Inicio Colombia ¿Quién es el capturado por el asesinato de niña de Buenaventura?

¿Quién es el capturado por el asesinato de niña de Buenaventura?

Jhon Edward Quintero Urquiza, quien hizo una confesión previamente a la imputación de cargos del asesinato de su sobrina de 10 años, crimen que tiene consternado a Buenaventura, tiene 29 años y es padre de dos hijas pequeñas, de diferentes mujeres. La primera tiene 3 años y la segunda escasos 3 meses.

Jhon Édward, quien se entregó a las autoridades ante las sospechas que recaían sobre él y los temores a de que lo asesinaran, no está ni ha estado casado o en unión libre con alguna de las dos madres de sus hijas.

Este bonaverense, nacido el 4 de mayo de 1990, de 1,63 metros de estatura y de sangre B positivo, que se agarraba la cabeza este jueves durante la audiencia de imputación de cargos, vivía solo en una vivienda del humilde barrio San Francisco de Asís, de calles a medio pavimentar.

Jhon Edward, uno de los menores de los nueve hijos de Encarnación Quintero, venía trabajando como fontanero, y en otros oficios varios en barcos y motonaves que atracan en Buenaventura. Pero su trabajo no era permanente y pasaba días esperando a que lo llamaran de estos navíos o él se iba al muelle a buscar qué hacer.

El sábado pasado, primero de junio, estaba reunido con su familia, en casa  de su mamá, Encarnación, donde vivía su sobrina, que iba a cumplir 11 años el próximo 26 de septiembre y la madre de ella, una de las hermanas menores de Jhon Edward, que tiene problemas auditivos y para comunicarse verbalmente.

Fue allí, en la casa de doña Encarnación, donde Jhon Edward empezó a ingerir licor. Por lo general consume bastante, según la Fiscalía, que en audiencia en el Juzgado Sexto Penal Municipal con función de control de garantías de Buenaventura le imputó cargos de feminicidio agravado en concurso con acceso carnal violento agravado.

Jhon Edwar Quintero Urquiza, presunto homicida de niña en Buenaventura.

Foto:

Fiscalía

Algunos de los cuatro familiares que lo acompañaron en la audiencia del pasado miércoles 5 de junio también contaron que tiene adicción a sustancias alucinógenas.

Ya a las 11 de la noche de ese sábado Jhon Edward decidió irse a su vivienda en el barrio San Francisco de Asís, muy cerca de donde vive doña Encarnación.  De acuerdo con la Fiscalía, el fontanero, quien no tiene ningún antecedente por delitos, le había dicho a la niña que fuera a su casa y ella así lo hizo, al parecer sin que ninguna otra persona de su familia se diera cuenta.

Adentro, como el mismo confeso asesino lo describió en una declaración que hizo horas antes de su captura el martes por orden del Juzgado Séptimo Penal Municipal con función de control de garantías, todo estaba oscuro y allí aprovechó para intentar abusar de la niña. Cuando la pequeña se resistió, acabó con su vida, asfixiándola con un lazo. Posteriormente, como lo leyó la Fiscalía, cuando la menor no mostraba signos vitales, cometió el abuso.

El mismo fiscal anotó que luego sacó el cuerpo a la parte trasera de la vivienda y se fue a dormir hasta que despertó a las 5 de la mañana, pensando que todo esto por el consumo de licor y las drogas, había sido una pesadilla.

La familia de este confeso feminicida señaló que no se imaginaban que algo así pudiera suceder. Incluso, uno de los familiares dijo en la audiencia que:  “no son quienes para juzgarlo. Es su hermano”. 

A esta hora se lleva a cabo la audiencia contra Jhon Édward Quintero Ortiz en Buenaventura.

Foto:

Juan Pablo Rueda / EL TIEMPO

 Jhon Édward, quien escuchó con las manos en la cabeza su confesión en boca del fiscal durante la audiencia,  podría recibir una condena en prisión de entre 40 y 50 años.

Su entrega a las autoridades ocurrió el domingo porque un tío le advirtió que a raíz de de la indignación por la muerte de la niña unos  “bandidos te están buscando”. Y él fue a la Policía, con el fin de recibir protección.

Desde ese domingo hasta el martes pasado estuvo con la Policía, mientras en Buenaventura, decenas de personas, con la alcaldesa Maby Viera a la cabeza, marcharon por las calles del puerto en repudio por el crimen y la violación de la niña que trascendió a todo el país.

Estuvo con la Policía hasta que a  las 6 de la tarde de ese martes el Juzgado Séptimo ordenó la captura porque ya había material probatorio que motivara la detención, como rastros de sangre en la cama individual del fontanero y otras muestras biológicas que también estaban en la soga. Y tras las pruebas, él confesó.

Sin embargo, como lo señalaron expertos de la Fiscalía y de la Procuraduría, así como el abogado de oficio en la audiencia de imputación de cargos contra Jhon Édward Quintero Urquiza, esta confesión no es una prueba válida, pues se debe analizar en qué circunstancias hizo esta revelación y aunque tuviera un abogado en ese momento, la ley señala que se deben cumplir unos protocolos dentro de todo proceso judicial, en aras de garantizarle al detenido que no se le vulneren sus derechos.

Por esto, así haya confesión, la Fiscalía deberá continuar en el proceso, reuniendo material probatorio que conduzca a un juicio para determinar si hubo o no responsabilidad o culpabilidad por el delito de feminicidio agravado en concurso con acceso carnal violento agravado. A su vez, el abogado defensor de Quintero Urquiza reiteró que su defendido, solo por ese día, no aceptó cargos. 

El abogado defensor de Quintero Urquiza reiteró que su defendido, solo por ese día, no aceptó cargos.

La familia de Jhon Édward dice que viven un drama doble y eso se evidenció en la audiencia de miércoles. Durante dos recesos, tres de su familiares rodearon a Jhon Edward, hablaron con él y le llevaron comida y un jugo. Al final, una de sus hermanas, que representaba a la niña como víctima, habló con él y se despidieron entre lágrimas.

Solo, sin su familia y mostrando lo asustado que seguía, dejó que los policías que lo custodiaban le pusieran el chaleco antibalas y luego el casco para blindarse ante cualquier atentado, una vez saliera con los uniformados rodeándolo de esta sede del Consejo de la Judicatura de Buenaventura. 

‘El licor no es detonante para volverse un asesino’

Estudios revelan que el alcohol o sustancias alucinógenas son detonantes para que una persona se convierta en un asesino. 

EL TIEMPO consultó a un psicólogo criminal que elabora perfiles en procesos judiciales de este y otros tipos y señaló: «Todos tenemos capacidad para ser agresivos, todos tenemos capacidad para ser violentos». Anotó que el alcohol, por ejemplo, desinhibe.

Aseguró que en toda persona se debe analizar factores que la hacen particular, como su historia familiar, factores psicológicos, cómo se desempeña en el ámbito laboral, en momentos de ocio, cómo se relaciona con las demás personas, cómo ha sido su vida de familia y analizar si hay algún trauma. 

En toda persona se debe analizar factores que la hacen particular, como su historia familiar, factores psicológicos, cómo se desempeña en el ámbito laboral y analizar si hay algún trauma

No obstante, el psicólogo criminal recalcó que no por el hecho de que una persona haya sido abusada sexualmente de niño o en otro momento de su vida se va a convertir en un abusador o va a cometer algún delito.

«Porque vive en estrato 1, eso es falso;  porque no tuvo a su padre, eso es falso; porque lo maltrataron, eso es falso»,
dijo el experto y aseguró que hay personas que por más experiencias negativas y traumáticas que han padecido se convierten en ciudadanos propositivos y que contribuyen con sus acciones a la sociedad. 

No por el hecho de que una persona haya sido abusada sexualmente de niño o en otro momento de su vida se va a convertir en un abusador o va a cometer algún delito

El psicólogo dijo, además, que todos tenemos esta capacidad de ser violentos, pero hay restrictores morales que se vuelven en una barrera para no trasgredir la ley. 

Para la Secretaría de Salud de Cali, “ser niña adolescente y preadolescente significa un cambio y una transición que es fenotípicamente, y en su cuerpo se empieza a ver.
También
genera y despierta formas sexuales y sexuadas a las cuales hay que prestarles atención. Entonces es comprender cómo está etapa tiene que ser vista como un fenómeno normal”.

La entidad informó, además, que niños y niñas con edades entre 1 y 9 años, no escapan de los violadores. En un año, la Secretaría recibió datos de 252 menores en estos rangos de edad que fueron abusados. “La casa, que debería ser un lugar de protección, es el de mayor riesgo, preocupación, dificultad y dolor”, señalaron en la Secretaría de Salud de la capital vallecaucana. 

Las preocupantes cifras

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CAROLINA BOHÓRQUEZ
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO

BUENAVENTURA