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La bendición de la sal en Puebloviejo

Mientras, en buena parte del Caribe colombiano, muchos ruegan para que lleguen pronto las primeras lluvias del año, en Puebloviejo (Magdalena) hay un grupo de familias que celebra el intenso sol y las fuertes brisas que soplan por estos días.

Gracias al sol y a las brisas, la sal brota del suelo de estas tierras salitrosas y ese es el medio de subsistencia de muchas familias de pescadores, que ahora en vez de tirar trasmallo en la Ciénaga Grande de Santa Marta o el mar, explotan la cosecha de sal que vive el pueblo.

Puebloviejo, municipio ubicado entre la Ciénaga Grande y el mar, y que es atravesado por la vía que comunica a Santa Marta con Barranquilla, es tierra de pescadores, pero el fuerte viento que sopla desde principio de año en la región no los deja que las pequeñas embarcaciones salgan al mar, por lo que hoy muchos permanecen en sus casas esperando que mejore el clima.

Hay otro grupo que pesca en la Ciénaga Grande, en donde las cosas no andan bien, ya que deben enfrentar los problemas de contaminación y sobreexplotación pesquera que han ahuyentando los peces.

Desde las 5 a.m. inicia la jornada de estas familias, que en un día puedan recoger hasta 25 bultos. 

Foto:

Leonardo Herrera Delgans

Hace años de aquí salían unas 27 toneladas de pescado y mariscos, hoy no llegan a las cinco, lo que está generando una verdadera crisis social.

La Salina de Puebloviejo es como se le conoce a este playón de una hectárea ubicado entre la Troncal del Caribe y el mar, justo en la entrada del municipio.

Allí hay una zona baja que en invierno se inunda y en verano por efecto del sol y la brisa el agua se evapora, dejando una charca, en cuyo fondo brota sal marina.

Desde las 5 a.m. se ven las personas como sombras escarbando entre el agua
, y sacando las manos llenas de sal que cuelan en vasijas plásticas y van depositando en neumáticos para luego amontonarla en la orilla en montículos de hasta un metro de alto.

Desde final de año comienza la temporada que va hasta mayo o junio, cuando caen las primeras lluvias

María Isabel Maldonado, de 55 años de edad, cuenta que desde niña recoge sal en esta charca, y fue su abuela quien la enseñó y esto le ha servido para conseguir unos pesos que le ayudan, en buena parte del año, al sustento de su familia.

“Desde final de año comienza la temporada que va hasta mayo o junio, cuando caen las primeras lluvias”, dice la mujer, quien trabaja en esta salina con su esposo, dos yernos y un grupo de amigos.

Un buen rebusque

Aquileo Sandoval, de 77 años, un curtido pescador que dice tener el “cuero duro de tanto sol y sal que ha recibido”, asegura que entendió que ya no son los tiempos en los que él salía y traía peces abundantes para vender y comer.

Él, como otros pescadores de la región, decidió salir a rebuscarse unos pesos con la cosecha de sal.

La pesca está jodida, y tengo unos pelaítos que mantener”, dice el hombre quien trabaja entre las 5 a.m. y las 9 a.m. cuando el sol comienza a calentar y hace difícil el trabajo.

Dependiendo de “la voluntad”, como él llama a las ganas de trabajar que tenga ese día, puede recoger, en cuatro horas, hasta 10 sacos de sal, cada uno de 50 kilos, pero hay compañeros que se pueden hacer en la jornada hasta 25 bultos.

Por cada saco, cuenta Aquileo, les pagan 2.000 pesos, pero ellos deben darle 200 pesos al dueño del terreno, como una especie de impuesto a la explotación del terreno.

Sal para todo el país

El hombre encargado de comprar y comercializa esta sal es Víctor Sandoval, de 68 años de edad, conocido como ‘El Tigre’, quien dice que tiene compradores en los mercados de Cali, Pereira, Bogotá, Bucaramanga, Cúcuta, La Dorada, Montería, Cereté, Barranquilla, Cartagena, y Sincelejo.

“Es sal marina que se usa para cultivos, el ganado. La tienen que moler porque es en grano, y luego la mezclan algunos químicos”, explica Sandoval, quien también compra en las salinas de Manaure (La Guajira), y asegura que la que sacan de Puebloviejo es igual a la de allá.

La salina de Puebloviejo puede producir en una temporada unos 8.000 sacos. Más 2.000 que producen las charcas que cavan personas en los playones de la carretera frente a los corregimientos de Tasajera, Palmira y La Isla del Rosario.

“Esto produce como al ciruela o el mango, una le saca hoy y mañana vuelve y coge. Entre más saca más coges. La vaina que es como le caiga agua hasta allí llegó todo”, dice El Tigre, quien ruega porque el agua se aguante un poco para seguir aprovechando esta bendición de la sal, que es lo único que tienen muchas familias por estos días para poder sobrevivir.

Leonardo Herrera Delgans
Enviado especial de EL TIEMPO
​Puebloviejo (Magdalena)
@leoher69