Inicio Colombia El ‘Doctor Mata’, el único asesino en serie económico de Colombia

El ‘Doctor Mata’, el único asesino en serie económico de Colombia

Buenaventura Nepomuceno Matallana era el retrato perfecto de un psicópata. Su carácter frío y manipulador le permitió estafar y asesinar, durante casi una década, a aproximadamente 35 personas en Colombia.

“No tenía ninguna resonancia afectiva con sus víctimas, solo le importaba estafarlas para quedarse con sus propiedades y luego matarlas”, explica Luis Jiménez, especialista en ciencias forenses, quien además advierte que ningún otro criminal había estremecido tanto a la sociedad colombiana de la década de 1940.

La historia de Matallana o el reconocido ‘Doctor Mata’, está plagada de misterios y preguntas desvanecidas en el tiempo.

Aunque según una partida de bautismo, Matallana nació en Chiquinquirá, Boyacá, en septiembre de 1891, otras versiones indican que el hombre era originario del municipio de Caldas, lugar en donde fue hallado a los pocos días de haber llegado al mundo envuelto en una ruana y vestido con una bata de niña.

A sus 29 años empezó a cometer sus primeros crímenes. Tras ser criado por una mujer a la que rechazaba y pedía que no se atreviera a tratarlo como su hijo, comenzó a trabajar como secretario en la Alcaldía de Caldas (Boyacá) y alcanzó en poco tiempo un amplio conocimiento de códigos y leyes que luego le servirían para actuar como el más fraudulento de los abogados.

“Él no establecía relaciones fuertes con nadie, ni siquiera con su mamá adoptante, le mandaba dinero pero le decía que no le pidiera que lo visitara. Así también fue con su esposa y con la única hija que se cree tuvo a lo largo de la vida”, advierte la periodista Nubia Barreto, libretista de la serie ‘Doctor Mata’.

Varios expedientes judiciales señalan que desde su puesto en la administración de Caldas, Matallana defendía criminales, los escondía en su casa y se adueñaba de los bienes de sus defendidos, a los que les prometía libertad después de adueñarse de sus propiedades.

A Matallana también se le acusó de haber conformado una cuadrilla criminal que fue responsable de varias matanzas en Cundinamarca entre 1916 y 1924, sin embargo, el hombre fue absuelto de estos crímenes en 1925 por falta de pruebas.

Tiempo después, Fidel Perilla Barreto, juez primero del circuito de Chiquinquirá en aquella época, denunció que el ‘Doctor Mata’ desvió la investigación culpando a inocentes y fabricando un expediente judicial falso. Esa misma táctica lo libraría de una decena de procesos penales en su contra.

“Inducía al error a autoridades y ciudadanos en el ejercicio de la defensa jurídico penal. Como orador era muy bueno, como abogado disimulaba sus deficiencias con su gran habilidad para manipular”, explica el abogado penalista Francisco Bernate.

“El ‘Doctor Mata’ era la genialidad, la apariencia y el verbo, que se creía por encima de la ley”, señala Nubia Barreto, y agrega que “era un falso abogado tan seductor que hasta las mujeres le mandaban flores”.

Ya en Bogotá, Nepomuceno Matallana se presentaba ante sus clientes como egresado de la Universidad Republicana y aseguraba ser un “abogado titulado e inscrito”.

Su método era casi siempre el mismo. Localizaba a un personaje acaudalado, le hacía un análisis financiero y evaluaba las potencialidades económicas del negocio. Posteriormente, lo hacía alejarse de su familia, le tendía una emboscada y posteriormente los asesinaba.

Les decía que tenían que perderse porque los iba a capturar, que mejor le dieran un poder para manejar todas sus propiedades y que él se haría responsable de todo. Pero no se iban del país, los mataba, los tiraba a un barranco y se adueñaba de su patrimonio”, revela el antropólogo y periodista Esteban Cruz, experto en el caso del ‘Doctor Mata’.

Sin embargo, para el psicólogo forense, Edwin Olaya, el homicidio no era el delito que movía a Matallana: “él ya venía con una carrera delictiva de varios años, el asesinato era solo el medio que usaba para apoderarse más fácilmente de los bienes de sus víctimas”, y advierte que su motivación también consistía “en dominar y controlar a sus clientes”.

Después de ultimar a sus víctimas, Matallana no cortaba la relación con las familias. Durante varios meses, les hacía llegar largas cartas presuntamente enviadas por los ya difuntos desde diferentes partes del mundo y luego desaparecía sin dejar rastro alguno.

“Cuando se acababa el dinero se alejaba de las familias y les decía que su defendido no le había vuelto a escribir o que simplemente decidió comenzar una nueva vida con otra persona”, advierte Barreto.

En 1948, la prensa colombiana elevó a treinta el número de asesinatos cometidos por Matallana a lo largo de una década, sin embargo, el falso abogado fue condenado solo por el homicidio del comerciante Alfredo Forero Vanegas.

“Capturar a el ‘Doctor Mata’ fue difícil porque él ya había creado todo un entramado con la justicia y era hombre adinerado y respetado en la sociedad bogotana”, relata Cruz.

Tras ser detenido en 1947, Matallana se fugó dos veces de la prisión mientras se llevaba a cabo el juicio en su contra por la muerte de Forero Vanegas. De sus fugas, la que más tomó por sorpresa a las autoridades fue la que ejecutó durante los desmanes del ‘Bogotazo’ en abril de 1948.

Una reseña del proceso judicial contra el ‘Doctor Mata’ publicada por EL TIEMPO el 11 de mayo de 1951, cuenta que Forero le había prestado dinero a Matallana y que este le había hipotecado su finca ubicada en el sitio de La Regadera, en el municipio de Usme, al sur de Bogotá, como garantía de pago.

El expediente judicial también señala que el 12 de agosto de 1947, Forero manifestó a sus familiares que se dirigía hacia Calderitas, en Usme, para medir una finca que Matallana le estaba vendiendo. Esa fue la última vez que lo vieron con vida.

Ya en Calderitas, el ‘Doctor Mata’ obligó a Forero a firmar un poder mediante el cual este le encomendaba la administración de todos sus bienes. Luego le ordenó a Hipólito Herrera, su acompañante, que le disparara al comerciante y posteriormente tirara su cuerpo por un barranco.

El juicio contra Matallana fue de tal magnitud, que el juzgado tuvo que trasladarse a un teatro para que los miles asistentes pudieran apreciar las audiencias sin inconvenientes.

“En varias publicaciones se recuerda cómo en los debates la defensa del ‘Doctor Mata’ culpaba a las situaciones trágicas que había sufrido a lo largo de su vida por los errores que pudo haber cometido”, señala el abogado Bernate.

No obstante, para Nubia Barreto, “aunque es peligroso justificar las acciones de una persona en lo trágica que pudo haber sido su infancia, sí es cierto que el desarraigo y desafecto que padeció a lo largo de su vida, pudo haber incidido de alguna forma la psicopatía de Matallana”.

El proceso judicial contra el falso abogado fue tan comentado durante la época, que incluso Gabriel García Márquez señaló en una de sus crónicas: “…las audiencias públicas que se adelantan en Bogotá para juzgar al célebre ‘Doctor Mata’ están haciendo la competencia a (la radionovela) El Derecho de Nacer”.

A pesar de que Matallana fue condenado en 1949 por el Tribunal Superior de Bogotá a 24 años de reclusión en la cárcel Modelo de Bogotá por el homicidio de Forero, las constantes dilaciones del falso abogado prolongaron el proceso judicial diez años.

“En ese trámite de tapar su engaño ante toda una sociedad, el ‘Doctor Mata’ se vio obligado a continuar mintiendo y manipulando, sabía que de esa forma dilataría los procesos judiciales en su contra. Era una época con una impunidad espantosa, en muchas ocasiones la emotividad del discurso de la defensa opacaban las pruebas contra los criminales”, alega Bernate.

A Matallana también se le acusó de haber asesinado a Octavio Perdomo, dueño de la finca Pubenza, en Girardot; a Alberto Ramírez, propietario del automóvil que utilizaba; a Baudilio Mendoza, gerente de una gasolinera; y a Leonor López, mujer acaudalada en Bogotá. Sin embargo, ninguno de esos crímenes le fue comprobado.

“No era simplemente un asesino, le gustaba jugar con lo que sabía, le gustaba manipular a la gente, disfrutaba de la tortura”, concluye Nubia Barreto, y advierte que a pesar de todos sus crímenes, “nunca perdió el respeto de la sociedad bogotana”, que lo acompañó hasta el día de su muerte el 25 de enero de 1960.

Para el abogado Francisco Bernate, lo más preocupante de la historia de Matallana es que tanto en 1940, como en el 2018, en Colombia sigue siendo muy fácil hacerse pasar como abogado, juez o fiscal. “Y lo peor es que todo el mundo les cree a estos farsantes”.

JULIÁN VIVAS
REDACTOR NACIÓN