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Menores, en riesgo de caer en garras de grupos organizados

“Tengo 14 años, vivía en El Picacho. Me vine para el centro por problemas con mi mamá”. Así comienza el testimonio de una niña que, aparentemente, cayó en poder de grupos armados y terminó siendo explotada sexualmente. Si bien el testimonio pareciera sacado de la peor ficción, es una realidad que pasa en las calles de Medellín.

El relato de la menor aparece en uno de los tres cortos audiovisuales que resultaron de la investigación ‘Opciones de vida, paz y convivencia juvenil en los territorios’, realizada en convenio entre la alcaldía de Medellín (desde la subsecretaría de Derechos Humanos) y la facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.

La principal motivación para hacerla, y en donde recae precisamente su importancia, es el inmenso subregistro que existe en Medellín sobre la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes (Escnna).

Iván Felipe Muñoz, profesor de la Universidad de Antioquia y líder del proyecto, resaltó durante la presentación de los resultados que era muy poco lo que se había investigado en este asunto. “Encontramos algunos artículos de prensa, pero es muy poca la investigación académica que se ha hecho al respecto. Ahí es donde es importante esta investigación”, comentó el profesor.

Luego de realizar grupos focales y entrevistas personales en tres comunas (La Candelaria, Castilla y San Antonio de Prado) de la ciudad para entender mejor este fenómeno, los investigadores llegaron a varios hallazgos principales. Son los siguientes:

Crecimiento del problema

Este es uno de los puntos más preocupantes que se encontraron. El estudio hizo una aproximación cuantitativa para sacar una tasa de la explotación sexual comercial de la población en cuestión.

Mientras en el 2013 la frecuencia de casos registrados por explotación sexual fue de 6,8 casos por 100.000 habitantes, pasó a 21 casos en 2016.

Es decir, la cifra se triplicó en tres años. Hay que aclarar que la tasa está basada en datos aproximados, según denuncias y capturas por este delito pues no hay datos que registren de manera precisa el uso de los grupos organizados delincuenciales en esta práctica.

El caso más preocupante que se encontró es el de la comuna 10-La Candelaria. Solo allí, en 2015, se registraron 175,1 casos de explotación sexual comercial de menores por cada 100.000 habitantes. Es el caso de la niña que, con desesperanza, cuenta en uno de los audiovisuales cómo terminó en esa situación por problemas familiares. También llamó la atención de los investigadores el crecimiento en comunas como la 14-El Poblado y la 11-Laureles.

De la seducción a la coacción

Además de la explotación comercial, la investigación también se esforzó por entender cómo los grupos armados utilizan a menores de edad como enclaves para el narcomenudeo, es decir, la comercialización de pequeñas dosis de droga.

José Pablo Velásquez, uno de los investigadores, explicó que a los menores comienzan a seducirlos de una manera cordial para que ayuden a los combos: “Ellos saben dónde están los niños, conocen sus horarios. Entonces, se acercan y les dan dádivas, regalos, la tentación de la plata fácil. Lo más vulnerables, que tienen problemas familiares, terminan con problemas de abuso de drogas”.

Velásquez argumentó que estos grupos comienzan a utilizarlos en cargos menores, como campaneros o ‘carritos’, es decir, mandaderos que pueden transportar desde recados hasta drogas.

Se acercan y les dan dádivas, regalos, la tentación de la plata fácil. Lo más vulnerables, que tienen problemas familiares, terminan con problemas de abuso de drogas

Pero la seducción no se queda ahí. En algunos casos, según la forma de operar del grupo, pueden ejercer violencia sobre la familia del menor para que este haga lo que le están pidiendo. En ocasiones extremas, enfatizó Velásquez, a los menores se les amenaza de muerte para que no abandonen las obligaciones que el grupo les impuso.

Afectación sicosocial:

Muñoz y Velásquez coinciden en que una de las causas principales para que los jóvenes caigan en manos de los delincuentes son los problemas sociales presentes en las tres comunas en donde se realizó la investigación. Sin embargo, la raíz del problema es casi siempre la descomposición familiar. “Cuando un niño llega a un grupo es porque falló algo en los procesos de protección. Son niños en entornos familiares difíciles, que terminan siendo muy vulnerables”, puntualizó Velásquez.

Ahora bien, una vez en los grupos delincuenciales organizados, los niños, niñas y adolescentes sufren problemas sicosociales que afectan su desarrollo personal en todos los ámbitos. El estudio concluyó que esta población termina con problemas de drogadicción, bajo rendimiento escolar o deserción, secuelas en la salud sexual y reproductiva, entre otros.

Normalización del problema

Este punto no aparece tan explícito en la investigación, pero es uno de los temas que más resalta Velásquez. Y lo hace con una anécdota: en el centro, alguna vez, alguien vio a un hombre viejo entrar a un hotel de la mano de una niña. ‘Qué horror’, exclamó esa persona.

El problema se ha normalizado, se hizo parte del paisaje en algunos sectores. Eso es dañino para cualquier sociedad, que se tolere lo intolerable

Pero, al ver la escena con frecuencia, se acostumbró y le pareció normal. “El problema se ha normalizado, se hizo parte del paisaje. Estamos en una anestesia y una apatía moral ante esta temática, eso es lo que no puede seguir pasando”, concluyó Velásquez.

Leyes no han sido efectivas

Según el último estudio realizado por Unicef, en 2006 había 150 millones de niñas y 73 millones de niños explotados sexualmente en el mundo. Esta cifra no diferencia entre quienes eran explotados sexualmente con fines comerciales. En Colombia, la ley 1336 de 2009 (que robustece a la 679 de 2001) pretende luchar contra la explotación, la pornografía y el turismo sexual con niños, niñas y adolescentes. A pesar de eso, investigadores evidencian que el problema incluso se ha incrementado en la ciudad.

‘Esto no debe quedarse solo como datos de una investigación’

Desde la administración municipal sugirieron que la investigación no se quede solo en datos fríos que sirvan para llenar folios de información.

Por esa razón, la investigación culminó con varios productos que sirvan a la sociedad y al Estado para entender y tomar acciones con el fin de erradicar estas prácticas realizadas por los grupos delincuenciales organizados.

Entre los productos sobresalen tres cortos audiovisuales realizados por grupos juveniles de las comunas en que se hizo la investigación (Candelaria, Castilla y San Antonio de Prado).

Con estos jóvenes se hicieron grupos focales y entrevistas personales que ayudaron a los investigadores a entender la complejidad del problema.
Uno de los cortos, titulado Todos llevamos una venda en los ojos, retrata la historia de una niña que, luego de pelear con su madre, huye de su casa. En la calle, desprotegida, es explotada sexualmente con fines comerciales por un grupo delincuencial.

Los habitantes de la ciudad, por su parte, aparecen con los ojos vendados, de espaldas al problema. Esta es una característica que resaltan los investigadores.
Además de los audiovisuales, la investigación fue recopilada en un libro que por ahora puede ser consultado en versión PDF. En él se resumieron todos los hallazgos encontrados.

El último, pero no menos importante es un documento con una serie de recomendaciones que los investigadores hicieron a las instituciones del país para prevenir estos flagelos. Será remitido al concejo de la ciudad, la Asamblea, el Congreso.

Miguel Osorio Montoya
Para EL TIEMPO ​@MigoroMontoya