Inicio Colombia Los escándalos que avergüenzan a dos universidades de Barranquilla

Los escándalos que avergüenzan a dos universidades de Barranquilla

El 2018 cierra en Barranquilla con un bochornoso espectáculo que trascendió de lo administrativo a lo penal y en cuyos protagonistas, para sorpresa de muchos, no son políticos sino las más importantes universidades del norte del país: la Autónoma del Caribe y la Metropolitana.

La Universidad Autónoma, fundada en 1967 bajo el liderazgo del abogado Mario Ceballos Araújo, fue una institución pionera en brindar carreras casi inexistentes en la costa Caribe, al contar con las primeras facultades de Comunicación Social y Periodismo y de Hotelería y Turismo.

En 1973, de la mano del exsenador y médico Gabriel Acosta Bendek, y de sus hermanos Eduardo y Jacobo, se abrió la Universidad Metropolitana, institución de educación superior que trajo programas de salud como medicina, odontología y bacteriología.

Tras la muerte de los fundadores de estas instituciones, se desató una batalla entre los herederos por el control del poder y el territorio de estas universidades, además del legado patrimonial.

La pelea ha dejado al descubierto cadenas de corrupción, abusos de poder y excesos con los dineros. Con el paso de las horas dejó de ser un tema administrativo y ahora está en los estrados judiciales, que ya han dejado a varias personas en la cárcel y a las universidades con problemas financieros y académicos.

“Termina siendo un teatro bochornoso de pugnas legales, denuncias por corrupción, malversación de fondos y extensos procesos penales con condenas incluidas (…)”, subraya el periodista Humberto Mendieta en su columna de opinión del diario ‘El Heraldo’.

La pelea en la Metro

En la Universidad Metropolitana hay dos bandos que luchan desde hace casi cuatro años por el control de la institución. Se estima que esta organización factura recursos del orden de 75.000 millones de pesos, y su patrimonio lo conforman más de 30 propiedades.

Por una parte está la heredera, Ivonne Acosta Acero, hija del primer matrimonio de Gabriel Acosta. Al fallecer su madre asumió la dirección de la Fundación Acosta Bendek. Trajo a su medio hermano, Alberto Acosta Pérez, a quien puso a dirigir el hospital, y designó a su esposo, el otorrinolaringólogo Carlos Jorge Jaller Raad, rector de la universidad.

Por fuera de esta repartición quedó por fuera Soraya Corzo Pinto, la última esposa del excongresista, quien tenía mucha injerencia en las decisiones que se tomaban en la organización. Pero, además, fue demandada penalmente por los hijos de Acosta Bendek, quienes la acusaron de haberlo asesinado.

Cuando se pensó que todo estaba tranquilo y la universidad marchaba normalmente, aparecieron los sobrinos del fundador reclamando derechos y, a través del pleito judicial, removieron la cúpula de la institución. Así llegaron a los cuadros del poder los hermanos Luis Fernando y Juan José Acosta Cosio, este último, el actual rector.

Tras la muerte de los fundadores de estas instituciones, se desató una batalla entre los herederos por el control del poder y el territorio de estas universidades, además del legado patrimonial

En estos tres años, Ivonne Acosta y Carlos Jaller han librado una dura pelea contra Alberto Acosta Pérez, quien ahora es director del hospital, y los hermanos Acosta Cosio. En medio de esta pelea, en la que ya se encuentran metidos fiscales, jueces y el Ministerio de Educación, se han montado y desmontado tres rectores.

Durante cuatro años, muchos actos administrativos han impactado de manera negativa la universidad, como es el caso de la especialización en medicina, que primero fue autorizada durante la rectoría de Carlos Jaller pero después anulada por Juan José Acosta; es decir, ahora los aspirantes deben presentar un nuevo examen.

La tragedia de la Autónoma

En el 2013, luego de episodios turbios en la dirección de la Universidad Autónoma del Caribe, Ramsés Vargas Lamadrid se autoproclamó como el salvador y refundador de la entidad; sin embargo, hoy está preso afrontando un escandaloso proceso judicial por corrupción.

Vargas llegó a reemplazar a la rectora argentina Silvia Gette Ponce, quien asumió la rectoría entre el 2003 y el 2013, después de la muerte de su esposo, Mario Ceballos Araújo. La exrectora fue encarcelada por el delito de soborno, que habría cometido para obstruir el proceso por el crimen del ganadero Fernando Cepeda.

En estos momentos, Gette Ponce cumple una condena de seis años y cinco meses bajo detención domiciliaria, y también resultó salpicada con escándalos de autopréstamos por más de 1.000 millones de pesos.

Ramsés enfrenta en estos momentos, junto con otros nueve funcionarios y directivos de la universidad, un proceso en el cual se habla de actas falsas, ventas de inmuebles y millonarias bonificaciones. La Fiscalía menciona un desfalco de 16.000 millones de pesos a la entidad.

En las audiencias que se celebran en estos días, la Fiscalía ha presentado cargos contra Vargas y los otros detenidos, solicitando cárcel. Se asegura que el exrector se incrementó su patrimonio en más de 4.000 millones de pesos.

Investigaciones dicen que el exrector recibió bonificaciones en moneda extranjera, becas para estudiar en el exterior y permisos para viajar semanalmente. Varios de esos viajes eran a Miami y recibía pagos por gastos de representación por cada uno de ellos.

Además de las prebendas, tales como primas y un salario que sobrepasaba los 60 millones de pesos mensuales, tenía un esquema de seguridad que costó 2.223 millones de pesos.

Los escándalos protagonizados por los exrectores Gette y Vargas impactaron en las actividades académicas y la imagen de la universidad. Una gran cantidad de profesores y estudiantes decidieron irse. La universidad aún no logra el equilibrio financiero que le permita ponerse al día con sueldos y prestaciones sociales de profesores y trabajadores. Las deudas superan los 100.000 millones de pesos.

Por ahora, la actual rectora, Claudia da Cunha, designada por el Ministerio de Educación, ha podido salvar los dos semestres y pagarles a los empleados, además de implementar un plan de mejoramiento de áreas críticas, como la financiera y la jurídica.

En medio de semejantes tormentas se mueven estas dos instituciones insignias del Caribe, que se resisten a naufragar y quedar a la deriva. Siguen aferradas a una tabla de salvación que fue el sueño de sus fundadores: hacer ciencia para el progreso.

LEONARDO HERRERA
Corresponsal de EL TIEMPO
Barranquilla @leoher69