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La trágica muerte de Diego Alejandro en Cartagena tras descarga eléctrica

“Un emprendedor, un soñador… Un excelente ser humano”. Así describe la familia a Diego Alejandro Gutiérrez, el joven de 22 años que murió en Cartagena en la madrugada del viernes tras recibir una descarga eléctrica de un cable de alta tensión, en pleno Centro Histórico.

Inconsolable, su primo Hernán Ochoa le relató a EL TIEMPO las calidades humanas de Diego Alejandro, bogotano, estudiante de Contaduría Pública de la Universidad Javeriana.

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“Siguió los mismos pasos de su mamá, Iveth Figueredo, quien es contadora pública”, dice Ochoa, quien hospedó en su casa en el barrio La María a la víctima, a su hermana Jesica y otros siete jóvenes, quienes llegaron a Cartagena para celebrar unos grados.

“Diego era –cuesta hablar en pasado– un gran ser humano, tranquilo, amable, muy decente…, dedicado a sus estudios y un emprendedor que tenía un negocio con jugos naturales y frutas, y del que estaba seguro sería un éxito”, añade Ochoa.

Llegaron la noche del jueves a la ciudad y a las 9 de la noche salieron para el Centro Histórico.

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Diego Alejandro Gutiérrez.

Foto:

Cortesía familia.

“Ya en la madrugada, los muchachos salieron de la ciudad colonial hacia la avenida Santander para buscar servicio de taxi. Me cuenta uno de los muchachos que el grupo iba un poco disperso y separado por pocos metros, si no, la tragedia pudo haber sido más dolorosa”, añade Sandra Vallejo, esposa de don Hernán y anfitriona del grupo de graduados.

Adelante iban Diego Alejandro y Andrés. La calle estaba oscura y todavía con rezagos de agua en el piso como resultado de las lluvias de las últimas horas.

“Aún no es claro si Diego es impactado por tocar la reja que separa al parque de la Marina del andén o si él pisó el cable de alta tensión que estaba disperso en el piso”, dice Ochoa.

Lo cierto es que de repente el grupo de jóvenes rezagados vieron adelante el fogonazo y una explosión. Luego, el cuerpo de Diego Alejandro tirado en el piso, y a su amigo Andrés, unos metros adelante, también sobre el asfalto. En medio de la incertidumbre levantaron a los dos jóvenes, pero Diego Alejandro estaba en malas condiciones, por lo que pararon un taxi que los llevó al hospital de Bocagrande.

“Mi primo murió a las 2:20 de la madrugada del viernes 8 de octubre. La descarga tuvo que ser mortal”, añade Ochoa. Andrés, el otro joven impactado, sobrevivió.

Los jóvenes se enteraron en el hospital que un par de horas atrás habían llevado a un
habitante de calle que también había recibido una descarga eléctrica, en ese mismo punto. El también hombre sobrevivió.

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El lugar de la tragedia es una zona concurrida del Centro Histórico y paso casi que obligado para los transeúntes que van hacia Bocagrande. “Nos llamaron en la madrugada y llegamos al hospital. Luego, como a eso de las 5 de la madrugada, llegamos hasta el lugar donde murió mi primo, pero ya había funcionarios de la empresa Afinia y el cable ya lo habían subido al poste”, dice Ochoa.

EL TIEMPO llegó hasta el lugar de la tragedia y evidenció el pésimo estado de la infraestructura, la cual se encuentra desgastada por el salitre y con amplias capas de óxido. El cable sigue suelto, aunque colgado del maltrecho poste de concreto.

Éder Buelvas, gerente de Afinia, empresa encargada del servicio, lamentó lo sucedido y aseguró que, el equipo de Afinia adelanta las labores pertinentes para la construcción del reporte técnico que se entregará a las autoridades en el marco de la investigación de las causas que originaron este accidente.

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De acuerdo con lo manifestado por la empresa Afinia, el suceso lo originó el desprendimiento de un cable XLP de aluminio de 7.600 voltios de la cuchilla monopolar, cable que a su vez alimenta tres transformadores de alumbrado público.

El cable terminó adherido a un árbol y accidentalmente energizó parte de la reja que cerca al parque. La situación, de acuerdo a lo informado por Afinia, está controlada.
Pero el dolor de la familia González Figueredo aumenta con el paso de las horas: ayer, pese a que el cuerpo fue entregado a la 1:30 p. m. del viernes, la funeraria aún no lo había enviado a Bogotá.

“Nos prometieron que el mismo viernes en horas de la noche enviaban el cuerpo a Bogotá, pero aún no sale el cuerpo para las exequias en la capital”, denuncia el primo.

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JOHN MONTAÑO
Cartagena