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Los coletazos tras dos años de cierres en la frontera

Los 2.200 kilómetros de frontera entre Colombia y Venezuela cumplirán el próximo 19 de agosto dos años sumidos en una etapa de bloqueos y cierres, que ha desatado oscuros nubarrones sobre la estabilidad y desarrollo económico de poblaciones limítrofes, como la ciudad de Cúcuta y su área metropolitana.

Por eso, los gremios económicos de la capital de Norte de Santander, encabezados por la Cámara de Comercio, preparan un informe sobre cómo esta crisis fronteriza dejó a cerca de 1.200 personas sin empleo y provocó la disolución de un tejido empresarial de 200 casas de cambio, agudizando las cifras de desempleo e informalidad.

La historia de esta intermitencia fronteriza en el centro de gravedad de lo que fue un activo nodo de intercambio comercial comenzó el 19 de agosto del 2015, cuando el presidente Nicolás Maduro cerró unilateralmente la frontera y ocasionó la salida dramática de 17.000 colombianos, en medio de fuertes señalamientos por supuestas alianzas con bandas contrabandistas y grupos paramilitares.

La medida se extendió durante los siguientes 12 meses, hasta el 13 agosto del 2016, día en que se acordó levantar la restricción bajo un proceso de reapertura gradual, que se formalizó con un apretón de manos entre los presidentes de las naciones hermanas.

Para la Cancillería de Colombia, “esto ha consistido en una serie de espacios técnicos sectoriales en los que se abordan cada una de las temáticas que se han considerado oportunas para avanzar hacia una frontera más legal, más segura. Entre los principales componentes se encuentran el migratorio, el de comercio exterior y el de transporte transfronterizo”.

Sin embargo, un año después, el tránsito peatonal y vehicular por los siete pasos terrestres entre Colombia y Venezuela está supeditado a un esquema de restricciones, como el horario entre las 5 a. m. y 8 p. m., en el cual cerca de 25.000 personas circulan a diario por los tres puentes internacionales.

La ‘masacre’ laboral que dejó el cierre de frontera

Ni el proceso de reapertura gradual, ni el Estado colombiano ni tampoco las autoridades locales han logrado restablecer el ritmo económico que se quebró en la ciudad de Cúcuta como consecuencia de estos dos años de cierres y bloqueos.

“Para el sector transportador de Cúcuta, esto representó la muerte laboral de quienes cubrían las rutas urbanas hacia poblaciones fronterizas en territorio venezolano. Sin embargo, estábamos esperanzados en que el Gobierno colombiano nos tendiera una mano, pero esa ayuda nunca llegó”, relató José de Jesús Acevedo Posada, representante de los transportadores y conductor por más de 40 años de una buseta.

Como este cucuteño, cerca de 1.200 personas se quedaron sin empleo luego de que un grupo de 22 empresas colombovenezolanas, que despachaban vehículos desde la Central de Transportes de Cúcuta hasta localidades del vecino país, se vieron en la necesidad de ‘apagar’ su parque automotor.

Según las directivas de este puerto terrestre, la entidad dejó de recaudar 700 millones de pesos que se obtenían por transportar a un millón de pasajeros al año.

Esta crisis en el sector transportador de Cúcuta fue el síntoma más visible del mal que sigue padeciendo la economía de la ciudad.

El desempleo ha estado por encima de los indicadores históricos y la informalidad se mantiene en un punto muy alto

“El desempleo ha estado por encima de los indicadores históricos y la informalidad se mantiene en un punto muy alto, pero también se siente en la seguridad y en el desplazamiento laboral”, explicó Carlos Luna, director de la Cámara de Comercio de Cúcuta.

A estos números en rojo se sumó el sector de las divisas, que durante los últimos dos años ha reportado el cierre de 200 casas de cambio, debido al desplome de la demanda que sufrió el mercado cambiario y a la devaluación reciente de la moneda venezolana.

Sin embargo, el dirigente gremial señaló que tras años de dificultades lo más saludable para la ciudad sería dejar de posar la mirada en los errores del pasado y que el Gobierno Nacional trace nuevas líneas de acción con miras a generar oportunidades y mecanismo de atención a eventualidades, como un éxodo de venezolanos, que enturbie mucho más el panorama de la región.

GUSTAVO A. CASTILLO ARENAS
Corresponsal de EL TIEMPO