Inicio Colombia La historia de 2 excombatientes de las Farc premiados por su trabajo

La historia de 2 excombatientes de las Farc premiados por su trabajo

Cuando Jordan Stiven Aguilar tenía 15 años, un comandante de las Farc lo convenció para que ingresara a las filas de la guerrilla en Guaviare con la promesa de que iba a conocer a su mamá, no obstante antes de poder verla la asesinaron.

Ariel Beltrán hizo parte del esquema de seguridad del temido jefe guerrillero ‘Mono Jojoy’ y en un bombardeo vio morir a 18 de los 22 compañeros del grupo de seguridad que se encargaban de cuidar al abatido exjefe guerrillero.

Los dos acaban de recibir reconocimientos en la Noche de los Mejores 2018 por parte de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN) del suroriente colombiano.

Jordan recibió la distinción al mejor en educación por su buen desempeño académico en la técnica profesional que adelanta en el Sena y porque aplica sus conocimientos adquiridos en la empresa petrolera donde trabaja y es un excelente ejemplo de resiliencia.

A Ariel, la ARN le reconoció su trabajo con la ciudadanía por el acompañamiento que hace a sus colegas excombatientes en procesos de reincorporación y con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) adelanta un trabajo comunitario en el barrio El Delirio, en Villavicencio.

El grupo de excombatintes a quienes la ANR les hizo reconocimientos en la Noche de los Mejores 2018 del suoriente colombiano.

Foto:

Cortesía ANR

Jordan en las Farc

Jordán nació en Villavicencio, pero se crió con los bisabuelos en el caserío en Guaviare, alejado de sus padres. Cuando tenía 8 años apareció el papá y lo llevó a vivir a la capital del Meta, pero no tuvieron una buena relación y por eso regresó al campo.

A los 15 años llegaron los guerrilleros liderados por ‘Caresanto’, a convencerlo para que ingresara a las Farc, incluso, le propuso hacer un intercambio por la mamá que era miliciana. Jordán no quería perder su libertad pero la insistencia del guerrillero y la idea de conocer a su madre lo llevaron a las filas de esa guerrilla.

Pero lo más doloroso es que Jordán no pudo ver a su mamá. “Me la arrebataron cuando llegaba a conocerla. No me la quisieron dejar ver. Ella era miliciana y la iban a soltar. Después, un muchacho me contó que la habían matado. En ese momento quedé vacío, sentí como si se me hubieran llevado un pedazo del alma y lloré como un niño. Nunca la conocí para haberle preguntado los motivos de dejarme solo”, dice.

“Eso me dio muy duro, me desmoralicé por completo. Aguanté cinco años en las filas de la guerrilla. Hubo la oportunidad y me volé en el 2004. Corrí desde las 8:00 de la mañana hasta las 4:00 de la tarde, descansaba por raticos. Salí a la base de La Macarena (Meta) con el temor porque le inculcan a uno un miedo muy tremendo, tenía miedo de entregarme”.

Ariel en las Farc

Ariel nació en Uribe, Meta, donde vivió y cursó hasta noveno grado, pero por falta de oportunidades, cuando cumplió 16 años, se desplazó al departamento de Guaviare en el apogeo de la coca y de los raspachines.

Las marchas cocaleras y las incursiones de los paramilitares con las masacres de Mapiripán y Puerto Alvira, entre los años 1996 y 1997, sostiene, marcaron su vida.

A Ariel Bentrán, el más bajito recibe el reconocimiento de la ARN por su trabajo con la ciudadanía por el acompañamiento que hace de sus colegas excombatientes.

Foto:

Cortesía ANR

“Ese fue el motivo que me llevó a involucrarme en el grupo guerrillero en septiembre de 1997. Ingresé al frente 44 con 140 muchachos de la región y fuimos haciendo crecer el frente guerrillero hasta llegar a tener casi 300 hombres”, cuenta Ariel.
Estuvo en los frentes 39, 44, 16, 1, en campañas militares y en el despeje recibiendo capacitaciones de cursos políticos de organización.

Compartió con los jefes del secretariado en las escuelas Isaías Pardo y Hernando González, formándose en los mandos medios. Luego anduvo al lado de Jorge Briceño, el ‘Mono Jojoy’, enfrentando el Plan Patriotas, durante tres años.

“Esa fue una de las épocas más duras del conflicto armado porque el Estado incrementó las fuerzas y eso nos llevó a que nosotros nos redujéramos en capacidad militar y operativa”, reconoce.

«En una ocasión perdemos a 18 de 22 hombres del cinturón de seguridad del ‘Mono Jojoy’ con los que llevábamos conviviendo como familia más de 9 años, era un grupo selecto, lo integrábamos los que más cursos habíamos recibido y era el especial para operaciones políticas, cuenta.

La reintegración de Jordán

Al entregarse a la Fuerza Pública, a Jordán lo envían a Bogotá y lo invitan a hacer parte del Ejército, pero no acepta porque podría correr peligro la vida de sus familiares en el campo. Duró tres meses en un hogar de paso, luego pasó a hacer parte de un programa de Reintegración, donde lo ayudaron y motivaron a continuar los estudios de bachillerato.

Antes de graduarse, recuerda con precisión que a las 11:55 de la mañana el 27 de octubre de 2017 sufrió un accidente en el que perdió uno de sus brazos. 

«Cuando estábamos laborando en una finca de palma de aceite en Cumaral, estaba alimentando una cosechadora de pasto, en algún momento se me enredó algo en el guante y me empujó a la máquina. Gracias a mi tío estoy vivo”, señala Jordán.

Tras terminar el bachillerato empezó a estudiar en el Sena donde está haciendo un técnico y está ejerciendo la práctica en manejo y organización de archivos en una empresa petrolera donde le pagan el salario mínimo.

Jordán dice que tras salir de la guerrilla se volvió a encontrar el papá con quien, al igual que con las hermanas por parte de él, tienen una relación buena. Está soltero, vive con la abuela Leonor, madre de su papá, a quien le agradece la ayuda que a diario le brinda, pese a ser “canteletosa”. Aspira a seguir estudiando, culminar el curso técnico y algún día ser profesional.

En la empresa donde trabajan no saben que hizo parte de las Farc porque “algunas personas nos discriminan, nos juzgan y no nos aceptan”, pero tras ganarse el premio de la ANR decidió hacer pública su historia.

Ayuda a excombatientes

Ariel, en el año 2010, “tras conocer a mi compañera me impulsó a dejar la lucha armada y llegué a la ANR e hice toda la ruta y tengo el compromiso de seguir ayudando a mis compañeros excombatientes y actualmente estoy haciendo un curso en el Sena de guianza turística, con el acompañamiento del proceso de reincorporación”, sostiene.

“La comunidad nos han aceptado, nos conoce y estamos trabajando en el proyecto comunicativo con niños que se formen como futuros periodistas y tengan su emisora comunitaria y alejados de los grupos armados”, concluye.

NELSON ARDILA ARIAS
Corresponsal de EL TIEMPO
VILLAVICENCIO
Twitter: @nelard1