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La sed de pelea de los barrios en Santa Marta por conseguir agua

on las 11:00 de la noche del miércoles. En una gran parte de Santa Marta ya las familias descansan en sus hogares después de un día laboral, en otro lado, muchos no tienen ese mismo privilegio. Después de una larga jornada quizás hasta más intensa, el cansancio es igual, pero la única opción es seguir en píe, e intentar solucionar el problema que los afecta de un tiempo para acá: la escasez de agua potable.

El agotamiento y la desesperación se apoderaron de esta población desabastecida del preciado líquido. Si bien hasta ahora siempre han encontrado la manera de proveerse para atender las necesidades básicas, ya no aguantan más.

Los mismos habitantes advierten que la lucha por conseguir una fuente de agua podría terminar en tragedia, pues la crisis no solo ha desmejorado su calidad de vida, sino que torna cada vez más difícil la convivencia entre vecinos.

Riñas y enfrentamientos se han convertido en una constante en aquellos sectores donde hay que hacer filas y turnarse para llenar baldes y recipientes. “La Policía ha tenido que intervenir en varias ocasiones para controlar agresiones verbales y físicas. Todo se da en medio de la frustración y la impotencia que nos embarga”, dijo Antonio Vargas, uno de los moradores afectados.

Mujeres y hombres, por igual, trasnochan y madrugan en busca de agua. “En la casa nos turnamos para cuidar la motobomba y recolectar el agua en los sitios donde llega. No podemos dormir y mucho menos descansar los fines de semana”, comenta Laura Acosta, habitante del Boulevard de las Rosas, uno de los barrios que padece por la falta del servicio.

No puede haber descuido durante la recolección de agua, de lo contrario algún otro en la misma circunstancia se apodera del lugar de captación y no se retira de allí hasta terminar de proveerse. Ese proceso es fatigante, los ánimos se calientan y comienza la guerra que daña la armonía.

Otros afectados también por la ausencia del líquido optan por unirse y contratar carrotanques que cobran hasta 200 mil pesos, cuyo pago dividen entre varios moradores de una misma zona para llenar las albercas. Sin embargo, el bolsillo tampoco soporta más la crisis, pues además de pagar por el servicio particular deben cancelar sus facturas que de igual manera llega puntual cada mes.

“El agua es un negocio en Santa Marta, aquel que tiene dinero vive tranquilo y el que no, debe ingeniársela para conseguirla como sea”, expresó el líder cívico Luis Gonzalo Eusse.

En esa lucha por encontrar fuentes de agua, los samarios han roto pavimentos y cavado por todos lados. Dicho comportamiento, según información de la Empresa de Servicios Públicos del Distrito (Essmar Esp), también ha afectado el suministro, pues la perforación de las redes de acueducto impide que el recurso pueda llegar a los sectores agudizándose el problema.

Calamidad pública

Según cifras oficiales que maneja el Distrito, actualmente hay 40 barrios con problemas en el suministro. El acueducto existente no genera la producción que se requiere para atender la demanda de la ciudad y muchos pozos construidos por el pasado operador han dejado de funcionar ante la falta de mantenimiento.

“Teníamos cierta expectativa con las lluvias que cayeron en Santa Marta, pero no fueron suficientes para aumentar los caudales de los ríos que nos abastecen y la situación no mejoró”, explicó el alcalde Rafael Martínez, quien admite que el panorama es preocupante al punto “que estamos aportas de declarar la calamidad pública”.

Si por los barrios donde no llega el agua la impaciencia es grande, en la Alcaldía la angustia es igual ante las limitantes de la Essmar y su operador Veolia, que tienen activado un plan de contingencia que consiste en suministrar el servicio con carrotanques y distribuir el agua del acueducto por sectores de manera gradual. Sin embargo, todas las acciones adoptadas se quedaron cortas ante la demanda poblacional de la ciudad que sigue creciendo.

Las miles de familias que sufren por el desabastecimiento exigen una respuesta a su clamor.

Foto:

Roger Urieles/EL TIEMPO

Solución definitiva

El alcalde de Santa Marta, Rafael Martínez, insiste que la única salida para ponerle fin a esta pesadilla que durante años le ha quitado el sueño a los samarios está en manos del Gobierno Nacional. “Mientras no se destinen los recursos y se ejecute el plan maestro de acueducto y alcantarillado, lo que nosotros hagamos como administración distrital será pañitos de agua tibia”, sostiene.

El proyecto de APP, que contempla en el mediano plazo la captación de agua de los ríos Toribio y Córdoba, en el vecino municipio de Ciénaga, y en largo plazo del río Magdalena, tiene un costo de 3,2 billones de pesos, de los cuales 1,5 billones serían financiados por la Nación y 1,2 billones por el Distrito, que tendrían que comprometer vigencias futuras. El resto de los recursos provendrían de la facturación.

Patricia Melo, habitante de la urbanización Santa Cruz, donde hace seis meses el agua dejó de llegar, reclama los mismos derechos que otras personas que en plena crisis siguen recibiendo el servicio en sus casas.

Queremos una solución, no es justo vivir de esta manera. Merecemos como en otros barrios recibir agua en nuestras viviendas porque al igual que ellos pagamos por el servicio”, afirmó.

Déficit del 50 por ciento

Respecto a las condiciones que presentan las diferentes fuentes de captación de Santa Marta, el director de Veolia, Fernando Moscaleano, reveló que actualmente el caudal de la planta El Roble es de 380 litros por segundo y de la planta de Mamatoco y aguas subterráneas es de 800 litros por segundo entre las dos, para un total de agua producida de 1.180 litros por segundo.

El caudal requerido para una cobertura del ciento por ciento de la ciudad es de 2.400 litros por segundo, lo que indica que hay un déficit de 1.220 litros por segundo. “La deficiencia es casi el 50 por ciento de su capacidad, aun así estamos trabajando con lo que hay disponible, para garantizar el suministro”, dijo.

ROGER URIELES
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
SANTA MARTA.