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Lo que piden en Navidad los niños de antiguas zonas de guerra del Meta

“Los niños de la escuela de Los Tempranos pedimos que nos colaboren con el restaurante escolar, unas colchonetas y cobijas”, pedía en una carta Dilan Esteban Romero, uno de los 30 niños que vive en el cañón del río Duda, en el departamento del Meta, que antes del proceso de paz con las Farc, era considerada una zona roja.

Entre tanto Eider Cifuentes, otro de los pequeños estudiantes pedía: “Una planta eléctrica para que podamos ver televisión. También cobijas y colchonetas”.

Y es que para los menores que habitan dicho territorio en el centro oriente del país, las escuelas son literalmente su segundo hogar, porque en ellas pueden pasar semanas enteras, ya sea porque sus hogares están muy distantes o porque en las épocas de lluvia los caminos son intransitables. “En mayo, junio, julio y agosto no hay paso. Por eso nos toca venirnos y estarnos aquí de lunes a viernes con nuestros hijos para que puedan estudiar”, contó una de las madres de familia.

Las misivas las escribieron los pequeños, luego de un ejercicio interpretativo que realizó Javier Valbuena, un biólogo que pertenece al colectivo Escuela Territorio, una iniciativa de educación ambiental y de etnociencia. “Expresaron sus necesidades para las temporadas de invierno, en las cuales ellos tienen que quedarse por las condiciones en las que viven. También indicaron que requieren de más profesores porque solo hay uno por escuela”, explicó.

El también llamado valle del río Duda fue una zona histórica para las Farc, allí se ubicó por ejemplo Casa Verde, el campamento madre de los guerrilleros y que durante el fallido proceso de paz de la década del 80, en la presidencia de Belisario Betancurt, fue el lugar de reunión de subversivos con emisarios del gobierno. Por eso la Rap-E (Región Administrativa y de Planeación Especial), una entidad estatal que busca integrar a Bogotá y los departamentos del Meta, Tolima, Boyacá y Cundinamarca, trabaja en la formulación de un proyecto para hacer turismo con las comunidades que habitan esta zona y lograr beneficios para estas personas que por seis décadas vivieron en medio del conflicto.

“Se enfoca en fomentar el turismo comunitario, local y campesino. Se ha presupuestado cerca de 7.500 millones de pesos para que se haga inversión en infraestructura, reconstrucción de la memoria y fortalecimiento de las capacidades locales. Esperamos que en el 2018 podamos iniciar su ejecución”, indicó Diego García, director de la Rap-E.

Niños en el cañón del río Duda

Los menores señalaron pidieron ayuda con el restaurante escolar, donde se cocina con leña.

Foto:

José David Rodríguez / EL TIEMPO

Niños en el cañón del río Duda

En los dibujos de los pequeños era una constante encontrar representaciones de los ríos y de las escuelas.

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José David Rodríguez / EL TIEMPO

Niños en el cañón del río Duda

Los menores manifestaron que necesitan plantas eléctricas para poder ver televisión.

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José David Rodríguez / EL TIEMPO

Niños en el cañón del río Duda

Los animales que viven en esos territorios aledaños al río Duda también fueron resaltados en los dibujos de los niños.

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José David Rodríguez / EL TIEMPO

En opinión de Valbuena, si el proyecto de turismo se llegara a consolidar, los centros educativos deberían ser fortalecidos: “El ecoturismo no tiene que basarse solo en los adultos, también en los niños. En ese sentido las Escuelas son un valor muy importante porque allí es donde se comienza a construir sociedad y comunidad”.

De hecho, el turismo es la única actividad humana que se puede realizar en esta zona, de acuerdo con el alcalde de La Uribe, Jaime Pacheco, quien afirma que el cañon del río Duda es una reserva natural y por eso el gobierno municipal no puede apoyar a esas comunidades: “El atraso se ha dado por la guerra. Pero además porque allí es una zona de reserva, que por las leyes se comporta como un parque natural y en ellos no se pueden invertir dineros públicos. Sin embargo, el ecoturismo es una de las actividades que se permiten en esos territorios. Por eso el proyecto de la Rap-E es muy bueno porque ayudaría económicamente a la gente que habita en las inmediaciones del Duda”.Pero mientras esto ocurre, los niños de estas zonas tendrán que seguir estudiando con lo poco que sus comunidades han podido consolidar en los centros educativos.

Niños en el cañón del río Duda

Estas comunidades viven en zonas de reserva en las que de acuerdo con el alcalde de La Uribe, Jaime Pacheco, no se puede hacer inversiones estatales.

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José David Rodríguez / EL TIEMPO

Las diferencias del campo y la ciudad

Mientras que los niños en las ciudades dibujan piscinas, centros comerciales como puntos de referencia geográfica, en lugares como el valle del río Duda, los cuerpos de agua son los protagonistas, de acuerdo con el análisis que ha hecho Javier Valbuena.

“Hice un ejercicio muy básico con ellos de cartografía socioambiental en la que plasman o mapean cómo se encuentra distribuido el territorio que habitan. En estos lugares los dibujos de ríos y de las escuelas son casi una constante. En la ciudad dibujan parques, piscinas y centros comerciales”, explicó.

Pero además la fauna y su relación con las comunidades fueron protagonistas en los dibujos de los menores. “Los muchachos no solo plasmaron lo referente a la infraestructura, sino que también se expresaron sobre los animales que habitan en estos ecosistemas”, concluyó Valbuena.

JOSÉ DAVID RODRÍGUEZ
EL TIEMPO
Twitter: @ashissino85
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