Inicio Colombia ‘Grandes desastres han ocurrido por problemas éticos y de corrupción’

‘Grandes desastres han ocurrido por problemas éticos y de corrupción’

En entrevista con EL TIEMPO, Gustavo Wilches Chaux, especialista en gestión del riesgo y gestión ambiental, dice que se debe eliminar el término “desastre natural”, porque muchas de las tragedias ocurridas en el país se habían podido prevenir, pero sucedieron porque no se tomaron las decisiones o estas no fueron las adecuadas.

¿Por qué ocurren con frecuencia tragedias como las del municipio de Rosas?

Cuando se talan árboles cuyas raíces amarran el suelo, se cambia el curso de ríos y quebradas, se secan humedales o se violan los derechos fundamentales del agua (a fluir, a ser absorbidas por el suelo, a desembocar, a contar con protección vegetal), y cuando, como sucedió con la comunidad afectada por este doloroso desastre en Rosas, Cauca, se construye en zonas de amenaza, los territorios rurales y urbanos van perdiendo su capacidad de absorber sin traumatismos el impacto de temporadas fuertes de lluvia o de sequía (como sucede ahora en la Sierra nevada y sus alrededores).

Los seres humanos intervenimos en los territorios sin dialogar por las buenas con la naturaleza, pensando que la naturaleza no es un ser vivo capaz de protestar. Por eso se generan este tipo de desastres.

Es necesario entender las causas de los desastres en general e identificar a los responsables en los desastres específicos

Si los planes de ordenamiento territorial son precisamente para determinar las zonas urbanizables, de acuerdo a unas amenazas y vulnerabilidades, ¿qué está pasando con los POT?

Es una obligación de los municipios hacer un Plan de Ordenamiento Territorial POT (o un Esquema de Ordenamiento Territorial EOT) en el cual, entre otras cosas, se identifiquen las amenazas, la vulnerabilidad y los riesgos. Y a partir de ahí se deben elaborar planes para reducir los riesgos y evitar que se conviertan en desastres. Pero muchas veces estos instrumentos de gestión del territorio se quedan escritos.

Eso que se llama POT no es “ordenar” las dinámicas naturales del territorio, sino ordenar las actividades humanas en función de lo que ya ha ordenado la naturaleza, que es la dueña del patio.

Otro problema es la corrupción. Varios de los grandes desastres que han ocurrido en Colombia en los últimos años (Hidroituango, puente Chirajara, Torres Space, etc) han estado ligados a problemas éticos y de corrupción. De acuerdo con el Fondo Adaptación, en el caso del municipio de Rosas desde 2015 se había suscrito un contrato con una firma de Cali para construir 90 casas, para reubicar a 90 familias en zonas de riesgo, pero 4 años después solo el 9 por ciento de esa obra había sido cumplida. Eso es un problema de corrupción o por lo menos de negligencia. Ahora están investigando si algunas de las familias damnificadas por este desastre están en la lista de las que se debieron haber reubicado.

Si sabemos que hay zonas de riesgo donde pueden ocurrir desastres naturales, ¿por qué no se toman decisiones?

Hay que eliminar el término “desastre natural”. Es necesario entender las causas de los desastres en general e identificar a los responsables en los desastres específicos. Y si los hay, deben señalarse para que asuman su responsabilidad. Los desastres (salvo contadísimas excepciones) ocurren porque se han debido tomar decisiones y no se han tomado, o se han tomado las que no eran adecuadas.

Entonces, tenemos que resignarnos o acostumbrarnos a estas tragedias…

Es una obligación no acostumbrarnos, no resignarnos, así como tampoco podemos resignarnos a las masacres, ni a los desplazamientos forzados, ni a los asesinatos. No nos podemos acostumbrar ni resignar ante desastres que podrían haber sido evitados (como parece que es el caso de Rosas).

Cuando la gestión ambiental y la gestión del riesgo funcionan bien y no ocurren desastres, ese éxito no se nota. Pero cuando la gestión ambiental-gestión del riesgo (que son totalmente complementarias) fallan, es muy notorio, muy trágico.

En este momento volvemos a vivir en muchos lugares de Colombia, la situación que ya vivió el país en 2010-2011 con el fenómeno de La Niña. Con la diferencia de que ahora estamos en una temporada de lluvias muy fuerte, pero no se puede culpar a La Niña. Después de la enorme inversión que hubo después de esa desastre, parecería que estamos igual o más vulnerables que hace casi una década.

GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ
Redacción EL TIEMPO