Inicio Colombia La investigación que muestra las memorias de la guerra en Medellín

La investigación que muestra las memorias de la guerra en Medellín

En la memoria de Medellín hay tres hechos emblemáticos del conflicto: el asesinato del defensor de derechos humanos, Héctor Abad Gómez (1987); los atentados del narcotrafico como el carrobomba puesto por Pablo Escobar cerca de la Plaza de Toros la Macarena, donde murieron 17 personas (1991), y la operación Orión en la comuna 13 (2002), para retirar a las guerrillas, pero que facilitó la consolidación del dominio paramilitar.

Entre todos los ataques contra la población civil, en los que murieron muchos inocentes, la mayoría de los habitantes de la ciudad recuerdan esos tres episodios que mostraron el horror, según el informe ‘Medellín: memorias de una guerra urbana’, que presentará hoy el Centro Nacional de Memoria Histórica.

Esta investigación, que centra su mirada en el conflicto armado y las violencias asociadas ocurridas entre 1980 y 2014, revela que seis de cada cien personas fueron víctimas directas del conflicto armado en Medellín. Lo que representa, que una ciudad con 2.184.000 habitantes, registró 132.529 afectados en esas tres décadas. 

Sin embargo, el análisis señala que el impacto del conflicto en la ciudad podría ser mucho mayor si se tienen en cuenta el número de víctimas indirectas como familiares, amigos y vecinos de los desparecidos que fueron asesinados, secuestrados o desplazados. 

A lo que se suma que el Registro Único de Víctimas no ha tenido en cuenta a muchas personas por considerar que sus características no corresponden a la naturaleza formal del conflicto armado e incluso hubo bajo nivel de denuncias, sobre todo hasta mediados de los años 90.

Medellín se convirtió, hacia mediados de los años ochenta, en una ciudad agónica, marcada por la puja entre la vida y la muerte.

El informe dice que Medellín es la segunda ciudad más grande de Colombia y fue reconocida, al menos hasta mediados de la primera década de este siglo, como una de las ciudades más violentas del país y del mundo. “Las cerca de 6.800 personas asesinadas en 1991 fueron la punta del iceberg de esta situación. Medellín se convirtió, hacia mediados de los años ochenta, en una ciudad agónica, marcada por la puja entre la vida y la muerte”.

Martha Inés Villa, investigadora del informe ‘Medellín: memorias de una guerra urbana’, contó que en el documento se leen los homicidios, las bombas en lugares públicos, el aniquilamiento de líderes de izquierda y defensores de derechos humanos, el secuestro, las masacres de galladas de jóvenes, los ataques terroristas y con explosivos, el miedo y la zozobra colectiva consolidaron esta imagen.

La investigadora detalló que durante las tres décadas a las que hace referencia el informe de 516 páginas, en Medellín hubo presencia de los grupos armados que han tenido expresión a nivel nacional como guerrillas (Eln y Farc) y paramilitares (Bloque Metro, Bloque Cacique Nutibara y el Frente José Luis Zuluaga). También, grupos locales como milicias y consecuencias variadas del narcotráfico.

“El narcotráfico tiene relación con guerrillas, milicias y sectores de la Fuerza Pública, eso en buena medida explica la magnitud que alcanzó el conflicto armado de la ciudad”, recalcó Villa.

El informe hace una descripción detallada de cada uno de esos grupos armados, cuándo llegaron a la ciudad y sus formas de victimización. Por ejemplo, las guerrillas y milicias tuvieron presencia en Medellín desde finales de los años 60 y hasta la segunda década del siglo XXI, en ese tiempo se dedicaron al secuestro y al asesinato selectivo.

Los paramilitares, señala el documento, tienen una historia desde la década de los 80 con el surgimiento de la organización Muerte a Secuestradores (MAS) y sigue con los Pepes, perseguidos por Pablo Escobar, los hermanos Castaño y las Convivir en los años 90. A todo esto se sumó la articulación entre intereses del narcotráfico y de paramilitares en el proyecto contrainsurgente de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), liderado por los hermanos Castaño, quienes ordenaron masacres, muertes selectivas y desapariciones forzadas.

El narcotráfico tiene relación con guerrillas, milicias y sectores de la Fuerza Pública, eso en buena medida explica la magnitud que alcanzó el conflicto armado de la ciudad

Épocas más violentas

Villa explicó que en Medellín se dieron dos periodos muy fuertes que caracterizan las dinámicas conflicto armado. El primero tuvo lugar entre 1982 y 1994. “Su principal característica es el despliegue de la violencia y el terrorismo del Cartel de Medellín, encabezado por Pablo Escobar, y, al mismo tiempo, el ejercicio de la violencia política, con alta complicidad de las instituciones estatales, conocida como ‘guerra sucia’.

El segundo periodo se dio entre 1995 y el 2005 donde se da la confrontación entre las guerrillas, las milicias y los paramilitares y en la que además hubo una intervención del Estado para recuperar los territorios de Medellín. El informe precisa que en ese tiempo, la ciudad tuvo 52.004 víctimas de violencias asociadas al conflicto armado. Esto quiere decir que en este período ocurrieron el 39,2  por ciento de los casos de victimización asociados al conflicto armado. Este momento culminó con la desmovilización paramilitar del cacique Nutibara en el 2003 y Héroes de Granada en 2005.

La investigadora explicó que existe un imaginario que plantea que la ciudad siempre fue violenta que ese conflicto armado es continuo y aclaró que no es así. El informe dice que si bien en la memoria de los pobladores tienen la percepción de que es un suceso continuo que siempre ha sido así, en realidad este ha tenido variaciones a lo largo del tiempo. Es según el tipo de actores y dinámicas de confrontación, las modalidades de victimización y algunos eventos significativos que fueron señalados en los relatos de la población como hitos de memoria colectiva.

Medellín es una de las ciudades que ha desplegado una mayor capacidad de resistencia y de transformación de los impactos de la violencia.

Villa resaltó que “Medellín es una de las ciudades que ha desplegado una mayor capacidad de resistencia y de transformación de los impactos de la violencia. Uno de los hallazgos más importantes del trabajo es mostrar cómo a lo largo de estas décadas, la ciudad y la sociedad respondieron de manera distinta, transformando esos impactos negativos de la guerra”.

Precisamente, en el informe se lee que buena parte de estas respuestas han provenido de organizaciones sociales, de instituciones locales y de personas que han desplegado un importante repertorio de acciones que explican, en últimas, por qué la ciudad no sucumbió a pesar de la crisis.

‘Medellín: memorias de una guerra urbana’ aporta a la construcción de la “memoria colectiva del país a partir del reconocimiento de las voces de las víctimas en una ciudad que resulta emblemática por la lógica, dinámicas, relaciones e impactos del conflicto en un contexto urbano”.

DEICY JOHANA PAREJA M.
Redactora de EL TIEMPO
MEDELLÍN