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Líderes de las FARC y exjefes paramilitares se sientan en la misma mesa para hablar de paz

Desde que empezó el proceso de paz entre el gobierno colombiano y las FARC (hace casi cinco años), el país ha pasado de un momento “histórico” a otro. El anuncio de la instalación de la mesa de diálogos, la primera vez que Juan Manuel Santos y Timochenko se estrecharon las manos ante las cámaras, la firma del acuerdo, la entrega de armas de la guerrilla. Esta semana, el país se sorprendió con una nueva escena. Los líderes de las FARC y exjefes paramilitares, enfrentados durante el conflicto armado, se sentaron en la misma mesa. Se reunieron en Bogotá para hablar del proceso de paz.

La reunión, mediada por el sacerdote jesuita Francisco de Roux y Álvaro Leyva, tardó poco más de tres horas. El encuentro destacó el significado y el alcance de los acuerdos suscritos entre las FARC y el gobierno y la necesidad de garantizar su cumplimiento. Los paramilitares, que operaban como las Autodefensas Unidas de Colombia (desmovilizadas en 2006), combatían a las guerrillas de izquierda y a quienes parecían serlo. Que ahora estén sentados hablando de paz era una imagen imposible hace unos años.

“Esa foto (de la reunión) me gustó, porque eso es la paz. Ya depusieron las armas y ahora lo que tenemos que hacer es deponer los odios, deponer la sed de venganza, reconciliarnos”, fue la reacción del presidente Juan Manuel Santos.

Según trascendió, el encuentro transcurrió en un clima de respeto y las dos partes coincidieron en reconocer que la paz es una obligación y la reconciliación es la máxima aspiración del pueblo colombiano. Al encuentro asistieron algunos miembros del equipo negociador de las FARC como Iván Márquez, Pablo Catatumbo y Jesús Santrich.

Del lado de los paramilitares estuvieron Freddy Rendón Herrera, alias El Alemán, Edwar Cobos Téllez, alias Diego Vecino e Iván Roberto Duque, alias Ernesto Báez. Estos nombres que durante una de las épocas más duras del conflicto figuraban en las noticias de masacres y secuestros, ahora, tras los procesos de desarme al que se sometieron, intentan aportar para sacar adelante la implementación del proceso de paz.

La guerra que enfrentó a guerrillas y paramilitares, que en algunas de sus acciones se aliaron con agentes estatales, dejó 260.000 muertos, 60.000 desaparecidos y 7,1 millones de desplazados en Colombia, un país que apenas empieza a sacudirse del horror que por tantos años vivió.