Inicio Colombia La ‘negra palenquera’ que encanta por sus dulces y curvas

La ‘negra palenquera’ que encanta por sus dulces y curvas

Al llegar a Homecenter, sede norte, los sentidos de las personas se desvían hacía una mesa ubicada al lado derecho de la entrada principal. Encima de ella reposan recipientes de madera con diseños típicos del Carnaval de Barranquilla, llenos de dulces típicos. Son 11 en total; además, dos poncheras repletas de bollos de diferentes clases. Todo eso hecho por la misma persona que atiende con alegría el negocio en la época de Semana Santa.

Detrás de este mostrador se encuentra una mujer de tez oscura, boca grande, y enormes curvas, que lleva un vestido corto y escotado, pero no deja nada al aire, solo a la mente de aquellos que se dejan perder entre sus atributos físicos, la mayoría de hombres.

Se trata de Shirly Salgado Valdés, una negra palenquera que se ha dedicado a llevar su tradición en su corazón y a muchos lugares, y dice estar enamorada de su labor, vender dulces, bollos alegrías y otros manjares de su tierra, que de una manera singular, tierna y con una sonrisa enorme en su boca les ofrece a las personas que pasan por su stand: “A la orden mi amor, ¿Qué dulce quieres?”, pregunta que no es fácil responderle ante las delicias que brinda.

En el menú ofrece ‘Mongo mongo’, preparado con siete frutas, con énfasis en el mamey; coco con leche; arequipe; papaya en caballito (julianas), mamón, leche cortada, ñame, guandúl, coco con arequipe, corozo y jalea de tamarindo. Todos cocinados en leña y con ‘toques secretos’ que despiertan hasta lo erótico en quienes lo consumen.

Es difícil describirla, incluso hasta ella misma, quien entre una risa que le sale desde lo más profundo de su ser, solo da una aproximación de como se ve: “Una chica afro, empoderada de su ser y de su afrocolombianidad, maestra de arte dramático, madre de dos hijos, emprendedora, bailadora”, expresa en medio de una risotada que retumba en el lugar. “Me siento orgullosa de ser palenquera, nieta de Benkos (Bioho) y sobrina de Batata”, añade.

La bailarina

Esta época de su vida no la alejó de su tradición, los manjares palenqueros, que hasta el día de hoy vende y hace con orgullo.

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Oscar Berrocal

Su versatilidad para el baile la llevó a ocupar un puesto dentro de ‘las muñecas del Junior de Barranquilla’, el equipo de las porristas del cuadro ‘Tiburón’, situación que cambió luego de que hubiera sido víctima de racismo en el 2015, siendo considerada ‘muy basta’ para alentar al escuadrón ‘rojiblanco’ en un partido que disputó en el Estadio Metropolitano y el encargado de cantar el himno nacional era Checo Acosta, ‘El príncipe del Carnaval’.

Esta situación negativa no la llevó a olvidarse de sus raíces y del negocio que se acostumbró a ver desde muy pequeña, que era comandado por su abuela, y su mamá quien era la encargada de probar textura, sabor, color y hasta olor, quien hasta el día de hoy “es la que manda en la cocina cuando se trata de hacer manjares palenqueros”, relata.

Tampoco la experiencia vivida la afectó en nada, ya que en toda su vida la han llamado ‘negra’, de lo cual se siente orgullosa y sin irrespetar a nadie; solo que ella devuelve el saludo con el color de piel de la otra persona. “Cuando les digo hola blanco, me dicen si me molestó y no, porque así es mi vida; aunque mi mama se desgastó pensando en mi nombre para que me llamen así, pero no me incomoda”, aclara.

Inquieta desde niña

Los dulces no solo son de los adultos, a quienes le gusta por la tradición, también los niños exigen estos para estar a la moda y así la cultura no morirá.

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Oscar Berrocal

Desde pequeña recuerda que “nadie podía con ella”. Era inquieta pero no como todas las niñas de su edad, sino hasta el punto de estar cerca de los fogones para ayudar a su abuela y su mamá a hacer los dulces, bollos y otros manjares que con el tiempo ha aprendido, pero sin ayuda de su progenitora, aunque todavía le da consejos.

“Nadie podía conmigo. Recuerdo que mi mamá me llevaba con ella a vender y me quedaba a su lado, pero también ofrecía cuando se descuidaba”, manifiesta entre risas.

Y aunque ahora lo recuerda con nostalgia, asegura que cada sueño que ha tenido desde niña lo ha ido cumpliendo poco a poco, pero aún le hace falta, unos, por hacerlos realidad, y pronostica que será muy pronto.

Hoy es maestra de arte dramático del Centro Cultural de la Universidad del Atlántico; empresaria, se dedica a vender no solo dulces, sino picadas de los manjares típico para fiestas y eventos a la que es contratada; bailarina de la orquesta ‘La Nómina del Pin’ y es garota, una mujer versátil con un corazón grande que lo ocupa toda sus tradiciones y dos hijos.

“El más grande recuerdo que tengo es a mi abuela, la matrona, dando órdenes de cómo hacer los dulces y mi mamá probando, esta cocina era en su patio y todos nos poníamos a trabajar en un fogón de un metro por un metro, era una gran fábrica”, relata.

¿Por qué dulce en Semana Santa?

El dulce de mamón, una de las especialidades de esta Shirly Salgado, la cual llamó la atención de sus clientes no solo por la fruta sino por el sabor perfecto que tenía.

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Oscar Berrocal

En la Semana Santa, ya es tradición que en el Caribe se vendan infinidades de dulces hasta en las esquinas por parte de las ‘negras palenqueras’ con mesas en donde tiene sus productos para ser comercializados.

Así como en la zona norte del país no puede faltar esta tradición, en la familia de Shirly tampoco. “Yo recuerdo que en mi casa siempre en Semana Santa, había el turmequé, el dulce lo hacíamos, estábamos todos en esa actitud; nosotros estamos acostumbrados al rasguño, a hacer dulces y brindárselos a los vecinos, es por eso que los palenqueros vendemos nuestros manjares”, puntualiza.

Considera que todos sus dulces son exóticos, y el único ingrediente que los hace así es el amor que ella les pone al prepáralos y venderlos; además le apunta a una nueva rama de este negocio y es la presentación tanto del producto y de la vendedora. “Los dulces más vendidos son los de ñame, guandúl, papaya y coco”, dice.

Un proceso largo

Todas las frutas sirven para hacer dulces, la papaya es una de la más preferidas para este proceso, que no es nada corto, ni fácil.

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Oscar Berrocal

Hacer dulces no es soplar y hacerlos, demanda tiempo y no solo de horas o minutos, sino de hasta días, según Salgado, el proceso para realizar todo el producto para Semana Santa puede dura cuatro días, porque depende de que se hará será el lapso necesario. “Todo depende del número de fogones y de si la mano de obra es rápida”, aclara.

Comprar los insumos, calentarlos y revolverlos para que el dulce pueda estar medio hecho, porque lo que falta es lo más complicado, esperar la textura exacta, la cual depende del producto que se realizará, no todos tienen la misma contextura.

Shirly cuenta que esta vez invirtió un estimado de un millón de pesos, lo cuales según ella los saca y hasta le alcanza para invertir para hacer más manjares y ahorrar.

‘La Koká de Katy’

La Koká de Katy, es el negocio que está tramando hacer esta mujer emprendedora que le regala a sus clientes partes de su corazón y de su delicias.

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Oscar Berrocal

Es un negocio que lo ha venido sacando poco a poco, y donde pone todos sus encantos al servicio de la gente, ya que hace bollos, dulces típicos, cocadas, fritos, picadas, pero también se dedica a la parte artística haciendo hora loca, baile de garotas, bailando al ritmo del grupo de millo y de palenqueras para eventos.

Además este proyecto la ha motivado a soñar con un local en donde pueda vender todos sus productos, sin necesidad de estar en una temporada específica, ya que “los manjares palenqueros son para disfrutarlos en todo momento”, señala.

Este negocio nació desde pequeña, le hacía comida a mis primos y familia, y no dejaba de soñar con tener un restaurante y mi logo, ya lo tengo aunque me falta mucho para ser chef”, precisa.

Su gran sueño es combinar en un solo lugar la sofisticación y la tradición familiar, y está a punto de cumplirlo.

JORGE DE LA HOZ SERRANO
Para EL TIEMPO
Barranquilla
En Twitter: @Jorgedelahoz2