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La caótica crisis que viven los samarios por la falta de agua potable

Cada verano, los dos ríos (Manzanares y Bonda) que son las fuentes hídricas del acueducto de Santa Marta, registran un descenso significativo en sus caudales y la ciudad queda expuesta al desabastecimiento.

Si bien es una problemática histórica, que ha obligado a la población a tener que sobrellevarla mientras vuelven las lluvias, los últimos años, por el crecimiento urbanístico y demográfico, la crisis se ha recrudecido.

Doña María Pérez, quien tiene 70 años de edad, de los cuales 60 ha vivido en el Centro Histórico, dice que no recuerda haber sufrido en su sector por la ausencia del líquido. Por eso resultó una sorpresa, recientemente, abrir la llave de la cocina y no salir ni una gota. “Fue ahí cuando tuve certeza de la gravedad del problema de desabastecimiento que sufre mi ciudad”, comentó.

Al convertirse en otra de las miles afectadas por la no prestación del servicio, doña María tuvo que salir a las calles en compañía de su esposo de 75 años a buscar agua donde vecinos.

Al igual que el Centro de Santa Marta, otros sectores que siempre habían tenido acceso al agua, dejaron de recibirla y están viviendo en carne propia el sufrimiento y desespero que padecen muchos barrios.

Antonio López y su esposa Amira de La Rosa, que viven en San Jorge, cuentan en su casa con elementos para la extracción y la recolección de agua.

“Ya nosotros sabemos lo que nos espera todos los años, especialmente cuando no hay lluvia; así que estamos preparados, psicológicamente, para salir con la carretilla llena de pimpinas y una motobomba para hacer filas unas cuadras abajo que es en la única parte donde llega el agua”, manifiesta Antonio, quien asegura que hay días que, dependiendo de la disponibilidad del recurso hídrico, debe trasnochar o madrugar para poder abastecerse.

«Cuando llega el agua en la parte baja, todos corremos sin importar la hora y llenamos lo que más se pueda para poder bañarnos, lavar la ropa; ya para tomar preferimos comprarla en la tienda», relata.

Aunque Antonio y sus vecinos dicen estar ya acostumbrados y preparados para resolver la ausencia del líquido en sus hogares, manifiestan que estos dos últimos años, el verano los ha golpeado con más intensidad.

«Hay veces que el agua deja de llegar hasta por 20 días al lugar que acostumbramos, algo que nunca habíamos vivido, así que nos toca caminar mucho más hasta conseguir, incluso hay días que regresamos a la casa secos sin saber que hacer porque la compra de paquetes de bolsa de agua en la tienda nos tiene sin dinero», manifiesta este samario, quien anhela algún día se acabe esta lucha por la obtención del líquido preciado.

Este angustiante panorama se registra actualmente en más de 150 barrios de Santa Marta a los que el agua ha dejado de llegar.

No hay agua

La empresa Veolia que culminó, este jueves, su contrato de operación del acueducto en Santa Marta, antes de su salida, reconoció las dificultades que enfrentaba para prestarles el servicio a más de la mitad de la ciudad, debido a que los ríos están secos y no hay donde coger agua para distribuirla.

«Está en marcha un plan de contingencia con carrotanques y unas medidas más como instalación de tanques comunitarios, optimización de pozos profundos entre otras, pero ninguna es suficiente para atender la demanda de usuarios que es más alta y el acueducto sigue siendo el mismo de siempre», explicó en algún momento Fernando Moncaleano, gerente de la entidad.

El déficit de agua se registra hasta en épocas de lluvias, pues la ciudad necesita 2.500 litros por segundo para abastecerse, pero toda la red que conforma el acueducto produce alrededor de 1.500 LP, lo cual en tiempo seco se reduce a 1.200 LP. Este año la situación es más crítica, debido a que entre los dos ríos y los 46 pozos construidos están generando únicamente 900 LP, es decir casi el 70 por ciento menos.

«Lo que estamos haciendo es que el poco recurso hídrico que tenemos, se está distribuyendo de una manera igualitaria ya sea por la red o con carrotanques, pero obviamente no es suficiente», admitió Moncaleano.

Soluciones aplazadas

En agosto del 2018, los samarios celebraron la aprobación del Gobierno Colombiano del Plan Integral de Abastecimiento de Agua de Santa Marta, el cual daría lugar a una millonaria inversión para ponerle fin a la problemática, no obstante el mandato del presidente Juan Manuel Santos culminó y la solución quedó aplazada.

Este año,  Iván Duque, que en su discurso de campaña se comprometió en darle prioridad a la crisis de agua que es la mayor necesidad que sufre la capital del Magdalena, dilapidó las ilusiones de los samarios, al llegar a la Presidencia y echar para atrás el proyecto de la APP que prometía ponerle fin a los años de padecimiento por la falta de un acueducto que pueda responder por la cantidad de habitantes que supera los 450 mil.

Desde el Ministerio de Vivienda se planteó un acueducto regional que proponía captar agua de los ríos Córdoba y Toribio, esa opción también al final se descartó.

El alcalde Rafael Martínez, al no encontrar respuesta del Gobierno Nacional y ante la necesidad de conseguir urgente nuevas fuentes de captación de agua, planteó la posibilidad de comprometer recursos de vigencias futuras para utilizarlos en un proyecto que resuelva el problema a un corto plazo.

La voluntad expuesta por el mandatario y que contó con la aprobación de 892.000 millones por parte del Concejo Distrital, reactivó la expectativa entre la ciudadanía, pues tal parecía que ahora sí no habría nada que pudiera impedir que Santa Marta como otras ciudades del país tuviera continuidad en la prestación del servicio de agua potable.

La planta desalinizadora, al igual que la construcción de una planta de captación en El Curval y la ampliación de la del Roble y otras obras más de optimización de la red, parecía ser la propuesta más indicada para garantizarle el líquido preciado a los samarios.

Un viaje del Alcalde a Israel para tener un conocimiento sobre el proceso de desalinizar el agua del mar, hacía pensar a los samarios que ya todo se encontraba listo para poner en marcha el proyecto que debe liderar a la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta, Essmar.

No obstante, el mandatario samario a su regreso a la ciudad, fue suspendido del cargo al quedar cobijado con una medida de aseguramiento por presuntas irregularidades en la contratación de obras públicas.

La situación judicial del alcalde, no solo frenó la solución que estaba ya planteada, sino que ha puesto en dudas su implementación.

Andrés Rugeles quien fue designado alcalde de Santa Marta por el Presidente de la República, aunque el pasado lunes 15 de abril ratificó a la Essmar como nuevo operador del acueducto y alcantarillado, en un comunicado que leyó, expuso sus dudas frente a la capacidad y transparencia de la empresa pública para suministrar el servicio y solicitó a los organismos de control estricta vigilancia en el manejo de los recursos.

También puso algunos límites a la gestión, exactamente en la contratación.  El mandatario Martínez, alertó sobre las nuevas decisiones que se podrían adoptar en su ausencia entorno al agua, pues según él lo que se busca es darle un manejo político que traerá graves perjuicios para la capital de Magdalena.

Son más de 150 barrios en Santa Marta que el agua potable les llega mediante el sistema de carrotanques.

Foto:

Roger Urieles/EL TIEMPO

En medio de la más grande crisis de desabastecimiento y en plena temporada de vacaciones de semana santa, la empresa de Servicios Públicos inició su operación en Santa Marta, anunciando de entrada un agresivo plan de acción con el que pretende proporcionarles el agua a todas las comunidades, incluso a los más de 100 mil turistas que se encuentran hospedados.

La gerente de la Essmar, Ingrid Aguirre, se encuentran recorriendo barrios y contándole a los samarios lo que significará que después de 29 años una empresa estatal vuelva a manejar el acueducto y alcantarillado.

Los compromisos expuestos por Aguirre, generan cierta expectativa entre la población, no obstante la única realidad es que en Santa Marta no hay agua, pues desde hace 30 años no hay una nueva fuente de abastecimiento, pues la deforestación y cambio climático mantiene seco los ríos que nutren el acueducto.

Toda la atención de la ciudad se concentra ahora en las decisiones que se adopten por parte de la Administración Distrital, respecto a la solución definitiva a esta crisis.
Lo único concreto de momento es que el agua sigue siendo una fantasía para Santa Marta, donde sus habitantes parecen estar condenados a sufrir eternamente por desabastecimiento.

Roger Urieles V.
Especial para EL TIEMPO
SANTA MARTA