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Niños que reciben clases en billar siguen a la espera de nueva escuela

Los cuarenta niños del corregimiento Nueva Esperanza del municipio de Sahagún, Córdoba, que desde el año pasado reciben clases en un negocio de billar, aún no reciben el cumplimiento de la promesa de tener una nueva sede educativa tras ser desplazados de su antigua sede por la instalación de torres de transmisión de energía eléctrica de propiedad de ISA.

Son muchos los anuncios sobre el inicio de las obras para la construcción de la escuela, pero ninguno ha dado cumplimiento a lo pactado entre la compañía energética y la Alcaldía de Sahagún que establecieron la compensación para los estudiantes de primaria. Según los padres de familia, en una reciente reunión con delegados de ISA y la Alcaldía de Sahagún, la empresa iniciará la construcción en julio próximo.

«Nos tienen con un contentillo desde el año pasado anunciando que ya vienen las obras y que ahora sí son definitivas; pero ya nuestros niños llevan año y medio recibiendo clases en un lugar que no es apto», dijo Reinel Darío Pérez, uno de los acudientes de los menores.

Desde febrero de 2018, los pequeños tuvieron que improvisar los salones de clase en dicho negocio porque la compañía energética instaló una torre de transmisión de energía y atravesó líneas de alta tensión eléctrica en predios del colegio de primaria.

A cambio, la empresa se comprometió a construir una nueva escuela en un terreno que debía comprar la administración municipal.

Sin embargo, y pese a existir el lote para iniciar los trabajos, los pequeños han tenido que soportar todas las incomodidades de una improvisada escuela en un establecimiento que los fines de semana se convierte en el lugar de diversión de adultos.

El alcalde de Sahagún, Baldomero Villadiego, ha tenido diálogo permanente con los representantes de ISA y aunque manifiesta que siempre ha existido voluntad, lo cierto es que las obras aún son una ilusión para estudiantes, profesores y padres de familia.

Mientras se surtía el trámite para dar inicio a la nueva escuela, los padres de familia pidieron al dueño de un negocio de billar del pueblo que prestara el lugar para que sus hijos de grados transición a quinto de primaria recibieran sus clases.

«Los padres de los niños me pidieron prestado el local y yo gustosamente lo cedí por seis meses, pero ya han pasado 18 meses y aún no han iniciado los trabajos», aseguró Reinel Darío Pérez, dueño del billar.

Desde el lunes hasta el viernes al mediodía los pequeños reciben clases a cargo de dos profesores. Los fines de semana las sillas y tableros son guardados en una improvisada bodega para dar paso al billar que es visitado por adultos que consumen licor en medio de la alegría de la música.

«Los niños no tienen problemas entre semana, pero debo reconocer que aquí no hay una cancha ni un lugar para el recreo, el baño que utilizan es el mismo que tengo para los clientes y no contamos con un equipo de primeros auxilios en caso de una emergencia con uno de los pequeños», advierte Pérez.

Las mayores quejas de los padres de familia se centran en que el sitio donde funciona el colegio no cuenta con equipos de seguridad y primeros auxilios, ni baños adecuados para atender a los estudiantes que asisten al colegio – billar.

La situación para los menores se complica porque donde reciben las clases no llega el beneficio del programa de alimentación escolar, por lo que los acudientes han insistido en que se dé cumplimiento al mismo.

«Acá no entregan los desayunos escolares y como somos gente pobre, campesinos, no tenemos para comprarle meriendas a nuestros hijos», lamentó Helio Rafael Salgado, padre de uno de los alumnos.

GUDILFREDO AVENDAÑO
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
MONTERÍA.#