Inicio Colombia La historia del pueblo que fue arrasado por un río de fuego

La historia del pueblo que fue arrasado por un río de fuego

Han pasado dos décadas pero Cecilia lo recuerda todo. El infierno había llegado a Machuca y el fuego consumía el pueblo en medio de gritos de desespero.

El humo la despertó. Abrió los ojos y la densidad del vapor que emitían las tablas ardiendo la envolvió en un manto sofocante.

Lo primero que hice fue buscar a mi pareja y a mis hijos. La casa se estaba incendiando pero los logré sacar con vida”, cuenta la mujer de tez oscura.

Traga fuerte. Levanta la vista pero de inmediato la baja de nuevo. Todo pasó muy rápido. A las cinco de la mañana el recóndito lugar, ubicado al pie del río Popuné, que sirvió de conducto para llevar el fuego producto del atentado en el que el Eln dinamitó el Oleoducto Cusiana Coveñas aquella madrugada del 18 de octubre de 1998.

“Llegaron ambulancias y helicópteros y nos montaron para llevarnos a Segovia y luego a Medellín. Fue la última vez que vi a mis tres hijos y a mi esposo”, cuenta la señora Cecilia como si lo acabara de vivir. “No supe a dónde los llevaron. Pasaron cuatro meses cuando me enteré que habían muerto. Yo sé que los saqué vivos pero ya todos estábamos quemados”, agrega con amargura.

Fue la única sobreviviente de su familia. Cecilia perdió a siete familiares que hacen parte de las 84 víctimas mortales que dejó el atentado. Y ella, al igual que otras 30 personas, quedó marcada con secuelas de por vida, físicas y sicológicas.

Los brazos con los que sacó a sus familiares le quedaron calcinados con heridas que aún le duelen, pero no tanto como el olvido del Estado. Un olvido que lleva 20 años. Es por eso que no los esconde, de la camisilla gris que viste sobresalen las secuelas de aquel incendio voraz como una cicatriz viva que no ha sido sanada, ni reparada.

“Esta es la hora que seguimos esperando…20 años ya ¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir así?”, le pregunta al aire.

Al igual que sus brazos lacerados y quemados, Cecilia no tiene reparos en mostrar el estado de algunas casas que el gobierno entregó pero que nunca arregló. Techos rotos, muros agrietados y puertas raídas atestiguan el abandono en el que están.

Dice que tan solo han recibido apoyo de dos fundaciones en Bogotá, algo que ayuda, pero no basta.

“Seguimos sin médico y sin centro de salud. Nos mantenemos peleando para que nos devuelvan una ambulancia que se mantiene en Segovia, que es donde está el centro de salud más cercano. Para llegar allá nos demoramos dos horas y media”, se queja la mujer.

Ríe de manera irónica cuando le preguntan qué gobernadores han ido a visitarlos tras la tragedia. “Vino Aníbal Gaviria ¿pero para qué? Dejó una placa en el parque que se cayó como a los ocho días”, cuenta con desdén.

De las cenizas resurgieron como una comunidad más unida que nunca, pues según vecinos de doña Cecilia, que también sobrevivieron al incendio, concuerdan que el olvido del Estado les enseñó a no esperanzarse en ningún político.

“Resurgimos solos, juntos. Aprendimos que solo nos tenemos a nosotros mismos y lo poquito que tenemos ha sido por cuenta de nuestro empuje. De otra parte no ha llegado ninguna solución”, asegura.

Opinión que comparte Maribel Agualimpia, habitante de Machuca, quien asegura que ha faltado más inversión social.Rememora que sobre la 1 de la mañana se escuchó la explosión y creyó que era el fin del mundo. Lo fue para muchos.

“Las casas de madera sirvieron como leña para el cuerpo. Los pocos que se salvaron fue porque no todos los ranchos eran completamente en madera”, narra.

Era una candelada enorme y el gas del crudo derramado durmió a quienes no alcanzaron a correr por sus vidas.

Recuerda que la tragedia pudo ser peor de no ser por el aguacero que cayó sobre la zona que ayudó a apaciguar las llamas y el crudo derramado.

Un año después del atentado, Maribel fundó y aún coordina, la emisora rural. “La idea surgió para informarles a las vereda lo que ocurría en la zona, porque antes solo había una persona con megáfono. De esta manera los podíamos informar más rápido en caso de que pasara otro atentado”, dice la mujer.

Para conmemorar los 20 años, planean realizar una marcha hasta el cementerio con una ofrenda floral y hacer allí la respectiva misa. Dice que están planeando hacer un telón donde estén plasmados los rostros de las 84 personas que fallecieron hace 20 años.

De acuerdo a información de la Unidad de Víctimas, este atentado dejó a la mitad de la población afectada. En total fueron 230 familias damnificadas, 1.070 personas y 64 viviendas quedaron destruidas

“Tiempo después, paramilitares hicieron presencia en el corregimiento, obligando a los habitantes a estar resguardados en sus viviendas y asesinaron a siete personas, entre las víctimas se encontraban comerciantes, mineros y agricultores”, data en un reporte de la entidad.

Referente a la opinión sobre falta de apoyo estatal, la Unidad asegura que en Segovia han invertido 17.793 millones en reparación individual y ayuda humanitaria a sobrevivientes del conflicto. “Ademas de la reparación individual, existen dos sujetos de reparación colectiva: Uno son la comunidad campesinas y el otro está conformado por tres afrodescendientes”, agrega la entidad.

David Alejandro Mercado Pérez
CORRESPONSAL EL TIEMPO
MEDELLÍN