Inicio Colombia En 10 años, Colombia podría tener 150 peligrosos hipopótamos libres

En 10 años, Colombia podría tener 150 peligrosos hipopótamos libres

Bastará una década para que se duplique el número de hipopótamos que habitan libres en el Magdalena Medio antioqueño. Actualmente, se estima que hay entre 65 y 80 y, en el 2029, podrían ser 150, según un informe realizado por el Instituto Humboldt, la Universidad Javeriana, la autoridad ambiental Cornare, la Universidad Militar y el Zoológico Guátika.

La mayor concentración de estos exóticos individuos está en Doradal, un corregimiento de Puerto Triunfo, en dicha subregión de Antioquia. Allí, se mantienen juntos en varios grupos y habitan a su antojo porque el territorio les brinda todas las garantías que necesitan para sobrevivir.

Doradal es una comunidad única en Colombia y América Latina y, según los expertos, es el segundo lugar del mundo, fuera de África, donde hay una manada libre de hipopótamos.

Pero, según lo concluye el estudio, no hay certeza de que los animales se queden siempre allí. De hecho, hay preocupación porque se están expandiendo hacia otros lugares de Antioquia e, incluso, a otros departamentos del país.

Según el informe, esta especie ocupa actualmente 1.915 kilómetros cuadrados de territorio, pero podría extenderse hasta ocupar 13.587 kilómetros cuadrados en los próximos años.

En Doradal, corregimiento del Magdalena Medio, se encuentran al menos 50 de estos animales en libertad.

Foto:

Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

David Echeverri, biólogo de Cornare y líder de las estrategias de manejo de hipopótamos en Puerto Triunfo, contó que una de las grandes ventajas para la reproducción y expansión es que los animales están en zonas con gran cantidad de humedales y atravesadas por el río Magdalena.

A lo largo de este afluente, podrían llegar a lugares como Caldas, Cundinamarca, Santander, Boyacá, Córdoba, Sucre y Bolívar, indicó el experto.

Asimismo, añadió que los resultados de este estudio confirman lo que varias entidades ambientales y académicas vienen diciendo hace años: el Magdalena Medio antioqueño es un paraíso que permite la creciente multiplicación de hipopótamos y no se han tomado medidas contundentes para evitarlo.

Para lograr las conclusiones, los profesionales hicieron recorridos en la zona, análisis de la dieta de los animales, estudio de cómo se comportan jerárquicamente entre ellos, análisis de disponibilidad de hábitats, cruces de variables, entre otras metodologías.

Hipopótamos de Doradal (Antioquia)Hipopótamos de Doradal (Antioquia).

“Con base en registros de campo obtenidos por encuestas, asociados con condiciones climáticas y coberturas presentes, se evidenció un potencial de dispersión de la especie hacia el norte de Colombia”, dice el estudio.

Hoy, muchos de los hipopótamos habitan en predios de la hacienda Nápoles, que perteneció a Pablo Escobar y donde hoy funciona un parque temático. Los primeros tres fueron llevados por el exnarcotraficante en los años 80, desde un zoológico de Estados Unidos.

Después, tras la extinción de dominio de la propiedad, gran parte del área fue destinada a lo que hoy es el parque temático Hacienda Nápoles y otra parte a parcelas para que unas 100 familias campesinas tuvieran sus viviendas.

Luego de que la hacienda quedara en poder de las autoridades, se encontraron varios animales en el lugar, relató Oberdan Martínez, administrador general del parque.

“Unos se murieron, a otros se los robaron, a unos más se los llevaron para otras entidades. Los únicos animales que quedaron de ese anterior zoológico fueron esos tres hipopótamos, que además se quedaron deambulando por toda la hacienda hasta que se adueñaron de un lago”, indica Martínez.

Con base en registros de campo obtenidos por encuestas, asociados con condiciones climáticas y coberturas presentes, se evidenció un potencial de dispersión de la especie hacia el norte de Colombia

Hace 10 años, Cornare empezó un fuerte trabajo para hacer frente a la presencia de esta especie. Entonces, ya había unos 26 individuos, que hoy se han casi triplicado. Según el reciente estudio, esto es preocupante: aunque estos animales son callados, sosegados, bellos y exóticos, también representan un alto riesgo para otras especies, para los ecosistemas y para los seres humanos.

Por pertenecer a una especie anfibia, pasan “el día en el agua y emergen por la noche para alimentarse de hierba a diferentes distancias de la fuente de agua, afectando el crecimiento de la vegetación nativa. El impacto a los hábitat también se da por su tamaño y su condición de especie ingeniera de ecosistemas. Estas características hacen que los hipopótamos generen efectos negativos al abrir canales alternos, permitiendo la incorporación de nutrientes como materia orgánica y amoniaco, a los afluentes de agua”, indica el informe. 

Por otro lado, esta especie no cuenta con depredadores en Colombia y está entrando en contacto con los hábitats de especies nativas como manatíes y nutrias, lo que perjudica los ecosistemas propios del Magdalena Medio, agrega el estudio.

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

Foto:

Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal se estima que hay 50 hipopótamos libres.

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Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal, corregimiento del Magdalena Medio, se encuentran al menos 50 de estos animales en libertad.

Foto:

Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

En Doradal, corregimiento del Magdalena Medio, se encuentran al menos 50 de estos animales en libertad.

Foto:

Guillermo Ossa / Archivo EL TIEMPO

Además, la actividad pesquera en el río Magdalena está en riesgo y preocupa que las heces de los animales contaminen las aguas y son fuente de degradación y erosión, sin contar que son animales territoriales y, ante presencia de agricultura, ganadería, asentamientos humanos o carreteras en sus zonas de ocupación, es posible que haya encuentros con personas, lo que podría derivar en accidentes o tragedias.

De acuerdo con el estudio, las comunidades de Doradal ven de manera positiva la presencia de los hipopótamos, en parte por el turismo que les genera y porque se han convertido en sello de su identidad.

Pero, en otras zonas, hay una percepción negativa más acentuada entre los pescadores, quienes han manifestado temor por los encuentros con estos animales, debido a posibles agresiones en áreas de meandros y caños.

La dificultad de evitar la reproducción

Con las comunidades se viene haciendo un trabajo desde hace varios años para que comprendan lo peligroso que puede ser acercarse o molestar a un hipopótamo. Sin embargo, para las personas es normal verlos sumergidos en lagunas, pastando en días de lluvias o, inclusive, deambulando por un sector urbano del corregimiento.

Con líderes de la zona, Cornare ha hecho todo lo posible para evitar que los animales sigan deambulando libremente por los predios de las fincas aledañas a las lagunas. Una estrategia fue cercar con rocas donadas por las canteras de la zona, que ha sido más efectivo que los alambrados de púas. Esto ha posibilitado que sus paseos por el casco urbano sean menos frecuentes que antes.

Otra estrategia es garantizarles el alimento a diario para que no deban desplazarse a buscarlo. Esta tarea la cumple el parque temático Hacienda Nápoles, si bien, no es responsable de los animales. Dos veces al día, personal del lugar va hasta la orilla del lago para llevarles zanahorias, heno, repollos y lechugas, de modo que los animales sepan que allí pueden comer. Los animales ya están muy familiarizados con las personas que los alimentan, no los atacan, ya han desarrollado el respeto hacia ellos.

Echeverri explicó que una de las acciones más difíciles ha sido impedir que se sigan reproduciendo.

“Este año hicimos la esterilización de dos hipopótamos, es bastante complejo, costoso y peligroso; y no estamos siendo muy efectivos en la solución definitiva del problema porque mientras que esterilizamos dos hipopótamos en un año, nacen otros 15”, sostuvo el biólogo. Además, cada proceso de esterilización cuesta entre 10 y 15 millones por animal.

Para hacer estos procedimientos, hay una zona de manejo en la que se construyeron corrales de madera para encerrarlos, pero estos deben ser cubiertos por lonas negras para que tapen la visión de los animales y se queden tranquilos al interior, a donde llegan atraídos por alimentos.

No estamos siendo muy efectivos en la solución definitiva del problema porque mientras que esterilizamos dos hipopótamos en un año, nacen otros 15

Por otro lado, una de las ambiciosas metas era sacar a los hipopótamos hacia otros países, pero no ha sido posible por los trámites que implica entre gobiernos y por los costos de traslados.

“Esto solo lo podemos hacer pagando mano de obra y gestión con otros países, tenemos intereses en Uruguay, México, Perú y Ecuador, pero a nivel de costos de traslado no hemos podido”, agregó Echeverri, quien añadió que han hecho solicitudes con aerolíneas colombianas reconocidas, pero que las cotizaciones llegan incluso a los 100.000 dólares por el traslado de un solo hipopótamo.

Ante este panorama, los investigadores que participaron en el estudio consideran que es un problema nacional, por lo cual es necesario “definir nuevas directrices e indicadores para controlar sus efectos”, es decir, para evitar que los hipopótamos se sigan expandiendo y reproduciendo.

“Es urgente la consolidación de un plan nacional de manejo articulado con el Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras en el territorio nacional, institutos de investigación y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En cualquier caso, las acciones requieren recursos técnicos y financieros con los que actualmente no se cuenta”, concluye el informe.

HEIDI TAMAYO ORTIZ
Redactora de EL TIEMPO
Medellín