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El barrio de 100 años que enseñó la salsa y el amor al trabajo en Cali

Era el barrio cercano a la inolvidable estación del Ferrocarril. El de los teatros Rialto y Belálcazar. Ese del bar Nápoles o de los bailaderos de música antillana que tuvo a sus primeros aficionados en las otroras frecuencias de onda corta de la radio en Cali.
Era el Obrero, el de los jornaleros que aparecían con el tren. El que le hizo busto al expresidente Eloy Alfaro, un general ecuatoriano de causas sociales.

Las esquinas donde surgieron asociaciones de trabajadores, allí donde se forjó el equipo de fútbol América y crecieron jugadores como Álex Escobar. Donde las galladas llegaban al parque para los ‘agualulo’ de las tardes en la Escalinata o para subir en la noche a El Séptimo Cielo.

El Obrero, de más de 6.000 habitantes en el centro de Cali, con un siglo de vivencias, de música y que no quiere que alguna violencia o el olor del cannabis esfumen su historia en la ciudad.

Amparo Ramos Correa, recordada como ‘Amparo Arrebato’, se volaba a los bailaderos. Sonaba ‘Del Barrio Obrero a la 15’, cantada por Chamaco Rivera.

El Obrero le rinde homenaje a Píper Pimienta con un monumento en el barrio.

Foto:

Juan B. Díaz. EL TIEMPO

“Sí. Era una locura”, dice Carlos Molina, el creador del Museo de la Salsa desde hace 50 años en El Obrero, donde nació y creció. Su Museo tiene más de 5.000 discos, con elepés o long play. Allí, en tres pisos, la memoria recorre cientos de fotos de artistas y orquestas como la Sonora Matancera de Cuba.

Según Molina, el Obrero se volvió el rincón de aquella isla de Fidel Castro. El barrio de Píper Pimienta, el de ‘Las caleñas son como las flores’, convertido en la estatua del parque. Ese artista de grandes gafas oscuras y traje blanco que el fundador del Museo tiene en fotos. Allí también brillan Héctor Lavoe, Ismael Rivera o Celia Cruz. “Pero la gente no solo puede venir a ver fotos. También a bailar”, dice y afirma: “El barrio tiene más de 100 años. Aquí vivió mi abuela y nació mi mamá. Ella tiene 96 años. Mi primo y mi prima, también. Mis tíos. Todos somos Obrero”, dice orgulloso. “La rumba se vivía por la carrera 9”, continúa. Su hijo sigue el legado en el Museo.

Cerca vive Benhur Lozada, un locutor y gestor reconocido en Cali. “Soy nacido y criado donde nacen muchos y se crían pocos”, comenta este seguidor del cantante y director puertorriqueño Tito Rodríguez, el ‘Frank Sinatra latino’. “Al barrio lo formaron zapateros ecuatorianos, y caucanos, con gente caleña, raizal. Estaba el club juvenil Santa Luisa en los altos del centro de salud, en la calle 21”.

Por aquí recuerdan al periodista Guillermo García Jaramillo. Es el barrio de La Matraca, Nellyteka, Chorrito Antillano o Rincón de Willy donde llegan los ensacados de zapatos punta blanca y mujeres con vestido de vuelo propio. En la pared no puede faltar un Carlos Gardel.

El escritor Umberto Valverde, quien ha basado algunas obras en su infancia en el Obrero, también señala: “Fue mi barrio, el que acogió la música cubana que le entregó las primeras emisoras en los finales de los años 30, después el cine mexicano de rumberas, con Meche Barba y Tongolele a la cabeza, los primeros bailarines conocidos como Carlos Valencia y Cayayo”. Recuerda que El Obrero era la zona donde brotaron más de 100 cabarets.

Carlos Alberto Lozano, de 69 años y residente aquí, dice que mientras la ciudad se ha transformado, el cambio se ha demorado en ese corazón de Cali que sigue palpitando y ahora con más fuerza a sus 100 años.

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