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El calvario de cruzar el puente de la Madre Laura en Medellín continúa

A un lado del recuperado morro de Moravia, en el norte de Medellín, la avenida Regional se ha convertido en una odisea para los peatones y los ciclistas, después de la inauguración del puente de la Madre Laura en 2015, debido a las dificultades que encuentran para transitar por allí.

Caminar, cruzar la calle o montar en bicicleta en este sitio representa un riesgo importante para las personas. De acuerdo con datos de la secretaría de Movilidad de Medellín, entre 2016 y el transcurso de 2018, en este punto de la ciudad se registraron siete casos de ciclistas lesionados, tres de peatones heridos y uno más fallecido.

Allí, en el asfalto, donde sobresalen algunos huecos, se alcanza a ver un par de señales desgastadas que rezan: ‘Zona Escolar’. Esto indica que la velocidad máxima permitida es de 30 kilómetros por hora, pero de lejos se ve, como lo denuncian varios ciudadanos del sector, que por allí pasan motocicletas, carros y tractomulas que superan este límite.

Diariamente los habitantes de Moravia arriesgan sus vidas al transitar por este lugar que es un paso casi obligado para salir del barrio.

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Foto: Jaiver Nieto – EL TIEMPO

“Esa señalización es puro paisaje. Como es paisaje un semáforo que siempre está en verde, dándole prioridad a los carros y maximizando el riesgo de peatones y ciclistas que quieren cruzar hacia el puente de la Madre Laura”. Así define la problemática Sebastián Mattos, director del colectivo Bellocicleta, que se dedica a promover el uso de este medio de transporte en el área metropolitana.

Hace casi tres años, con la puesta en funcionamiento del puente de la Madre Laura, los habitantes de Moravia vieron cómo a un lado de su barrio se erguía el viaducto intraurbano más largo del país, con 786 metros de longitud.

La obra fue pensada para mejorar la movilidad en el norte de la ciudad, pero las personas no se imaginaron que dejaría “afectados colaterales”: los ciudadanos que hoy viven un calvario cotidiano al transitar por la zona a pie o en bicicleta.

“Por acá casi todos los días hay accidentes”, afirma categóricamente Noemy Herrera, líder comunitaria del sector conocido como La Herradura, una unidad residencial de 184 apartamentos de interés social que forma parte de un proyecto de reubicación en donde habitaban principalmente moradores del antiguo basurero de Moravia, que fue cerrado en 1984.

Herrera inclusive recuerda que hace un tiempo, durante una reunión con funcionarios de la secretaría de Movilidad les tocó ver cómo un taxi atropelló a una señora que iba con dos niños. “Ellos mismos se dieron cuenta del peligro que hay”, expresa la mujer.

Hace dos meses una moto accidentó a un niño que iba para el colegio, a las 6 de la mañana. En este momento está andando con muletas

En junio de 2016, la alcaldía de Medellín entregó oficialmente la última obra complementaria del proyecto Madre Laura: el intercambio vial que conecta la avenida Regional en sentido sur-norte.

Al momento de retirarse los trabajadores, ingenieros y funcionarios que inauguraron el nuevo puente, la comunidad vio con preocupación cómo sus vías de acceso peatonal fueron reducidas, mientras el flujo vehicular se incrementó de manera exponencial, al igual que los incidentes de tránsito.

Mattos denuncia que uno de los trayectos más peligrosos para los ciclistas es el intercambio vial para tomar la vía hacia Bello.

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Foto: Jaiver Nieto – EL TIEMPO

Al respecto, Juan Camilo Gómez, gerente de Movilidad Humana de la secretaría de Movilidad, explica que la “falta de andenes es evidente, debido a que esta obra se concibió como una vía de alta conectividad de nivel nacional”. Además, agrega que las mejoras en la zona se dificultan porque “hasta no tener una aprobación del Ministerio de Transporte no se pueden hacer modificaciones allí”.

Esta situación contrasta con el balance positivo que presentó ayer el secretario de Movilidad de Medellín, Humberto Iglesias, quien reveló la disminución por muertes en accidentes de tránsito más grande de la última década.

“Hace 10 años, entre enero y agosto, murieron 225 personas en las vías de la ciudad, este año, en ese mismo periodo, van 152 víctimas, eso demuestra una gran reducción”, expresó Iglesias.

Sin embargo, la situación en Moravia está lejos de solucionarse. La comunidad, que tiene la estación Caribe del metro como eje de transporte, no cuenta con vías peatonales por las cuales pueda transitar con total seguridad. Hace falta señalización, pese a que en varias oportunidades los ciudadanos han hecho un llamado para que esto cambie.

Y el panorama empeora al momento de hablar de los niños que a diario van hacia la escuela del barrio, ubicada entre la estación del metro y la unidad residencial La Herradura. En ese trayecto los menores de edad deben cruzar por un ambiente deteriorado, en el que el único andén disponible está infectado por aguas negras que caen del barrio El Oasis y obligan a los transeúntes a caminar por la calle para evitar ser salpicados.

El único anden peatonal se encuentra en pésimas condiciones debido al vertedero de aguas negras.

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Foto: Bryan Andrés González

“Hace dos meses una moto accidentó a un niño que iba para el colegio, a las 6 de la mañana. En este momento está andando con muletas”, dice la líder comunitaria que lleva viviendo toda su vida en el barrio, incluso, fue una de las personas reubicadas del morro de Moravia.

En el caso de los ciclistas, los riesgos comienzan en la estación Caribe, donde la velocidad es de 80 kilómetros por hora, a pesar de estar contiguo a un sector donde transitan niños.

“Hay placas deportivas, escuelas y no hay señales que le indiquen a los conductores de vehículos motorizados la presencia de ciclistas”, comentó Mattos.

Por el momento, las soluciones por parte de la administración municipal parecen lejanas, debido al condicionante que tienen por parte del Gobierno Nacional para actuar en cualquier tipo de intervención, tal como lo aseguró el gerente de Movilidad Humana.

Y aunque se han generado reuniones entre la secretaría y colectivos de ciclistas, las medidas en este sector, afirma Mattos, han sido “insípidas” para proteger la vida de los actores más vulnerables de la cadena de movilidad.

Bryan Andrés González Vélez
Para EL TIEMPO 
[email protected]@GonzalezVelezB