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El mar está a punto de llevarse las tumbas de un cementerio guajiro

En El Pájaro el viento sopla de forma diferente cuando llega septiembre. Las cándidas nubes casi invisibles durante gran parte del año se juntan para envolver al pueblo en una penumbra. Y en las tardes, la marejada que sobrepasa las endebles barreras hechas con costales de arena termina sumergiendo a las casas en la peor de las tragedias.

La rapidez de las olas no da tregua. Los novecientos habitantes de este corregimiento de pescadores perteneciente a Manaure, en La Guajira, ni siquiera tienen tiempo para levantar las neveras del suelo. En un parpadeo, el agua puede llegar a los 30 centímetros de altura, dejando por horas la responsabilidad del desagüe a viejas motobombas.

“Desde septiembre el mar se agita y va cobrando territorio. Nos hemos quedado sin cincuenta metros de playa en los últimos veinte años. Todos los días nos toca luchar contra la erosión de 3,9 kilómetros de playa”, dice Víctor Alarcón Ruiz mientras llena con una pala otro de los costales de arena que funcionará como barrera contra la fuerza de la marea.

El corregidor del municipio señala que debido a esta problemática las personas del pueblo han optado por levantar el piso de sus viviendas debido a que “muchas ya tienen agrietamientos y se están hundiendo”.

Cuando sube la marea sube, el pueblo queda completamente inundado.

Foto:

Cortesía Víctor Alarcón Ruiz

De acuerdo con el Plan Maestro de Erosión Costera del Ministerio de Ambiente, El Pájaro es uno de los poblados del país más amenazados por los efectos de este fenómeno ambiental. La lista de territorios que necesitan medidas urgentes para afrontar esta situación la completan otros 19 territorios entre los que se destacan las playas de Boca de Camarones, en La Guajira; Galerazamba, en Bolívar; Boca Cerrada y Boca de Camarones, en Sucre; y San Antero, en Córdoba.

Datos del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar), señalan que en los próximos veinte años se perderían 5.049 hectáreas de las costas de la región Caribe y que en el 2070 la cifra ascendería a 12.827 hectáreas. La Guajira y Magdalena serían los departamentos más afectados, y Bolívar, Córdoba y Atlántico los que menos perderían territorio.

El ambiente de alerta en los poblados en riesgo no podría ser mayor. Líderes de El Pájaro le dijeron a EL TIEMPO que aunque esta es una emergencia que no da espera, se sienten abandonados por el Estado.

“La erosión nos hace sentir en constante peligro. El mar se mete a las casas, inunda los patios, las calles, el 100 por ciento del pueblo termina afectado y las pérdidas económicas son millonarias. Lo peor es que aquí no ha llegado del Gobierno a ayudarnos”, reclamó la líder comunitaria Paulina Duarte.

El peligro es tanto que algunos habitantes manifestaron no poder dormir tranquilos durante los meses en los que las olas arrecian con fuerza. El mar también está a punto de romper los muros del cementerio y dejar bajo el agua a las tumbas de los muertos del pueblo.

La erosión nos hace sentir en constante peligro. El mar se mete a las casas, inunda los patios, las calles, el 100 por ciento del pueblo termina afectado y las pérdidas económicas son millonarias

Hace siete años la Cruz Roja ayudó a reubicar 300 metros adentro del pueblo a un centenar de familias del barrio Santropel que perdieron sus viviendas por culpa de la erosión costera. Hoy esa población volvió a estar en riesgo debido a que el mar sigue recuperando terreno.

El corregidor Alarcón aclaró que, “aunque a la comunidad de San Tropel se la había advertido que era mejor reubicarlos en una parte más alta del pueblo, ellos no quisieron porque su vida depende de la pesca e irse más lejos sería entregarles en bandeja de plata sus canoas y atarrayas a los ladrones”.

Los riesgos de este poblado de 400 viviendas aumentaron en el último año debido a que una laguna de 800 metros de longitud, ubicada al otro extremo de la bahía, se desborda cada vez que el mar sobrepasa los muros de contención. Cuando esto pasa, la tragedia se vuelve más prolongada y el pueblo queda bajo el agua durante varias semanas.

Medidas de prevención ineficaces

Hace veinte años los habitantes de El Pájaro construyeron largas barreras de piedras que se sumergían en el mar con el fin de proteger sus playas de la inminente erosión costera.

Según los habitantes del pueblo, estas barreras tradicionalmente conocidas como espolones y que hoy son centro de debate ambiental a nivel nacional, han servido durante décadas para recolectar en la orilla la arena que llega con las olas y proteger a las viviendas de una mayor tragedia.

No obstante, en el Plan Maestro de Erosión Costera el Ministerio de Ambiente pidió el año pasado la planificación y rediseño de los 14 espolones ubicados en la costa del corregimiento debido a sus posibles efectos negativos en los ecosistemas marinos y su alto costo de mantenimiento.

Voceros del ministerio le dijeron a EL TIEMPO que medidas como esta se presentan en muchos casos como única alternativa y sin los soportes o estudios mínimos y necesarios “porque son elaborados por personal que no es riguroso en las propuestas de alternativas de solución, lo que origina que ‘el remedio es peor que la enfermedad’ o ‘se busca mitigar el efecto y no la causa’.

El peligro es tanto que algunos habitantes manifestaron no poder dormir tranquilos durante los meses en los que las olas arrecian con fuerza.

Foto:

Cortesía Víctor Alarcón Ruiz

En un parpadeo, el agua puede llegar a los 30 centímetros de altura, dejando por horas la responsabilidad del desagüe a las motobombas.

Foto:

Cortesía Víctor Alarcón Ruiz

La Guajira y Magdalena serían los departamentos más afectados, y Bolívar, Córdoba y Atlántico los que menos perderían territorio.

Foto:

Cortesía Víctor Alarcón Ruiz

Un estudio de Invermar sobre la funcionalidad de los espolones en las playas del Caribe señaló que es necesario replantear estas medidas porque “no se encuentran desempeñando la función para lo cual fueron diseñados” y porque al retener el sedimento a un lado de los mismos, se genera mayor erosión en la otra esquina de las estructuras.

El corregidor Alarcón alega que los espolones funcionan y que se deben construir nuevas barreras como estas porque gracias a ellas “la erosión no se ha llevados las casas y el cementerio del pueblo”.

El funcionario explicó que los 14 espolones que bordean al corregimiento se convirtieron en raíces de piedra que protegen a la población de una catástrofe mayor, y denunció que la razón por la que no les quieren aprobar la construcción de este tipo de barreras sería que a dos kilómetros del poblado hay un yacimiento privado gas que se vería afectado por la obra.

Por ahora, los habitantes de El Pájaro están a la espera de los resultados finales de un estudio realizado por Invemar y la Gobernación de La Guajira, cuya difusión se encuentra paralizada debido a los problemas judiciales que afronta la administración del departamento. Dicha investigación expondría una serie de medidas que deberían ser tomadas por la Oficina para la Gestión del Riesgo de Desastres en por lo menos cinco territorios en alerta.

Al preguntarles sobre las medidas que están implementando para afrontar esta grave problemática, la UNGRD en La Guajira indicó que están a la espera de los resultados de una investigación más reciente sobre los efectos de la erosión costera en el departamento y que trabajan en la implementación de las medidas recomendadas por una asesoría técnica realizada hace siete años por Corpoguajira en la que se concluyó necesaria la reubicación de las familias en riesgo y la construcción de 18 espolones en Riohacha, Manaure, El Pájaro, Dibulla y Punta de Los Remedios, por un valor aproximado de $ 48.711 millones.

*Esta es la primera entrega de una serie de reportajes sobre la situación que afrontan los municipios más amenazados por la erosión costera en Colombia. Si su poblado está pasado por una situación parecida, escríbanos a @ColombiaET, o a [email protected]

JULIÁN VIVAS
REDACTOR EL TIEMPO
NACIÓN @_auscultar