Inicio Colombia Medellín: pionero en el desarrollo del arte sonoro

Medellín: pionero en el desarrollo del arte sonoro

En 2018, el artista mexicano Daniel Ballesteros presentó una exposición en la que una superficie de madera vibraba con las ondas de sonido que él había compuesto, inspirado en el árbol de yarumo. Los visitantes debían recostarse en el piso sobre dicha plataforma, con el objetivo de sentir las ondas.

Aunque el origen de este tipo de obras no radica en el uso de elementos como el óleo, el pincel o el dibujo, sino que se vale del sonido y de la comprensión de la teoría de lo auditivo, también se encuentran enmarcadas dentro del vasto campo del arte, específicamente dentro del arte sonoro.

“En el mundo el desarrollo del arte sonoro es embrionario y reciente, y no se compara con la presencia que tienen las artes visuales o la música tradicional; en Colombia hay mucha gente interesada en estudiarlo y trabajarlo”, dice Alba Fernanda Triana, artista cuyas obras están concebidas musicalmente e incluyen instalaciones interactivas, espacios resonantes, esculturas de sonido y luz y objetos vibracionales.

Por estos días y hasta el 17 de febrero, Triana presenta la muestra ‘Polifotonía’, en el espacio llamado ‘Lab3’, del Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm), la primera sala pública en Colombia creada en un museo para el desarrollo de proyectos expositivos, creativos y educativos, en torno a las artes electrónicas con énfasis en arte sonoro.

Según Jorge Bejarano, curador de proyectos especiales en el Mamm, “esta sala de experimentación sonora es un espacio excepcional en el contexto colombiano y en parte latinoamericano, pues a la altura solo está el espacio que tiene el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México. En Colombia y en Brasil se está consolidando una escena importante de artistas que trabajan el sonido, no hablamos de música, sino de un acercamiento más interdisciplinar”.

Es así como el sonido propone experiencias envolventes que involucran el cuerpo. “Hay experiencias totalmente acusmáticas, en donde no hay elementos visuales, sino solo sonido. Hemos tenido instalaciones como la de Francisco López, que tiene 10 altavoces ocultos, en la cual la gente entra y siente una composición de dos horas en todo su cuerpo a través de un sistema de sonido envolvente; hasta otras experiencias más objetuales que involucran video o interactividad”, explica Bejarano.

Por su parte, ‘Polifotonía’ va incluso más allá, pues aunque es concebida como una pieza de música, no es audible: en lugar de sonido utiliza luz como materia principal para desarrollar un discurso que se manifiesta a través de la manipulación de parámetros que comúnmente son asignados a la música como manejo del ritmo, forma, textura, densidad y frecuencia.

‘Polifotonía’

Foto:

Cortesía de la artista

Entonces, cuando el público entra al ‘Lab3’, que está en completa oscuridad, se encuentra con “tres esculturas. Cada una evoca un instrumento musical y tiene un parlante, una cuerda y un afinador (usado para afinar instrumentos de cuerda). El parlante excita la cuerda, la estimula, y en lugar de que se produzca sonido audible se produce sonido visible, que viaja por la cuerda”, cuenta Triana.

La obra está compuesta por tres esculturas, conectadas entre sí.

Foto:

Cortesía de la artista

Es así como el espectador ve en la cuerda una onda sonora simple, que adopta la forma de dos óvalos, la cual opera como una especie de lienzo en el que se refleja una luz estroboscópica –es decir que titila a una frecuencia específica- que emite cada una de las llamadas esculturas.

“Lo que hago es aislar las ondas de luz y a medida que la obra, de 23 minutos, avanza se incorporan más ondas de luz; la composición consiste en las interacciones entre las ondas de luz con la onda sonora visible”, explica Triana.

Y agrega: «la obra es una observación de la naturaleza a un nivel micro. Es similar a cuando se contempla un paisaje, pero en este caso lo que se observa son interacciones primordiales, entre ondas; fenómenos y comportamientos fundamental de la naturaleza, que tienen mucho para decir acerca de absolutamente todo y de nosotros mismos».

‘Polifotonía’.

Foto:

Cortesía de la artista

Para Bejarano, “algo muy bello es que el sonido es un ámbito completamente físico y material que podemos hasta en algunos casos tocar”.

La idea es que las personas contemplen toda la obra visual como si estuvieran en presencia de una obra musical, que además invita a preguntarse si la experiencia musical requiere siempre y estrictamente del sonido para ser vivenciada.

“Es un planteamiento muy conceptual de la música y del sonido, pero que en general otros artistas también lo están haciendo. El mundo de la música visual es un terreno de exploración muy rico actualmente, en donde se trata precisamente de generar los diálogos entre imagen y sonido. Ese diálogo es clave y lo ha sido a lo largo del siglo XX, pero ahora, gracias a que tenemos nuevos desarrollos tecnológicos, podemos llevar a cabo obras y procesos muy interesantes que nos permiten ejemplificar eso”, manifiesta Bejarano.

LAURA GUZMÁN DÍAZ
Cultura y Entretenimiento@The_uptowngirl