Los trenes de primera generación del metro, que fueron fabricados en Alemania en 1995, tendrán 20 años más de vida útil gracias a un desarrollo del Grupo de estudios en mantenimiento industrial de la Universidad Eafit.
Se trata del rediseño de una traviesa, la pieza que conecta la carrocería (donde van los pasajeros) con los bogies, es decir, el material rodante que une el tren con las vías.
Al ser un sistema masivo, que mueve unas 770.000 personas por día, es natural que los trenes se desgasten por el uso. Los de primera generación comenzaron a evidenciar esos deterioros desde hace algún tiempo. Entonces, había dos opciones que podían seguirse: repotenciar los trenes, es decir, darles más vida útil con la ayuda de algún desarrollo, o terminar su vida útil.
Es aquí donde entró el Grupo de estudios en mantenimiento industrial de Eafit, comandado por el profesor Leonel Castañeda.
El equipo viene trabajando con el metro desde el 2003. Pero en 2013 comenzaron la investigación para hacer un rediseño de la traviesa y, así, repotenciar los trenes de primera generación por 20 años más. Castañeda dice que la investigación y el desarrollo de la nueva pieza es un responsabilidad tripartita entre Estado, empresa privada y academia.
Lo más importante de este desarrollo es el ahorro para el sistema, el beneficio que trae para la empresa pero también para los ciudadanos
La empresa es el Metro, que necesita una solución práctica a un problema; Eafit, por su parte, presta el conocimiento y la investigación, mientras que el Estado, por medio de Colciencias, pone recursos para que las investigaciones lleguen a buen puerto.
Mauricio Soto, jefe de investigación, desarrollo e innovación del Metro, expresa que la repotenciación por medio de este desarrollo fue viable por el buen mantenimiento que la empresa le ha hecho a los trenes a lo largo de los años.
“Nuestros trenes son en aluminio, entonces se hizo un trabajo muy grande para intervenir esas estructuras de aluminio, para ponerla (la nueva traviesa) en acero. Para lograr este nivel de intervención se necesitó una investigación muy fuerte”, puntualiza Soto.
Tras la investigación y el rediseño de la traviesa, necesitaban que quedara construida con estándares ferroviarios internacionales, por lo cual fue mandada a producir en Suiza.
La vida útil de un tren es 25 años. Es necesario comenzar todo el proceso de repotenciación
para garantizar
más la confiabilidad
de la flota
“Las alianzas internacionales fueron muy importantes. Acá se hizo todo el ensamble de la pieza, con la ayuda de especialistas suizos y polacos, además de todo el personal local. Ahí comenzaron las pruebas en laboratorio para ver cómo respondían”, explica Castañeda.
La traviesa fue probada en los laboratorios de Eafit, en los que le aplicaron una fuerza de 1.500 toneladas, es decir, la carga que tendría una vez instalada en el tren. La respuesta, dice Castañeda, fue la esperada.
Una vez el nuevo diseño superó esa prueba, fue instalado en el año 2015 en uno de los 42 trenes de primera generación que en este momento tiene en operación el sistema.
Fueron dos traviesas las que se instalaron en uno de los vagones. Lo más difícil, explica Castañeda, es poner estas en el tren. El profesor hace un símil con una cirugía: el metro es un paciente al que hay que hacerle un implante que le genera un alto riesgo.
Afortunadamente para la empresa, esta nueva prueba, que se hizo cargando el tren con toneladas de concreto, tuvo los resultados esperados.
Por esta innovación la universidad Eafit y el Metro obtuvieron la patente por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio.
A pesar de eso, Castañeda expresa que “lo más importante es el impacto positivo que esto tiene para la ciudad y sus habitantes”.
MEDELLÍN
