Inicio Colombia El escuadrón élite que combate a narcos desde el cielo colombiano

El escuadrón élite que combate a narcos desde el cielo colombiano

Apenas los radares de la Fuerza Aérea Colombiana detectan una aeronave desconocida en cielo fronterizo con Ecuador y que podría llevar cientos de kilos de droga o sobrevolar el suroccidente nacional, se activa la alerta y entran en operación protocolos establecidos por ambos países.

Desde la base aérea Marco Fidel Suárez, que funciona en el mismo terreno donde la Escuela Militar de Aviación (Emavi) tiene su sede en Cali, personal en tierra y los más experimentados pilotos del Comando Aéreo de Combate No.7, con jurisdicción en Valle, Cauca y Nariño, empiezan a desplegarse, al tiempo que lo hacen los de la base aérea de Tres Esquinas (Caquetá) y los de dos bases más en territorio ecuatoriano.

Por un lado, personal del centro de comando y control en tierra, en la base caleña, entra todo el tiempo en contacto con la Fuerza Aérea del vecino país. Por el otro, los pilotos, atentos a la orden de emprender el vuelo, no dudan ni por un segundo en abordar aviones que la FAC denomina «de interceptación».

Son aeronaves de combate de hasta dos tripulantes que están siempre conscientes de que en cualquier momento pueden pasar de la tierra al cielo, teniendo claro que el límite para hacer el sobrevuelo es, precisamente, la frontera, en este caso, la ecuatoriana. Entre esos aviones de combate hay pilotos de los A-29 Súpertucanos y SR-560 de seguimiento, que despegan con el propósito de alcanzar y de detener en el menor tiempo posible la aeronave intrusa.

Este es el grupo de pilotos y miembros de las fuerzas aéreas de Colombia y Ecuador que participaron en la misión de operaciones simuladas.

Foto:

Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

De esta manera, los pilotos colombianos más veteranos cumplen al pie de la letra los convenios entre Colombia y Ecuador, bajo el continuo control del personal de la base Marco Fidel Suárez, desde tierras vallecaucanas, sobre todo, cuando se trata de evitar en el aire el tráfico de estupefacientes. Pero también para contrarrestar el transporte de armamento y hasta el de oro extraído de manera ilegal por grupos armados, como lo hacen en la frontera con Ecuador aquellos que hasta diciembre del año pasado estuvieron bajo órdenes del abatido Wálter Patricio Arizala, bajo el sobrenombre de ’Guacho’.

A su vez, el personal especializado en seguridad, así como el que está entrenado en defensa de bases, el de armamento aéreo y el defensa del cielo colombiano también trabajan sincronizados y a la espera de tomar medidas. Todo depende de que arriba los intrusos respondan el llamado de la Fuerza Aérea Colombiana en Cali por frecuencias de radio estipuladas internacionalmente.

La tensión aumenta cuando el avión que irrumpe en el espacio aéreo se mantiene en silencio. La adrenalina también sube cuando tampoco responde o no acata el llamado de identificarse o de empezar el descenso. En este sistema, entran en juego, además, luces para advertir a los ocupantes de dicha aeronave que no tienen ninguna autorización.

La respiración de los pilotos de la Marco Fidel está casi paralizada. Lo último para lo que están plenamente entrenados es para reaccionar ante cualquier acción hostil de toda aeronave sospechosa.

Una de las simulaciones empleó una aeronave de la Fuerza Aérea de Ecuador.

Foto:

Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

Una vez los tripulantes de este avión responden, la Fuerza Aérea de Colombia sigue el protocolo, con el fin de una posterior entrega a las autoridades de la vecina nación, descendiendo en la base aérea de la capital del Valle del Cauca.

Allí, cada año, se realizan misiones simuladas como entrenamientos del más alto nivel, como esta en el suroccidente del país que entre el 24 y el 28 de junio pasado tuvieron la participación de 150 pilotos.

Ellos son la élite de las fuerzas aéreas Colombiana y de Ecuador, escogidos para estos ejercicios y fortalecer las relaciones bilaterales. 

El nivel es tal que  también hay entrenamientos con miembros de las fuerzas aéreas de Perú, Brasil y de algunos países de Centroamérica, bajo la estricta supervisión del Comando Aéreo de Combate No. 7, cuya destreza en los cielos puede ser equiparada con la de los popularmente conocidos como ‘Top gun’ del programa de entrenamiento de la Armada de Estados Unidos.

Estos ejercicios son el resultado de acuerdos binacionales.

Foto:

Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

La de junio pasado en la Emavi fue un entrenamiento con el nombre de ‘Andes II’, en el cual, como lo ratificó el coronel Juan Jaime Martínez Ossa, comandante del Comando Aéreo de Combate No.7, se pusieron en práctica estos protocolos y parámetros (Procedimientos Operacionales Vigentes) para la detección, identificación, interceptación, neutralización y captura de aeronaves ilegales que pretendan violar el espacio aéreo de los dos países.

“En esta ocasión, se desarrollaron misiones simuladas en la zona sur del país, verificando los mecanismos de vigilancia y control, operando desde Cali y en la Base Aérea de Tres Esquinas (Caquetá) por encontrarse en el área fronteriza”, explicó el coronel Martínez.

Anotó que es reunieron los equipos de trabajo y las tripulaciones de la FAC y la FAE para el planeamiento y coordinación de las misiones, “llevando a cabo un entrenamiento de alto nivel que fortaleció las relaciones binacionales y, a su vez, evidenció el liderazgo regional de la Fuerza Aérea Colombiana en el desarrollo de operaciones ofensivas para combatir el delito transnacional”.

Entre esas misiones de entrenamiento, utilizando recursos como radares y plataformas de seguimiento, también figuraron simulaciones con aterrizajes en la Base Aérea Eloy Alfaro en la ciudad de Manta, en Ecuador.

El alto oficial señaló que toda la Fuerza Aérea Colombiana neutraliza entre una y cuatro aeronaves que a diario llegan a invadir el espacio aéreo nacional. Indicó que muchos de estos aviones tienen capacidad para transportar 200 y 50 kilos de droga o material como el clorhidrato de cocaína y hasta una tonelada de esta y otras sustancias ilícitas. Manifestó que algunas de la aeronaves neutralizadas o detenidas en el aire, cumpliendo todos estos protocolos, son de un solo motor.

El comandante de la Fuerza Aérea Colombiana, general Ramsés Rueda Rueda, y su homólogo de la Fuerza Aérea Ecuatoriana, brigadier general Mauricio Campuzano, coincidieron en afirmar que el entrenamiento ‘Andes II’ cumplió las expectativas como ejercicio binacional de interdicción aérea entre ambos países. La primera vez que en la Emavi se realizó un entrenamiento similar, con pilotos de la FAC en Cali, fue en septiembre de 2015. 

Una escuela con avión fabricado por talento colombiano

La Escuela Militar de Aviación de Cali fue consecuencia inmediata de la Ley 126 de 1919, sancionada por el entonces presidente de la República Marco Fidel Suárez, considerado un gestor de la aviación militar en Colombia.

Luego de que la Emavi funcionó en Madrid (Cundinamarca), se trasladó a Cali en 1933, donde, de acuerdo con la misma Fuerza Aérea Colombiana, su misión básica es la formación militar, profesional y humana de los oficiales de la FAC; es decir, se forman cadetes de diferentes rincones del país.

Para optimizar esta tarea, los programas se actualizan en forma permanente, lo mismo que las técnicas y conocimientos aeronáuticos.
La Emavi ofrece, además, carteras de Administración Aeronáutica, Ingeniería Mecánica e Ingeniería Informática.

En enero de 1997 ingresó la primera promoción de cadetes femeninos; que se desempeñaron en todas las especialidades, excepto la de seguridad y defensa de bases, escalando en los grados militares con las más altas expectativas de proyectarse en el mando.

Este es uno de los aviones de entrenamiento en la Base Aérea y empleado por cadetes en la Escuela Militar de Aviación.

Foto:

Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO

La trayectora de la Emavi es tal que fue pionera en la fabricación del T-90 Calima, la primera aeronave en Colombia que, con un potente motor en el ‘pico’, fue capaz en 2009 de alcanzar una velocidad de hasta de 160 nudos (aproximadamente 300 kilómetros por hora).

Este avión se creó, tras una alianza entre la Corporación para la Industria Aeronáutica Colombiana (Ciac) y los fabricantes de aeronaves estadounidenses Lancair, con la necesidad de reemplazar los antiguos aviones de instrucción T-34 y T-41, fabricados en Estados Unidos y que llevan más de 50 años formando los primero voladores de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC).

Hace dos años, esta aeronave cumplió 10.000 horas de vuelo. 

CALI