Inicio Colombia El pueblo antioqueño donde lamentan la prohibición del asbesto

El pueblo antioqueño donde lamentan la prohibición del asbesto

Con tristeza recibieron en Campamento (Antioquia) la decisión de prohibir el asbesto en el país. Allí, donde está la única mina de este tipo en Colombia y una de las pocas del mundo, lamentan el gran índice de desempleo que la situación va a generar, pues la mina es la principal fuente de trabajo directo e indirecto en la zona. Según el concejal Gustavo Olaya, este miércoles harán una reunión con las autoridades municipales y algunos líderes comunales para determinar las medidas que van a seguir para contrarrestar la situación.

“Respetamos la decisión y, obviamente, la acatamos, pero es innegable que debemos buscar soluciones para no dejar tiradas a las personas que van a quedar sin empleo por el cierre de la mina, la cual, lastimosamente, no paga los mismos impuestos que sí pagan el alcohol y el cigarrillo”, anotó el corporado, quien añadió que son varios los llamados que le han hecho a los gobiernos Departamental y Nacional para que les ayude con acciones que permitan mejorar las condiciones económicas del municipio, pero no han recibido una respuesta satisfactoria.

En este municipio, en la vereda La Solita, una montaña de pequeñas piedras y arena gris reposa a la vista de todos. Es el cúmulo de material que ha sido depositado durante cinco décadas y queda tras cumplir el proceso de extracción del asbesto crisotilo, el mineral que abunda en la mina Las Brisas, una gigantesca roca ubicada a pocos metros y que se constituye como la única de este tipo en Colombia y de las pocas que quedan activas en el mundo.

Llegar a Las Brisas implica un recorrido de 50 minutos desde el casco urbano de Campamento por una polvorienta carretera. Para la comunidad, convivir con el asbesto es normal. Hace 50 años, cuando empezaron las labores de extracción del crisotilo, o fibra blanca, el único tipo de asbesto que se produce en la mina, los pobladores encontraron en él la principal fuente de empleo formal. Desde entonces, alrededor del 30 por ciento de la población trabaja en el lugar.

Muchos alcanzaron la jubilación tras años de labores. Algunos han renunciado para montar negocios propios con el dinero que ahorraron. Otros aún trabajan allí. En promedio, la empresa tiene 250 empleados, de los cuales el 85 por ciento corresponde a gente de la zona. Las mujeres cabeza de hogar también se benefician empleándose en el casino, como manipuladoras de alimentos o cocineras.

Por ello, el municipio está unido en una sola voz para expresar su preocupación por el posible cierre de la mina, el cual podría ocurrir por el fallo del Juzgado 39 administrativo de Bogotá, que le ordenó al Gobierno sustituir este mineral por materias menos nocivas, en un plazo de cinco años. La decisión se fundamenta en que este material pone en riesgo la salud y la vida de los trabajadores de empresas que lo usan o producen y de la comunidad en general.

La panela es el producto que más se produce en el pueblo, pero su comercialización es débil y no permite que los campesinos mantengan los trapiches y generen empleo.

Foto:

Jaiver Nieto/ETCE

Pero en Campamento no le temen al asbesto, pero sí a quedarse sin sustento, pues las opciones económicas y productivas que tienen son pocas.

Álex Echavarría trabajó siete de sus 37 años en la mina y con su trabajo compró una casa y montó un negocio de abarrotes. “Todas las veredas cercanas dependemos directa o indirectamente de la empresa. Mi negocio depende de los recursos de los empleados; si ellos trabajan, sube el comercio. Si la mina cierra, Campamento quedaría en un estado de pobreza muy grande”, dijo.

Esta preocupación tiene en vilo, incluso, a los residentes del casco urbano. El vicepresidente del concejo municipal, Gustavo Olaya, manifestó que aunque respetan la decisión del juzgado, no están de acuerdo con ella.

Tanto Álex como otros vecinos indicaron que en el municipio, otra fuente económica es la panela, pero la carga producida en una semana de trabajo la pagan máximo a 100.000 pesos, lo que no es rentable para mantener la operación de un trapiche y generar empleo, como sí ocurre con la mina.

La mayoría de familias de Campamento tiene un integrante que fue o es empleado de la mina o ya se jubiló tras trabajar en la misma.

Foto:

Jaiver Nieto/ETCE

Ante esta situación, prevén que muchas familias salgan del campo hacia la cabecera municipal en busca de oportunidades. En el municipio hay unos 8.700 pobladores, de los cuales 3.000 viven en la zona urbana y el resto, en la parte rural, distribuidos en 46 veredas, según datos de la Alcaldía. Pero, como en el casco urbano no hay opciones, es posible que se vayan hacia otros lugares, como hace unos años, cuando varias personas cogieron rumbo hacia Hidroituango, donde les ofrecieron trabajo.

Sin embargo, también temen que el desempleo genere una problemática social. De acuerdo con Cristian Agudelo, promotor de Desarrollo Comunitario de la Alcaldía, lo preocupante es que los habitantes retomen la siembra de cultivos ilícitos, una práctica que históricamente se desarrolla en la zona. Incluso, funcionarios y ciudadanos dijeron que a las familias que se acogieron al plan nacional de sustitución no les han cumplido lo pactado, por lo que hay desconfianza, y eso aumentaría las posibilidades de volver a sembrar.

Si la mina cierra, Campamento quedaría en un estado de pobreza muy grande

Para la administración, esto sería catastrófico, pues Campamento fue una zona muy golpeada por el conflicto y logró superar esa época, especialmente en los últimos cinco años. Jorge Gómez, representante legal de Minera Las Brisas de Colombia SAS, contó que los canadienses que llegaron a la zona hace 50 años para explotar tuvieron que salir de allí por la violencia a finales de los 90, dejando la mina en poder de los trabajadores. Por eso, el pueblo tiene tanto aprecio por la empresa.

Sin embargo, los empleados –que recibieron la mina como parte de la liquidación– no fueron capaces de sostenerse y quebraron en el 2011. Fue entonces cuando la Superintendencia de Sociedades adelantó el proceso formal de subasta, en el que la adquirieron los actuales dueños. En este momento, la mina produce 1.000 toneladas de asbesto al mes, frente a las 30.000 que produce Brasil y 70.000 de Rusia. Las Brisas no vende el producto en Colombia, pues en el país este ya casi no se usa, sino en Indonesia y Sri Lanka; además, ultiman detalles para exportar a Tailandia.

Los habitantes del municipio piden acciones urgentes para buscar alternativas económicas ante el posible cierre de la mina.

Foto:

Jaiver Nieto/ETCE

Gómez manifestó que con otros accionistas se aventuraron a invertir allí tras consultar estudios que determinaban que el crisotilo no representa tanto peligro para la salud. “El asbesto es una palabra genérica para fibras generales. Hay dos grandes tipos de fibra: una que son los asbestos anfíboles, que prácticamente ya no se usan en el mundo, y otros que son los crisotilos. Está demostrado que la sobreexposición a los primeros sin medidas de protección puede causar problemas de salud. Pero si una persona respirara la fibra de crisotilo por estar sin protección y esta llegara al pulmón, es más fácil que el organismo degrade esa fibra”, sostuvo Gómez.

Para el empresario, la prohibición es una medida drástica, en tanto que en la historia de la mina no se han registrado muertes o enfermedades de algún empleado por contacto con asbesto. Por eso añadió que deberían prohibirse otras sustancias usadas por diferentes industrias, como arsénico, plomo, herbicidas, fungicidas o carbón, que también representan riesgos para la salud.

Trabajo en la mina

Gómez aseguró que en Las Brisas, las normas de protección para los trabajadores son extremas, e incumplirlas puede ocasionar sanciones o, incluso, la suspensión del vínculo laboral, un asunto que ratificaron empleados y exempleados de la planta.

En la mina, todos deben portar mascarillas con filtros que se cambian constantemente, zapatos de seguridad, guantes, cascos y gafas. Los overoles son enviados a diario a la lavandería y no está permitido que los ingresen a dormitorios o los lleven a sus viviendas.

Campamento es un municipio ubicado al norte de Antioquia.

Foto:

Jaiver Nieto/ETCE

José Luis Pérez, funcionario de la Alcaldía de Campamento, sostuvo que en el municipio no reposan registros que den cuenta de personas enfermas o fallecidas por asbestosis o mesotelioma, las dos patologías que son asociadas al contacto con el mineral.

“La comunidad se ha adaptado a convivir con una fiera dormida. Reconocemos lo que significa el asbesto a nivel mundial y tantos daños que causa, pero acá la gente no lo ve como un enemigo”, afirma Pérez.

La Organización Mundial de la Salud hizo un llamado a los países para que prohibieran este mineral. Más de 50 lo han hecho.

Según la Secretaría de Salud de Antioquia, en 2017 se registraron en el departamento 56 consultas de personas afectadas por mesotelioma. Asimismo, hubo 32 muertes por esta enfermedad entre 2010 y 2017. Fuentes de la entidad indicaron que no es posible concluir, con los informes disponibles, que las muertes por mesotelioma sean debidas a exposición al asbesto porque existen otros factores de riesgo.

La comunidad se ha adaptado a convivir con una fiera dormida. Reconocemos lo que significa el asbesto a nivel mundial y tantos daños que causa, pero acá la gente no lo ve como un enemigo

Para el médico toxicólogo Carlos Molina, especialista en salud ocupacional y profesor de la Universidad CES y el Tecnológico de Antioquia, la situación es compleja. Según explicó, independientemente del tipo de asbesto, ambas fibras perjudican la salud.

“El problema con el asbesto es que las fibras, al ser inhaladas, son como pequeñas agujas que se acumulan en el pulmón, y el cuerpo no es capaz de eliminarlas efectivamente. Cuando entran al pulmón están chuzando y chuzando, y, a largo plazo, el cuerpo se defiende de ese chuzón y genera un proceso inflamatorio”, señaló el experto.

Añadió que tras ese proceso inflamatorio se pueden generar enfermedades, entre las cuales está el cáncer de pulmón. Uno de estos tipos de cáncer es el conocido como mesotelioma, que es producido en la pleura (membrana que recubre el pulmón) y causa altos niveles de mortandad. “Hay estudios según los cuales el 99 por ciento de los casos de mesotelioma son adquiribles por exposición al asbesto, cuyos síntomas pueden aparecer hasta 30 años después de la exposición al mineral”.

El empresario Gómez se mantiene en contra de esta postura y dice que no es posible prohibir el asbesto cuando no hay estudios concretos en Campamento ni se han efectuado análisis rigurosos en Antioquia.

Hay estudios según los cuales el 99 por ciento de los casos de mesotelioma son adquiribles por exposición al asbesto

El médico respondió que no es necesario hacer estos estudios en Antioquia debido a que los resultados de causa y efecto ya se demostraron a nivel internacional.

La situación llegó hasta el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, quien indicó que el fallo hay que acogerlo, pero manifestó que se diseña un plan social que permita mitigar los efectos negativos para Campamento.

HEIDI TAMAYO ORTIZ
Enviada especial a Campamento, Antioquia