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El ‘monstruo’ que imitó a Garavito y asesinó en tres años a 34 niños

Durante la toma de las Farc a Bolívar (Cauca), en 2001, hubo un hecho que casi pasó desapercibido: en aquel ataque perpetrado en noviembre, guerrilleros de la columna Jacobo Arenas dejaron en libertad a los presos de la cárcel de ese municipio, entre ellos a Manuel Octavio Bermúdez Estrada, quien en 1999 había sido condenado por el abuso sexual de un menor de edad en ese lugar.

En su celda se encontraron varias cosas que llamaron la atención de las autoridades: un libro sobre la vida y los crímenes de Luis Alfredo Garavito, y diferentes recortes de prensa sobre declaraciones y detalles de su captura en abril de 1999.

Estos detalles no despertaron las sospechas de los investigadores sino hasta la captura de Manuel Octavio en 2003, cuando se conoció que desde los 90 había sido señalado de ser un abusador sexual de menores.

La historia criminal de Manuel Octavio es la de un imitador. Encontró en cada detalle de la vida de Garavito algo similar a su vida. Sus traumas y los actos que le producían placer.

Nació en Trujillo, Valle del Cauca, en 1961. Con menos de 5 años fue abandonado por su madre y dejado al cuidado de una familia cercana.

Durante su niñez, fue víctima de abusos por parte de esta familia. En una ocasión, bajo los efectos del alcohol, su madre adoptiva lo lanzó desde un balcón, lo cual le causó afectaciones en su pierna izquierda que lo dejaron cojeando de por vida.

Él empieza su escalada criminal a mediados de 1990 (…) pero cuando se inicia en ese proceso abusaba de menores de edad, no los mataba

Más tarde, Manuel es enviado a través de una tía política, a Pradera, en el Valle, a una nueva familia. En este entorno, él iba a terminar de criarse con una pareja humilde que tenía problemas de alcoholismo. En este lugar es abusado sexualmente, además de sufrir diferentes tipos de maltrato.

Para Belisario Valbuena, sicólogo forense especialista en análisis de la conducta criminal, todo este contexto en el que se desarrolla la historia de Manuel Octavio generaron una afectación sicológica que lo llevó a desarrollar su conducta criminal.

Manuel Octavio Bermúdez, conocido como ‘El monstruo de los cañaduzales’.

Foto:

Archivo particular

“Él empieza su escalada criminal a mediados de 1990 –explica el experto–; pero cuando se inicia en ese proceso abusaba de menores de edad, no los mataba. En 1999, cuando cae en prisión, es cuando empieza a obsesionarse con Garavito y empieza a tenerlo como un referente, en su modo de actuar y también en empezar a matar a sus víctimas”.

Al salir de la cárcel, Manuel Octavio centró sus ataques en el centro y norte del Valle, en donde continuó con el macabro legado de Garavito.

El imitador de ‘La bestia’

La sicología forense explica que la psiquis de los criminales seriales los obliga a tener como referente a otro asesino. Es una forma de justificar sus actos a través de una comparación no solo relacionada con su modus operandi, sino también con sus traumas.

Manuel Octavio encontró en Luis Alfredo Garavito un referente. Ambos sufrieron abusos durante su infancia y también hay identificación en la homosexualidad de ambos.

“Si se entra a analizar todo lo que compone a esta persona –señala Valbuena–, se puede ver que ambos abusan y asesinan menores de edad, ambos los asfixian y eso en Manuel Octavio más tarde se convertiría en otro mecanismo para obtener placer. La única diferencia es que él utiliza lidocaína (un anestésico) para adormecer a sus víctimas y luego abusar de ellos, pero son las mismas formas de atacar”.

Autoridades lograron identificar a 34 víctimas de Manuel Octavio, lo cual lo llevó a ser reconocido como ‘El monstruo de los cañaduzales’, pues su forma de actuar consistía en abusar de los menores, ahorcarlos con una soga y luego dejarlos en medio de los cañaduzales que crecen en los paisajes vallecaucanos.

Solo en 2002, autoridades de Palmira, donde residía Manuel Octavio, registraron la desaparición de 11 menores de edad entre los 9 y los 13 años.

Su oficio como heladero fue la fachada perfecta para atraer a sus víctimas. No obstante, así como Garavito, también empezó a simular ser una persona desvalida –aprovechando su cojera- para convencer a niños de veredas en Pradera y Palmira de ayudarlo a encontrar unas terneras que se le habían perdido.

(…) la Fiscalía encontró un maletín con ropa del niño muerto y su reloj, prendas interiores de talla pequeña y revistas de anatomía

Edwin Olaya, perfilador criminal, sostiene que este método de manipulación es un rasgo muy marcado en los asesinos seriales, por lo que sus tácticas pueden variar con el fin de atraer a los niños.

“El engaño, la manipulación, todo eso constituye el comportamiento criminal –explica Olaya–; una persona que puede desarrollar tal capacidad es un completo maestro del engaño. Con eso consigue atrapar a sus víctimas”.

Luis Alfredo Garavito usaba las mismas tácticas. Fingir una lesión o hasta disfrazarse de cura fueron algunas de sus artimañas.

Omaira Salazar, madre de un una de las víctimas de Manuel Octavio Bermudez en el Valle del Cauca.

Foto:

Héctor Fabio Zamora / Archivo EL TIEMPO

Ambos también guardaban recuerdos de sus víctimas. Tras la captura de Manuel Octavio se encontraron en su vivienda fotografías y ropa interior de los niños a los que abusaba y asesinaba. También, un rasgo idéntico al de Garavito, fue la costumbre de coleccionar los recortes de periódicos en los que se hablaba de sus actos criminales.

“Aquí hay un proceso de idealización –resalta Valbuena–; cuando empieza a admirarlo, empieza a adquirir sus mismas costumbres y por ende se da la imitación”.

No obstante, Edwin Olaya sostiene que no es posible demostrar que un asesino en serie quiera emular a otro, pues entre Garavito y Bermúdez existen marcadas diferencias.

La técnica utilizada por Manuel Octavio –explica Olaya– es la de la asfixia, no es una persona sádica como Garavito. Aquí lo único que pasó es que dos asesinos en serie confluyeron en la misma época”.

‘Sabía que algún día iba a caer’

Tras su captura, el 18 de julio de 2003, investigadores se encontraron sorprendidos cuando ‘El monstruo de los cañaduzales’ aceptó sin titubeos que él había asesinado a más de 20 menores de edad teniendo en cuenta que al imitar a Luis Alfredo Garavito, podía endilgarle a él esos crímenes.

Autoridades de Cali lo sorprendieron en Pradera, el mismo lugar donde un año antes un menor había logrado escapar de sus manos y se había dirigido a las autoridades para contarles lo ocurrido.

“Sabía que algún día iba a caer”, fue lo único que atinó a decir cuando fue confrontado por las autoridades.

Belisario Valbuena sostiene que el egocentrismo es otro rasgo particular de los asesinos seriales. “La necesidad sicológica de reconocimiento no le permitió a Manuel Octavio decir que esos muertos eran de Garavito, pues si la otra persona ya estaba condenada por este tipo de hechos, le sería más fácil escapar de una condena. El narcicismo es un rasgo también del asesino serial. De eso no se pueden desprender”.

La captura se dio tras una investigación de la Fiscalía en la que se descubrió un envase de lidocaína al lado del cuerpo de José Miguel Figueroa, un niño brutalmente asesinado en medio de un cañaduzal, en Yotoco.

Ese día, la Fiscalía encontró un maletín con ropa del niño muerto y su reloj, prendas interiores de talla pequeña y revistas de anatomía. También una cuerda larga con la que, se presume, ahorcaba a algunas de sus víctimas.

Pese a su confesa homosexualidad, ‘El monstruo de los cañaduzales’ sostuvo algunas relaciones con mujeres. De hecho, el día de su captura se presentó ante las autoridades María Kelly Sucerqui, excompañera sentimental de Bermúdez Estrada, quien afirmó que era inocente y contó que ocasionalmente visitaba a sus dos hijos de 19 y 15 años, y a su hijastra, de 20.

En el tema de la investigación criminal (en Colombia) no hay una base de datos que contenga esta información y ponerla al servicio de la identificación de asesinatos seriales

Fue condenado a 40 años de prisión en el año 2004. Durante la audiencia, al igual que Luis Alfredo Garavito, Manuel Octavio aseguró que voces en su cabeza le decían que debía matar niños. Ambos permanecen recluidos en la cárcel La Tramacúa, en Valledupar.

No creo que haya un encuentro de ambos con un tinte de admiración –sostiene Valbuena–; pero sí se deben poner a hablar de los casos, lo que hicieron y cómo lo hicieron. Cabe recordar que son narcisistas, es su comportamiento natural y no creo que vaya a ir donde Garavito para decirle que lo admira o algo por el estilo. Más bien es una conversación entre dos asesinos”.

Que estos casos se hayan dado casi en el mismo momento y las autoridades no hayan podido identificar con prontitud que existía otro asesino serial consiste, según expertos, más en un cierto nivel de incompetencia que en un acto de negligencia.

“En Colombia existe una alta población flotante –resalta Olaya–; Es muy difícil rastrear a las personas. En el tema de la investigación criminal no hay una base de datos que contenga esta información y ponerla al servicio de la identificación de asesinatos seriales”.

Otra de las razones es la falta de cooperación entre organismos que investigan estos crímenes, pues cada uno se encarga de una parte de las pesquisas sin engranar las piezas para fortalecer las investigaciones.

Condena con posible rebaja

El Juzgado Tercero Penal de Palmira, Valle, condenó a Manuel Octavio Bermúdez a 40 años de cárcel por el crimen de 34 menores, pese a que tras su captura solo reconoció el asesinato de 23 niños. ‘El monstruo de los cañaduzales’ no recibió la prohibición de descontar o reducir penas por beneficios para quienes cometan delitos contra menores de edad, pues esto solo apareció hasta 2006 con la Ley 1098 del Código de Infancia y Adolescencia.

MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA BORRERO
REDACTOR NACIÓN
En Twitter: @Leugim40

A partir del martes 6 de noviembre encontrará una historia nueva de ‘Asesinos en serie’ en este link. Serán, en total, siete historias.