Inicio Colombia El ‘Chinatown’ que empresarios asiáticos sueñan construir en Bogotá

El ‘Chinatown’ que empresarios asiáticos sueñan construir en Bogotá

Cuando un ciudadano chino llega a Colombia abre los brazos y dice: “aire puro”. En su país, el más poblado del mundo, con cerca de 1.400 millones de personas, muchos de ellos viven en apartamentos de 20 metros cuadrados, compartiendo el hogar incluso con siete familiares.

En los años 70 Kenny Tsui, considerado el ‘papá de los chinos’ y presidente de esta colonia en el país, regresó a Colombia, pues aunque nació en Puerto Colombia, Atlántico, su familia volvió a Asia cuando tenía apenas cinco años. En su momento, sus padres llegaron en barco e ingresaron a través del muelle de ese municipio.

A su retorno, con 15 años, estudió en el colegio Parrish, en Barranquilla, uno de los pocos bilingües para la época, debido a que no sabía nada de español y su tío, quien lo cuidó, era quien le daba algunos consejos prácticos, así que su única salida era hablar inglés.

Tsui hace parte, dice, de la segunda camada de chinos que llegaron a Colombia y que ahora sueña con construir en un futuro un Chinatown en Bogotá, como sucede en muchas de las capitales del mundo.

En Colombia hay pocos chinos, cuenta Tsui, a comparación de otras colonias que hay en capitales de países vecinos como Lima, en Perú, y Ciudad de Panamá, Panamá, donde la migración de estas personas alcanzó los 3 millones y 300.000 habitantes, respectivamente.

Tsui, dueño de Cooking Taichi, uno de las decenas de restaurantes chinos en el país, dice que en Colombia no supera los 25.000 paisanos y que la dificultad más grande para quienes llegan no es otra que el idioma, pues solo manejan el mandarín y a muchos se les dificulta aprender el español.

Los chinos que se ven en Colombia rara vez son noticia. Pero desde hace unos años se han caldeado los ánimos con algunos de estos migrantes que llegan al sector de San Victorino, en el centro de la ciudad, y comerciantes locales, quienes los señalan como competidores desleales.

En el centro de la ciudad abundan los productos que se traen desde China a través de contenedores que llegan al puerto de Buenaventura, en el Pacífico colombiano. De acuerdo con la Dian, en 2018 las importaciones provenientes desde China alcanzaron el 20,6 por ciento del total, solo por detrás de Estados Unidos, con 25,3 por ciento.

Algunos de estos migrantes que llegan al sector de San Victorino, en el centro de la ciudad. 

Foto:

Abel Cárdenas / EL TIEMPO

Estas dificultades vienen desde hace unos cinco años, época para la cual los chinos quisieron experimentar en este mercado por la caída de la economía en Europa. “La pelea con los comerciantes locales es que los chinos están acostumbrados a vender volumen. Ellos aspiran un margen de utilidad más bajito, es una costumbre. Esto se lo estoy diciendo porque ellos en su país están acostumbrados a vender a un mercado de 1.400 millones de habitantes”, manifiesta Tsui.

De esta costumbre, cuenta Tsui, viene una de las claves del éxito de la comunidad china no solo en Colombia sino en el mundo, debido a que tienen como filosofía vender volúmenes grandes, aspirando a ganar un porcentaje menor al que seguramente quiere un comerciante local.

La pelea con los comerciantes locales es que los chinos están acostumbrados a vender volumen

En San Victorino abundan los productos chinos, mientras un colombiano viaja a ese país y compra en ferias internacionales a través de un exportador, pagando algunos sobrecostos por viáticos y colaboradores, el chino compra directo a fábricas, teniendo en cuenta que conoce cómo es el funcionamiento de estos negocios y maneja el idioma. Además, sus familiares en el gigante asiático son quienes hacen las labores de compra, evitando gastos de desplazamientos.

Tsui reconoce que esta pelea se puede tornar molesta, por lo que con su comunidad está pensando en crear un centro comercial que se llame Chinatown, con el objetivo de evitar discusiones con los comerciantes locales, aunque ciertamente los asiáticos de las 50 tiendas de estos migrantes que hay en San Victorino no hablan ni “papa” de español.

La idea inicial es ubicar este espacio cerca del centro de la ciudad, por lo que están en la etapa de búsqueda del lugar idóneo, teniendo en cuenta que este sitio no puede estar lejos del comercio, debe contar con parqueaderos y facilidades de acceso. “No es fácil, pero estamos en esa búsqueda”, añade.

Con este futuro Chinatown en Bogotá, inicialmente un centro comercial, buscan establecer lugares donde los migrantes de este país puedan hacer sus ventas sin entrar en disputa con otros comerciantes. Inicialmente habría ventas de ropa, cacharrerías y, claro, restaurantes.

Los empresarios participan habitualmente en importantes eventos del país. 

Foto:

Archivo Particular

Este escenario buscaría ser un sitio de reconocimiento para la cultura de este país en Colombia; sin embargo, no sería un lugar de vivienda como sucede en otras ciudades del mundo, pues los chinos en Bogotá están dispersos por varias localidades y no habría espacio para albergarlos.

En el mundo, cuenta Tsui, se conocen como Chinatown a los barrios que son habitados por migrantes de ese país que buscan consolidar una zona con su cultura, en donde pueden encontrar cosas tradicionales de su territorio y hallan desde mercados y almacenes de tecnología hasta locales de masajes y peluquería.

Para Tsui, la población china en el país todavía es incipiente para construir un barrio, por lo que iniciar con un centro comercial sería lo adecuado.

Los momentos difíciles de los chinos

Tsui estudio en Estados Unidos Administración de Empresas y también vivió por años en Hong Kong, donde, como muchos de sus compatriotas, vivieron los años de expansión del mercado y los casos de éxito que se fraguaron allí.

Así, muchos de los migrantes chinos que llegan a Colombia conocen secretos para prosperar en sus negocios. Los asiáticos provenientes de este país concentran sus esfuerzos en el sector de alimentos, pues son conocidos por sus restaurantes, tanto así que en Bogotá hay cerca de 300 y en todo Colombia, unos 1.500.

“También se dedican a importaciones de mercancía, cacharrerías y productos en general. Han colocado fábricas en varios sectores del país. Hay quienes incluso tiene granjas avícolas, pero restaurantes es el principal negocio”, dice Tsui.

Los chinos salen de su país como aventureros, pues gozan de experimentar en terrenos nuevos, filosofía con la cual han instalado sus colonias por todo el mundo. Al país no han llegado a buscar trabajo sino a hallar oportunidades de apertura de negocios y, de esta manera, prosperar lejos de sus tierras.

Tsui cuenta que otra de las claves de sus paisanos para prosperar es su incansable trabajo. Los chinos laboran los 365 días del año. “No vienen con la idea de descansar dos días por cada cinco de trabajo. Ellos tienen planeado trabajar los siete días de la semana, no es fácil esa vida. Quienes han llegado gustaron de Colombia, pese a los problemas de seguridad, es un país atractivo”, cuenta.

No vienen con la idea de descansar dos días por cada cinco de trabajo. Ellos tienen planeado trabajar los siete días de la semana, no es fácil esa vida

Sin embargo, esa dedicación les ha traído momentos de dificultad en el país, el encierro es tal que dedican todo su tiempo a cocinar el arroz en sus restaurantes y algunos han terminado por desmayarse en plena labor, teniendo en cuenta que no sacan tiempo para ir de visita a un médico y cuando van se les dificulta conocer lo que les dicen, por lo que unos han terminado padeciendo graves enfermedades que ignoran y no las cuidan de la manera adecuada, al punto de morir.

Una de las situaciones más dolorosas para Tsui fue el asesinato de Li Jlan Ping, el 2 de enero del 2018, en el barrio León XIII de Soacha.

Li Jlan Ping, de 48 años, era propietario de un restaurante de comida china y no tenía familiares en Colombia. Su muerte, a manos de sicarios, despertó el temor de la comunidad de ese país y al tratarse de un crimen ninguno de sus compatriotas decidió acompañarlo en sus honras fúnebres, a las cuales solo terminó asistiendo el cónsul de su país y Kenny Tsui.

“Como fue un asesinato, ningún chino fue al sepelio por miedo. Me tocó hacer los trámites, yo lo mandé a cremar con el cónsul, cargué su ataúd y sus restos los mandé a China. Fue algo feo. Todavía los chinos están señalados como responsables, pero todo esto da mucho pesar. No había más chinos en la ceremonia”, lamenta.

Li Jlan Ping fue asesinado el 2 de enero del 2018, en el barrio León XIII de Soacha. 

Foto:

Archivo Particular

Respecto a este caso, Shaoyi Wu, de 51 años, y su esposa, Xiujin Huang, de 34 años, también de China, son los señalados de su muerte, eran socios de Li Jlan Ping en el restaurante.

Tsui, a quien casi todos los chinos le hacen caso por ser quien los guía cuando llegan al país, le toca hacerse cargo de aconsejar a sus compatriotas para la búsqueda de colegios de sus hijos y ayudarles con la comunidad china a servirles de fiadores para la consecución de predios en arriendo.

También es el enlace para realizar donaciones a Colombia, como la que realizaron hace dos años tras la tragedia de Mocoa, cuando destinaron 200 millones de pesos para la reconstrucción de la capital del Putumayo.

Claves del éxito, según Tsui

“Amo Colombia y he tratado de traer inversionistas chinos al país para decirles cuáles son las ventajas, a veces en los medios internacionales solo se quedan en las cosas malas. Les hablo de sus ventajas geográficas, sus dos mares, tratados de libre comercio y mano de obra capacitada”, dice.

Para Tsui, Colombia seguirá recibiendo inversiones de su país en la medida de que mejore la seguridad, se abran más oportunidades para migrantes y, también, se mejoren las políticas migratorias y la movilidad, al menos, de Bogotá, donde considera indispensable el metro, una construcción que es incluso una esperanza para los chinos que viven en la ciudad, pues les toca padecer las incomodidades de los trancones a diario y los estrujones de TransMilenio.

Amo Colombia y he tratado de traer inversionistas chinos al país para decirles cuáles son las ventajas, a veces en los medios internacionales solo se quedan en las cosas malas

Además del trabajo duro e incansable y su costumbre de margen de utilidad más bajo, Tsui considera que la clave de los chinos para conquistar diferentes mercados es la disciplina.

“Si tenemos una meta que cumplir intentamos que sea antes del plazo fijado”, cuenta Tsui, quien dice que para ello son ahorradores en exceso, así que si ganan 100.000 pesos, terminan por ahorrar 90.000 pesos. “Esto nos lleva al éxito, porque hay gente que de 100.000 pesos gasta 90.000 pesos. Aún así intentamos apoyar obras sociales y ayudarnos entre nosotros si se necesita”, añade.

El sueño de Tsui es que la comunidad china en Colombia siga creciendo y que el futuro centro comercial Chinatown sea uno de los puntos de concentración con los que logren, en algún momento, generar un barrio para esta colonia, la cual vive dispersa por diferentes localidades de la ciudad.

De momento, siguen buscando el lugar para poner la primera piedra.

Cristian Ávila Jiménez
Redactor de Nación
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