Inicio Colombia Neira, donde es noticia que alguien muera antes de los 100 años

Neira, donde es noticia que alguien muera antes de los 100 años

Tras un viaje de 21 kilómetros desde Manizales, al final de una carretera con decenas de curvas, aparece Neira, el municipio considerado como el poblado con más ancianos de Colombia, pues allí no solo vive la mujer más longeva del país, sino que una buena parte de su población pasa los 60 años.

Desde la entrada del pueblo se comienzan a ver hombres y mujeres mayores, caminando con bastones, vestidos con ruanas y sombreros. El parque central es su punto de reunión. Desde los coloridos balcones, algunos solo ven pasar los días y bromean con que la noticia en Neira es cuando alguien muere antes de cumplir los 100 años.

Otros abuelos deambulan por el municipio en busca de encontrar con quién compartir una charla. Entre ellos todavía se usa el canje de objetos, algunos ofertan zapatos o viejos radios, que cambian por otros elementos como prendas de vestir o cigarrillos.

En Neira, las vías principales son tranquilas, escasamente pasan carros y solo colapsan cuando hay un entierro, como el de alguno de los ‘yiperos’, cuya caravana fúnebre con los jeep Willys paraliza el poblado.

El municipio, que fue fundado en 1842, cuenta con unos 30.000 habitantes, de los cuales 9.000, el 30 por ciento de la población, son mayores de 60 años, según las cifras de la gestora social del municipio, Luz Mary Murillo, quien agrega que de estos, 3.800 están en condición de vulnerabilidad y unos 115 que vivían en condiciones precarias ahora están albergados en los dos hogares con los cuales cuenta el municipio.

La mayoría de los habitantes viven en la zona rural, que es muy extensa y tiene desde clima cálido hasta áreas de páramo. Pese a que la economía de este poblado se basa en la agricultura, siendo el café el principal producto cultivado en esta zona, la ganadería también ocupa un lugar importante. Hasta hace 20 años, la empresa Cementos de Caldas era una de las principales fuentes de empleo del municipio, pero tuvo que cerrar.

Neira, de lejos, supera el promedio nacional, pues el Dane calcula que en el país hay actualmente 5’752.000 personas mayores de 60 años, es decir, el 11 por ciento de la población. La gestora social no duda en decir que este “es el pueblo más longevo de Colombia”, título que no les molesta a sus habitantes y que, incluso, les ha generado que llegue a este pueblo uno que otro turista en busca del secreto de sus habitantes para la larga vida.

La ciudad con más población longeva de ColombiaEn una nueva entrega de Pueblos Insólitos, Neira, en Caldas, es el municipio con el registro de mayor población anciana del país.

Calles de Neira.

Murillo afirma que gracias a esto Neira es conocido en el departamento. “Las personas duran mucho aquí. El clima, las costumbres sanas, la genética, el aire descontaminado y la misma alimentación pueden prolongar la edad”, explica.

El alcalde del municipio, Marino Murillo Franco, quien no pasa de los 50 años, se refiere al tema de los abuelos como “una bendición», y agregó que con su experiencia “engrandecen la historia y cultura de la localidad, además de darles buen ejemplo a los niños y jóvenes que habitan el casco urbano y las veredas vecina”.

Adela y sus 115 años

A un costado de la sede de la Alcaldía, Fabio Vásquez Mejía, de 84 años, instala una silla en la mitad de la calle y ni siquiera ocasiona un trancón. Toma asiento y cuenta que vive feliz porque llegó a esta edad junto a su esposa. Nació en Aranzazu, un municipio del centroccidente de Caldas, pero pocos años después se mudó a Neira e hizo su vida allí.

“Me siento contento, todo el pueblo me conoce y hablo con todo el mundo aquí”, dice.

Por el lugar pasa su amigo Juan Manuel Pérez, de 85 años, quien, cuando sonríe, deja ver un destello. Se trata de dos dientes de oro que enmarcan su dentadura. “Es su tesoro más preciado”, comenta un vecino.

Doña Adela, a sus 115 años, vive en uno de los dos asilos que tiene Neira.

Foto:

Doña Adela, a sus 115 años, vive en uno de los dos asilos que tiene Neira.

La vida es tranquila en Neira, repiten sus pobladores cuando se les pregunta por la larga vida de sus habitantes.

Dorance Morales casi llega a sus 60 años y sus familiares son muy longevos. De hecho su abuela, Adela Morales Quintero, es considerada la mujer más anciana del pueblo e, incluso, del país. Para él, además de la tranquilidad, la alimentación podría ser la razón de vivir tanto. Y aunque los platos tradicionales son los mismos que en toda la región cafetera, sancocho y fríjoles con arepa, ellos dicen que todo se hace con productos frescos y que a cambio de gaseosas prefieren la aguapanela y el café.

“El secreto también puede ser porque a nosotros no nos ha tocado el conflicto armado, ni secuestros ni tomas guerrilleras. La alimentación de estas tierras o la genética también pueden ser la razón, porque mi abuela no se cuidaba tanto, fue fumadora, se empujaba dos cajetillas diarias, pero en una crisis de salud a los 80 años, tuvo que dejarlo”, relata el hombre.

Adela tiene 115 años. Así lo ratifica su cédula de ciudadanía expedida en Filadelfia, Caldas. Es una de las mujeres más conocidas en Neira.

Hace unos 15 años reside en el hogar San Antonio de Padua, de este municipio. Aunque Adela ya no habla mucho y tampoco revela el secreto de su larga vida, recuerda algunos detalles de la historia del departamento, los años cuando el medio de transporte era la mula, la bonanza cafetera y hasta la violencia partidista que se vivió en el país.

Las personas duran mucho aquí. El clima, las costumbres sanas, la genética, el aire descontaminado y la misma alimentación pueden prolongar la edad

La mujer vive con otros 24 abuelos en este asilo, ubicado en el centro del pueblo. Ya no camina con tanta frecuencia, sin embargo Luz Adiela Márquez, enfermera del hogar y quien dedica su vida a atender a los abuelos dice: “Se ayuda mucho, si yo no voy temprano a bañarla, ella se baña sola, a veces lava su ropa, me parece muy lindo que a su edad todavía tenga esa agilidad”, relató 

La mayoría de adultos lleva entre cinco y diez años en el asilo, que está ubicado en una vieja vivienda del municipio. El comedor y la sala, ambientados con objetos antiguos, son los sitios más concurridos por los abuelos que pasan horas viendo el paisaje desde los ventanales de la casa.

Clarita Orozco, una habitante, cuenta que en este poblado hay muchos abuelos, unos en sus viviendas con sus familias, pero, tristemente, otros están abandonados.

“Tal vez los jóvenes ya no tienen tantos niños, o los adultos envejecieron y han durado mucho. La tranquilidad de la vida aquí es lo que permite que duremos más que en otros lados”, insiste.

La larga vida de sus habitantes ha llevado a que, pese a ser un municipio pequeño, cuente con dos hogares para adultos mayores, que reciben ayuda económica del municipio y son gratuitos.

El municipio, que fue fundado en 1842, cuenta con unos 30.000 habitantes.

Foto:

El municipio, que fue fundado en 1842, cuenta con unos 30.000 habitantes.

“Tenemos varios programas para atender a toda la población mayor, algunos tienen donde dormir, pero no tienen qué comer, otros son más vulnerables”, dice la gestora social del municipio.

No obstante, el subsidio del programa Colombia Mayor, que entrega 150.000 pesos y beneficia a unos 984 adultos, según Murillo, se queda corto, pues la población de ancianos es muy grande.

“Le escribí al presidente Juan Manuel Santos para que nos ampliaran los cupos, pero no fue posible. Me parece muy doloroso, pero para poder beneficiar a otro abuelo que también lo necesita, toca esperar que uno de los abuelos muera”, dice.

Sandra Milena Franco, coordinadora de Programas Sociales de la Alcaldía, describe el cuidado y trato hacia los abuelos como una tarea que requiere recursos económicos y personal profesional.

“Realizamos actividades recreativas y concursos con los adultos de la zona urbana y rural, también tenemos jornadas de salud para atenderlos”, dice.

Aquí hay abuelitos a quienes traen y nunca más vuelven a verlos, la directora ( de uno de los asilos) es la que está pendiente de ellos

Franco contó que los abuelos del municipio son reconocidos departamentalmente. Hace unos meses, una de las abuelas más populares de Neira, Ofelia Ramírez, fue merecedora del Botón de Oro, entregado por la Gobernación de Caldas. “Ella se ha destacado en el municipio por escribir diferentes libros, poesías y ha sobresalido a nivel municipal y departamental”.

El drama de los abuelos olvidados

Por las calles del municipio se ven algunos abuelos deambulando, buscando comida o simplemente compañía.

Jhon Fredy Franco, el director del hogar San Vicente de Paul, donde viven 90 abuelos, relató que aunque se ve más en la zona rural, a muchos de ellos “los explotan toda la vida en una finca, trabajando, y apenas ven que ya no son útiles, los tiran”.

Pese a que en los dos hogares hay un horario para las visitas, casi ningún abuelo las recibe, aunque la mayoría tiene sus familias radicadas en el municipio.

Realizamos actividades recreativas y concursos con los adultos de la zona urbana y rural, también tenemos jornadas de salud para atenderlos

En el hogar San Antonio de Padua, el otro del pueblo, pasa casi lo mismo. Las cuidadoras dicen que no a todos los visitan.

“Aquí hay abuelitos a quienes traen y nunca más vuelven a verlos, la directora es la que está pendiente de ellos, de sus medicamentos, de sus implementos de aseo, de lo que necesitan”, explica la cocinera del ancianato, quien está cerca de los 60 años y todavía se considera joven.

María González, una habitante del pueblo, señala que es frecuente el abandono de los hijos: “Se cansan de uno y a algunos los llevan a donde no los tengan que ver”.

Entre ellos se acompañan como una familia. Nelson Duque Correa no recuerda su edad, cree que tiene unos 70 años y desde hace 10 vive en el hogar, tras quedarse solo. “Aquí paso mis días, tranquilo con los demás compañeros”, dice.

Para Jhon Fredy Franco, los abuelos allí viven tanto porque están tranquilos, pueden ir al parque o al café y “no les falta el tinto, la charlita o la tertulia, entonces, se les hace la vida más llevadera”.

Y otros más muestran que el amor puede sobrevivir a los años, como Jorge Aníbal Marín Campiña, de 96 años, y María Isabel Castrillón, de 92, unos campesinos que ahora viven en el hogar San Antonio de Padua.

Ellos son Jorge Aníbal Marín Campiña, de 96 años, y María Isabel Castrillón, de 92.

“Los trajeron porque les estaban pegando, tenían una casita y los hijos la vendieron, sufrieron mucho: hambre, maltrato, solo les daban el desayuno y no les daban más en todo el día, llegaron muy flaquitos”, relataron las empleadas del hogar.

La pareja lleva 75 años de casados y siempre se les ve juntos. Recorren las instalaciones del lugar de la mano y se acompañan hasta la puerta del baño.

María Isabel mira a su esposo y dice: “No nos hemos dejado un solo día, juntos a todas partes”.

LAURA SEPÚLVEDA HINCAPIÉ
Enviada Especial de EL TIEMPO
NEIRA (CALDAS)