A pocos días de cumplirse dos décadas de la tragedia más grande que ha sacudido al Quindío; el terremoto de 1999, que dejó más de mil pesos muertas y decenas de edificaciones destruidas como iglesias, colegios y hasta la estación del Cuerpo de Bomberos de Armenia y el cuartel de la Policía, los bomberos piden más atención de parte de las autoridades municipales y departamentales.
El presidente del sindicato de bomberos de Armenia y jefe de compañía del Cuerpo Oficial de Bomberos de Armenia, el teniente Jhon William Álvarez le dijo a este medio que la ciudad está en deuda con los bomberos pues a la institución le hace falta mayor inversión.
Contó que, por ejemplo tan solo tienen 30 trajes para unos 85 bomberos, «no tenemos suficientes equipos de protección para incendios». Sin embargo, señaló que ya iniciaron acercamientos con la administración municipal. «Estamos a la expectativa de cubrir el cien por ciento de equipos para todo el personal y complementar los trajes para incidentes con materiales peligrosos».
Actualmente, la institución cuenta con tres compañías de unos 27 bomberos cada una. De ellos, hay 16 bomberos en carrera administrativa, 5 en provisionalidad y el resto por contratación.
El terremoto de 1999
Meses antes del sismo, el teniente Jesús Hernando Gómez Agudelo, comandante de guardia de los bomberos de Armenia el día del terremoto, tenía dudas sobre la estabilidad de la estructura de la estación de Bomberos de la ciudad, por eso decidió realizar una investigación como parte de un trabajo universitario.
Según cuenta su hermano, el ex diputado y ex representante a la Cámara por el Quindío, Óscar Gómez Agudelo, el bombero de 33 años encontró que «un hueco que hicieron para el paso de las máquinas en el primer piso debilitó la estructura y como un naipe, se fue hacía un lado. Mi hermano presentó ese estudio en 1998 y no hicieron nada».
La edificación de tres pisos fue una de las cientos de estructuras colapsadas durante el terremoto del 25 de enero de 1999. Además de los carros y la maquinaria, el mayor Nelson Santos, el teniente Jesús Hernando Gómez Agudelo, el teniente Edison Gámez Callejas, el bombero Jairo Hérnandez Ramírez, el bombero José Joaquín Guerrero y el bombero José Fabio Hoyos López, y también la aseadora de la institución y la esposa del bombero Rúben Amaya, quedaron sepultados bajo las losas de cemento.
Según su hermano, el teniente Gómez, ese lunes no debió estar allí, pues era su día de descanso pero finalmente asistió a su empleo para reemplazar a un compañero que le pidió el cambio de turno. Ese día era el comandante en guardia de la estación.
Aproximadamente 14 horas después, su hermano logró encontrar el cuerpo del bombero Gómez, con la ayuda de los bomberos que sobrevivieron, personas que pasaban por el lugar y maquinaria que enviaron de otros departamentos.
«En una ambulancia lo llevé hasta la casa de mi mamá y luego lo llevamos hasta el coliseo de la universidad donde había cientos de cuerpos, recuerdo que le pusieron el número 60 en un recorte de cartón».
Luz Nelly Cárdenas contó entre lágrimas que su esposo, el bombero Jairo Hernández también murió allí. Justo ese día no le llevó su almuerzo, como de costumbre, porque su mamá estaba enferma.
«Una hora después del terremoto, llegó mi cuñado y me contó que la estación se había caído. Mi suegra, mi hija y yo fuimos hasta allá y vimos todo caído. Primero nos entregaron el reloj de él y ahí me di cuenta que estaba muerto y me desmayé. El dolor ha sido muy grande en todo este tiempo, yo lo amaba».
En 2013, el Consejo de Estado condenó al municipio de Armenia a pagar una indemnización a algunos de los familiares de los bomberos fallecidos en 1999, por las omisiones en las que incurrió la administración, al no reparar la estructura de la estación que se vino abajo con el sismo.
Laura Sepúlveda
Para EL TIEMPO
Armenia