Inicio Colombia El asesino en serie que se escapó en una balsa de la...

El asesino en serie que se escapó en una balsa de la cárcel de Gorgona

Año 1963. Los cadáveres de niñas entre los 10 y 14 años empiezan a aparecer en El Charquito, una vereda ubicada al occidente de Soacha, en Cundinamarca.

Durante un año y medio se contabilizaron 17 cuerpos. Todos presentaban las mismas señales: abuso sexual y estrangulamiento.

Las crónicas judiciales de los principales medios del país bautizaron al responsable de estos hechos como el ‘Sádico del Charquito’. No obstante, solo hasta 1967 se pudo dar un rostro a quien también llegaron a llamar ‘El monstruo de los Manglares’: Daniel Camargo Barbosa.

La captura de Camargo Barbosa se dio en medio del estupor nacional, pues hasta ese momento se desconocían este tipo de casos en los que abusaran y asesinaran a menores de edad. La condena fue de tan solo cinco años por acceso carnal violento.

Expertos en leyes aseguran que en ese entonces el país no contaba con las herramientas económicas o estructurales para investigar y condenar este tipo de hechos de manera ejemplar, por lo que las condenas eran leves y hasta excarcelables.

También, expertos lo señalan como el primer psicópata con reconocimiento nacional en la historia del siglo XX en el país. Desde ese momento empezó a crecer el mito del que se conoce como el primer asesino serial de Colombia.

La vida de Daniel Camargo empezó el 22 de enero de 1930, en La Mesa, Cundinamarca. Tras la muerte de su madre, su papá se casa nuevamente. Ahí empezó el calvario de Daniel.

Según el profesor e investigador de la Universidad Distrital de Bogotá, Absalón Jiménez Becerra, la niñez de Daniel Camargo fue difícil, producto de los problemas sicológicos de su madrastra, pues se conoce que el sueño de aquella mujer era tener una hija pero no podía quedar en embarazo.

Ella empieza a vestir a Daniel como una niña -explica el investigador-; se sabe que es obligado a ir al colegio con vestido, e incluso, a presentarse con nombre de niña. Esto, acompañado del maltrato y el rechazo de esta mujer, genera en Daniel un odio hacia el sexo opuesto”.

Se cuenta que en una ocasión Daniel intentó abusar sexualmente de una de sus hermanas, por lo que fue expulsado de su casa y enviado a Bogotá.

Su vida continuó con relativa normalidad. Como estudiante se destacó por sus buenas calificaciones en el colegio León XIII, en la capital, y al graduarse se dedicó a trabajar en diferentes oficios para ayudar a mantener a su familia.

Para el año 1960 Daniel se casa. No obstante, para 1963, un día que llegaba a su casa de trabajar, encuentra a su esposa engañándolo, lo cual reaviva la llama de sus traumas de la infancia.

Ese odio hacia las mujeres -asegura el investigador Absalón Jiménez- viene con una serie de traumas de su infancia. Ese momento en el que él se da cuenta que lo engañan es como el despertar de ese trauma y lo que sigue en adelante es todo ese odio hacia las mujeres que él trae guardado”.

El odio hacia las mujeres del ‘Sádico del Charquito’ se hizo insostenible tras algunas experiencias que para él significaron el punto de quiebre. Luego de los diferentes eventos que afectaron sus problemas sicológicos, Daniel Camargo continuó una suerte de venganza que no paró hasta principios de los años 90.

En su expediente criminal, Daniel Camargo acumula más de 170 crímenes entre 1974 y 1990. Sus crímenes se concentraron en Cundinamarca, Barranquilla y Guayaquil, en Ecuador.

Expertos señalan que ‘El sádico del Charquito’ sufre una psicopatía producto de la falta de afecto, el aislamiento y la violencia sexual. También se conoce que el trastorno de su sexualidad influyó en su modus operandi.

Tiempo después de la separación con su esposa, Daniel conoció a la joven que se iba a convertir en su compañera del crimen. Según Esteban Cruz Niño, autor de ‘Los monstruos en Colombia sí existen’, con esta nueva compañera consiguió diseñar una estrategia para atrapar a sus víctimas.

“Él se hacía pasar por vigilante de alguna tienda o almacén -cuenta Esteban Cruz- y al identificar a su víctima la acusaba de haber robado algún producto y la retenía. Al momento aparecía la joven y se hacía pasar por alguien que quería ayudar, la llevaban a una cafetería, la drogaban y luego se la llevaban a su vivienda para que él abusara de la menor”.

Investigadores señalan que Daniel Camargo obligó a la joven a compensarlo por no ser virgen, por lo que tenía que ayudarlo a raptar jóvenes para él satisfacer sus deseos de ser el primer hombre de las menores que abusaba. Otro trauma de la infancia de Daniel, quien fue criado bajo fuertes creencias católicas.

Antes de ir a la cárcel por segunda vez, Camargo cometió algunos crímenes en Barranquilla, ciudad a la que llegó huyendo de las autoridades en la capital del país. Posteriormente es capturado y enviado a la cárcel de la isla Gorgona, en 1977, donde tendría que cumplir 30 años de prisión.

Algunos rasgos de los asesinos seriales son la inteligencia que pueden llegar a desarrollar. Absalón Jiménez destaca esos rasgos de Daniel Camargo, pues se conoce que tenía un coeficiente intelectual alto.

Los años que siguieron a la llegada de Camargo a Gorgona fueron empleados por este asesino serial en el estudio de los vientos y la marea que rodeaba esta cárcel a la que los expertos señalaban como un recinto penitenciario del que era imposible escapar, pues aunque alguien hubiera logrado salir, los tiburones que rodeaban el lugar no permitían soñar con fugarse navegando el mar.

El día llegó en 1984. Daniel Camargo elaboró una canoa con la madera de los árboles y se dio a la fuga. Durante tres días navegó sin agua ni comida hasta llegar a suelo ecuatoriano donde el terror de sus actos inundó las primeras planas de los periódicos.

Las autoridades colombianas lo dieron por muerto una vez se conoció su fuga. Pero entre 1984 y 1986 el hallazgo de cuerpos de menores de edad en Guayaquil, Ecuador, indicaron que el ‘Sádico’ seguía con vida. Durante dos años, Daniel se hizo pasar por pastor religioso para acercarse a sus víctimas y abusar de ellas.

“Él decía que era enviado de una iglesia y que necesitaba recoger un dinero -explica Estaban Cruz-. Luego, cuando llegaban al lugar que él ya tenía escogido, las amenazaba y procedía a abusar de ellas”.

Investigadores cuentan que fueron tantos los cuerpos que Camargo enterró en un pueblo llamado Duale que lo llamaron su cementerio personal; los cuerpos eran principalmente de niñas pertenecientes a comunidades indígenas. Autoridades ecuatorianas lograron su captura en 1986 durante un control en una carretera de ese país, donde lograron identificarlo. Fue condenado a la pena máxima de aquel entonces: 16 años.

Sus últimos años de vida los pasó en una cárcel de Quito, capital de ese país, donde fue asesinado por uno de sus compañeros de prisión, de quien se conoció tiempo después que era familiar de una de las víctimas del ‘Sádico del Charquito’.

“El familiar de una de sus víctimas lo apuñaló -cuenta Esteban Cruz-; luego le trató de cortar la cabeza, pero el cuchillo era pequeño. Entonces le cortó una oreja y lo vio desangrarse. Así terminó Daniel Camargo”.

MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA
REDACTOR NACIÓN