado “Territorio Paraíso” entre la Sultana del Valle y Palmira. Y es tan importante esta actividad extrema que desde hace 18 años cuenta en Colombia con la Federación de Deportes Aéreos como rectora y protectora de los derechos de sus entusiastas para que vuelen libres de manera segura y confiable. Su práctica ha merecido un capítulo entero en los Reglamentos Aeronáuticos de Colombia (el RAC 4, actualizado hace 15 años) que busca fomentar esta actividad de manera segura y ordenada, como lo haría cualquier país desarrollado y responsable».

Para evitar el cruce potencialmente fatal de aviadores y deportistas la Aerocivil reúne a todos los interesados con el fin de poner las reglas

Afirma que «la FAC poco o nada influye en el parapentismo. Para eso está la Aeronáutica Civil. Pero participa en las reuniones de Roldanillo como ente responsable de la seguridad aérea de los colombianos y sus pilotos militares. Claro, los pilotos de nuestra Fuerza Aérea, los mismos que han propiciado la Victoria en el conflicto se entrenan en Tuluá, como se entrenan en Cali, Melgar, Flandes, Villavicencio y Puerto Salgar, junto a otros pilotos de países latinoamericanos que creen en Colombia. No en aviones Mentor, que por cierto ya fueron retirados del inventario no obstante fueran fabricados después del nacimiento de nuestro insigne escritor tulueño, sino en aeronaves de última generación construidas en Colombia por colombianos».

Anota que «el aeropuerto Heriberto Gil Martínez de Tuluá, no solo sirve a los intereses de su población pujante. Además de albergar el entrenamiento de aviadores militares también lo hace para las escuelas de aviación de todo el Valle del Cauca que a diario aterrizan y despegan formando pilotos colombianos. Para evitar el cruce potencialmente fatal de aviadores y deportistas la Aerocivil reúne a todos los interesados con el fin de poner las reglas. La primera de ellas es que todo parapentista debe pertenecer a un club, que se hace responsable del cumplimiento de las normas que definen cuál es el espacio aéreo que se puede utilizar. Interesante sería que Gardeazabal y las autoridades de Roldanillo investigaran cuántos de estos parapentistas se vinculan a un club y cuantos vuelan ilegalmente poniendo en riesgo no solo sus propias vidas sino la de todos los usuarios de los cielos vallecaucanos. Se sorprenderán. A veces ignoramos que la libertad de uno termina donde empieza la del otro».