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La conmovedora liberación de animales en Puerto López, Meta

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Desfile de silleteritos

Hernando Herrera / EL TIEMPO

Varios animales fueron liberados en su hábitat natural durante una jornada llena de rostros atónitos –como los observados en la foto- ante la posibilidad de retornar a su estado silvestre, lejano al cautiverio. Especies terrestres, aéreas y acuáticas, regresaron a sus diversos ecosistemas y, desde la tarde de este domingo, recorren libres las praderas, las aguas y los cielos.

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Entre las especies liberadas había varios felinos, reptiles y monos. En total, se dio libertad absoluta a 60 animales.

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Pero ¿quiénes dieron libertad a las ardillas, los monos, las serpientes y las águilas; entre otros? Una alianza entre la Reserva Natural de la Sociedad Civil Yurumí, Cormacarena y el Bioparque los Ocarros, fue la responsable del noble acto con los animales.

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Entre las especies terrestres liberadas había cinco monos frailes que fueron transportados desde Bogotá hasta Villavicencio por la CAR Cundinamarca –Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca-, como parte de la cooperación interinstitucional.

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En el proceso de liberación participaron no solo miembros de las organizaciones responsables, sino también ciudadanos, civiles y miembros de la fuerza pública. En la foto, la ardilla ya olfatea la libertad que le espera tras la apertura de su jaula.

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Las liberaciones se realizaron en la Reserva de la Sociedad Civil El Yurumí, en la vereda Matazul- Yucao en el municipio de Puerto López, Meta, la cual es destinada a la conservación y está inscrita en el Registro Único Nacional de Áreas Protegidas RUNA de Parques Nacionales Naturales de Colombia.

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Sin embargo, antes de la liberación, los animales fueron rehabilitados en el Centro de Atención y Valoración, en el cual se registró su salud, sus posibilidades de supervivencia y las condiciones físicas y biológicas en las que llegaban a su hábitat natural.

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Algunas especies liberadas, como se aprecia en la foto, no tenían un gran tamaño y estaban en una etapa de ‘adolescencia’ en la cual desarrollarán habilidades rápidamente al momento de desenvolverse en los ecosistemas correspondientes.

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Algunos animales provenían del negocio ilegal y tráfico de fauna, razón por la cual no se podían liberar sino después de una valoración y rehabilitación. Traficar con especies silvestres es un delito ambiental y, según la ley 1333 de 2009, causa penas carcelarias de hasta 9 años.

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La liberación de algunas especies requería de especialistas quienes, al momento de abrir las cajas que contenían a los animales, estaban pendientes tanto del bienestar del liberado como de quienes, oficiando de testigos, deseaban éxitos en la nueva aventura silvestre.

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Otras especies, por el contrario, debían ser liberadas con la ayuda de varios hombres –incluyendo los servicios civiles- debido a su tamaño y a la posible represalia que el animal podría tener ante los espectadores y ayudantes. Por fortuna, este cocodrilo retomó su rumbo por un pantano cercano, trayecto directo a la libertad.