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El mensaje vocacional que dio Francisco a los religiosos en Medellín

En la tarde de este sábado, durante el cuarto día de visita del papa Francisco a Colombia, el sumo pontífice se reunió con obispos, sacerdotes y religiosas en el centro de eventos La Macarena, cerca del centro de Medellín.

Allí, después de escuchar las intervenciones de varios religiosos, entre ellos un sacerdote de la arquidiócesis de Medellín –la más grande de Colombia–, una religiosa carmelita descalza y la madre de un sacerdote, quienes hablaron de la vida consagrada a Dios, el papa se dirigió a las comunidades católicas para dirigirles un mensaje sobre la vocación religiosa.

“¡Queridos paisas!”, los saludó. “Cada uno de los que estamos aquí podríamos narrar la propia historia vocacional. Todos coincidirían en la experiencia de Jesús que sale a nuestro encuentro, que nos primerea y que de ese modo nos ha captado el corazón”.

Papa en La Macarena de Medellín

Francisco abrazó a una religiosa carmelita descalza que contó cómo había obtenido su vocación.

Foto:

Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO

Antes de hablar sobre los jóvenes, el Papa hizo un paréntesis para decir que Medellín le llevaba el recuerdo de jóvenes destruidos por la droga, y que quería “pedir perdón para quienes destruyeron las ilusiones de tantos”.

El Papa aseguró que, aunque son tiempos difíciles para el compromiso y los lazos comunitarios, “son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado”, en un nuevo mensaje de Francisco sobre el potencial de la juventud para la Iglesia católica.

A los jóvenes comprometidos con la militancia en la fe los llamó “callejeros de la fe”.

La intervención de Francisco siguió tras una lectura del Evangelio según San Juan en la que Jesús refiere la parábola de la vid (planta que produce la uva). Esta cuenta que, en el contexto de la última cena, Jesús habló a sus discípulos sobre la necesidad de que las ramas estén atadas a la vid, así como de que la tierra en que esta está sembrada sea nutritiva.

El Papa refirió una anécdota de la jornada de la juventud, en Polonia. Contó que uno de los jóvenes le preguntó: “¿Qué le puedo decir a un compañero mío que es ateo?”, a lo que le respondió que lo último que debía hacer era decirle algo y que, en cambio, debía actuar para que fuera su amigo quien le preguntara.

“¿Cómo es la tierra, el sustento, el soporte donde crece esta vid en Colombia?”, se preguntó el sumo pontífice. “¿En qué contextos se generan los frutos de las vocaciones de especial consagración?” Y se responde: “Seguramente en ambientes llenos de contradicciones, de claroscuros, de situaciones vinculares complejas”.

Dijo el obispo de Roma que, aunque la situación ideal sería tener familias y vínculos “más llanos, somos parte de esta crisis cultural, y en medio de ella, contando con ella, Dios sigue llamando”. Dijo que pensar que la crisis cultural pone en riesgo las consagraciones especiales “es cuento chino”.

El Papa dijo a los religiosos que fueron a verlo que Dios cambia el curso de los acontecimientos “al llamar a hombres y mujeres en la fragilidad de la historia personal y comunitaria”, y los llamó a no tener miedo porque, en esa tierra compleja, “Dios siempre ha hecho el milagro de generar buenos racimos, como las arepas al desayuno”.

Como lo dijo también frente a los obispos que lo escucharon en Bogotá, de la Conferencia Episcopal de Colombia, llamó a cierta austeridad espiritual que hace frente a la natural vulnerabilidad de los seres humanos: “No se puede servir a Dios y al dinero”, les dijo una y otra vez.

“Las vocaciones de especial consagración mueren cuando se quieren nutrir de honores, cuando están impulsadas por la búsqueda de una tranquilidad personal y de promoción social, cuando la motivación es «subir de categoría», apegarse a intereses materiales, que llega incluso a la torpeza del afán de lucro. Como he dicho ya en otras ocasiones, el diablo entra por el bolsillo”, sentenció.

Papa en La Macarena, en Medellín

La arquidiócesis de Medellín es la más grande del país, con mayor número de iglesias y religiosos.

Foto:

Santiago Saldarriaga / EL TIEMPO

El Papa utilizó ejemplos de Colombia para mostrar cómo es posible que, en contextos complejos, surjan vocaciones especiales.

Cito a la santa Laura Montoya –“una religiosa admirable cuyas reliquias tenemos con nosotros y que desde esta ciudad se prodigó en una gran obra misionera en favor de los indígenas de todos el país”, dijo–, así como al beato Mariano de Jesús Euse Hoyos (conocido como el padre Marianito), y otros religiosos del país “cuyos procesos de canonización han sido introducidos”, “como también otros tantos, miles de colombianos anónimos que, en la sencillez de su vida cotidiana, han sabido entregarse por el Evangelio y que ustedes llevarán en la memoria y serán estímulo en su entrega”.

Tres propuestas del Papa a los religiosos

Francisco propuso tres modos de hacer efectivo el permanecer en Jesús, que “no significa solamente estar, sino que implica mantener una relación vital”.

El primero: “permanecemos en Jesús tocando la humanidad de Jesús”, esto es, “no como juez, sino como buen samaritano”, en la mirada, sentimientos, gestos y palabras de Jesús, “que expresan amor a los cercanos y búsqueda de los alejados”.

El segundo modo propuesto por el Papa es permanecer “contemplando su divinidad”, es decir, “despertando y sosteniendo la admiración por el estudio que acrecienta el conocimiento de Cristo”, y cita una frase de San Agustín: “No se puede amar a quien no se conoce”.

Llamo a los religiosos a auscultar las escrituras, a buscar en estas lo que quiere Dios de ellos y su pueblo. Así como a “hacerse libres” en la oración.

“Haber sido llamados no nos da un certificado de buena conducta e impecabilidad; no estamos revestidos de una aureola de santidad”, les dijo a seminaristas, sacerdotes y religiosos.

El tercer modo es “permanecer en Cristo para vivir en la alegría”. El sumo pontífice, quien provocó risas del auditorio con varios de sus apuntes jocosos, dijo: “No seremos discípulos tristes y apóstoles amargados”.

El Papa terminó su intervención pidiéndoles a los religiosos asistentes “ser promesa de un nuevo inicio para Colombia, que deja atrás diluvios de desencuentro y violencia, que quiere dar muchos frutos de justicia y paz, de encuentro y solidaridad”.

Después del discurso de Francisco, hubo una intervención musical, un rezo del Padrenuestro y una bendición final, antes de salir de nuevo hacia el aeropuerto Olaya Herrera, desde donde viaja a Rionegro y, luego, a Bogotá.

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