Inicio Colombia Ser fiel al Evangelio, invitación de la Diócesis de Valledupar

Ser fiel al Evangelio, invitación de la Diócesis de Valledupar

El próximo 25 de abril, la Diócesis de Valledupar celebrará sus bodas de oro. Medio siglo en los que la Iglesia Católica ha jugado un papel fundamental en la labor evangelizadora, atendiendo a los necesitados y fortaleciendo el servicio educativo en el Cesar.

De la mano de ella, la sociedad cesarense ha fortalecido el valor de la familia. También ha crecido en feligresía, parroquias, sacerdotes y comunidades, hasta el punto que muchos escenarios son insuficientes para abarcar los encuentros.

En materia de infraestructura se destacan obras, como el Seminario Juan Pablo II y la construcción de la nueva catedral, que sería la más grande del país, la cual avanza en un 80 por ciento, que tendrá la capacidad para acoger a más de 2.500 personas y cuya inauguración está prevista para el 24 de agosto de este año.

Esta institucionalidad es liderada, desde el 2003, por el obispo, monseñor Óscar José Vélez Isaza, un misionero claretiano, natural de Pensilvania (Caldas) que se define como una persona devota de la fe. “Le pongo fe a lo que hago y por eso, estos 16 años en el Cesar, me he empeñado cada día para que Cristo sea conocido en la diversidad de la Iglesia y también para que esta Diócesis crezca”, dice.

EL TIEMPO habló con él sobre el papel de la Diócesis en estos 50 años y sus desafíos.

¿Qué significado tienen las bodas de oro?

Hace 50 años el Papa San Pablo VI, consideró que la iglesia de Valledupar estaba madura para ser Diócesis.

¿Y antes cómo era considerada?

Era un vicariato apostólico; es decir, un territorio de misión. En el año 1969, el papa la decretó como una jurisdicción eclesiástica que hace presencia en el sur de La Guajira y el Cesar, y nombró como primer obispo al fraile capuchino, monseñor Vicente Roig y Villalba, luego fue nombrado Agustín Valbuena Jáuregui y el tercero soy yo. Sin embargo, aclaro que la publicación de este documento, que se llama bula, fue el 25 de abril y por eso en esta fecha tendremos el inicio de este año jubilar.

Además de lo religioso, ¿Qué le ha aportado la Diócesis a los cesarenses y al sur de La Guajira?

Ha incursionado mucho en el campo educativo. Desde sus orígenes, el Estado le pidió a la Iglesia que manejará la educación en las partes donde no llegaba la educación oficial, especialmente las zonas más marginales del casco rural y urbano.

¿Ejemplos de ese trabajo, monseñor?

En el caso de Valledupar, la Alcaldía nos encomendó el corregimiento de Villa Germania, donde sus habitantes han sufrido una de las violencias más fuertes y era imposible que llegara la educación oficial y hoy tenemos un hermoso centro educativo con vocación agrícola donde atendemos a muchos niños y jóvenes. Además le puedo decir, que donde fundamos una parroquia, en cualquiera de las zonas deprimidas, allá nos llega la gente y esperamos que esto siga así.

¿Qué le preocupa a la Diócesis y cuál es el reto en el futuro?

La mayor preocupación es ser fiel al evangelio. La finalidad del Señor es edificar sobre una roca que es la fe y desde aquí pues lógicamente nos esforzamos por llegar a la gente que está más alejada geográficamente, especialmente en la parte rural. Hay mucha juventud desorientada y hay que fortalecerlos con una iglesia misionera, sin acomodarnos.

¿Cómo ha sido ese paso de Jesús por la Diócesis y por esta sociedad vallenata?

Jesús está pasando muy bien por aquí; de hecho hace mucha presencia en toda la periferia. No hay un barrio de la ciudad que no tenga una parroquia católica, tenemos 75 sacerdotes activos ¡Eso es una bendición de Dios! Una iglesia comprometida con la pastoral familiar.

El aumento de parroquias es notorio y el trabajo evangelizador también ¿Eso significa que la fe se ha fortalecido?

Sí, es un fenómeno difícil de explicar. Es cierto que también existen muchas iglesias no católicas que tienen su feligresía, pero nuestras parroquias no se están vaciando de gentes, todo lo contrario, estamos creciendo. Cuando llegué a Valledupar habían 12 parroquias y hoy estamos casi por las 50 y la labor que vienen realizando los sacerdotes en cada una de ellas ha potenciado la fe y la gente se está dando cuenta que sin Dios no puede vivir.

¿Y estas parroquias son de puertas abiertas?, porque hay gente que se queja que cuando necesita un servicio, como confesiones, bautizos, matrimonios, exorcismo, en fin, no les atienden oportunamente.

Claro que sí somos de puertas abiertas, pero todo lo que hagamos es poquito, hay que decirlo. Una parroquia puede tener entre 10 y 20.000 personas y el sacerdote es uno solo y no alcanzan atender a todo el mundo.

¿Es decir, hay déficit de sacerdotes?

Estamos orando para que haya más vocaciones sacerdotales. Pero, sin embargo, puedo decir que también en este campo estamos creciendo. En estos días, en muchas parroquias, hay confesiones las 24 horas, donde hay 10 y 15 sacerdotes disponibles para la confesión y cuando se presentan casos más complejos se les concede una entrevista.

¿Entre esos complejos cabe el exorcismo?

Para el caso de los exorcismos tenemos dos sacerdotes que tienen esa misión; pero en algunos casos acuden muchas personas y algunas de ellas presentan problemas psíquicos y no son tratados como posesiones diabólicas; otros presentan esta situación por temas de pecados, sin embargo se les da atención pastoral.

A propósito, ¿En qué estamos pecando?

¡Pecados hay muchos en todas partes, porque todos somos pecadores! Yo diría que hay muchas clases de pecados entre esos el acomodamiento y hay que salir, realmente, al reto misionero y dejar a un lado el aburguesamiento del que nos habla el Papa Francisco que a veces nos impide cumplir las misión que tenemos.

¿Se ha logrado consolidar la labor con las familias?

Estamos haciendo una labor con los matrimonios para salvar los hogares y hacer de ellos una verdadera familia cristiana. En este proceso también nos ha ayudado los retiros de Emaus donde cada fin de semana cerca de 300 personas están haciendo un retiro espiritual de conversión, eso es una gracia, una bendición.

¿Debe involucrarse la Iglesia en política?

La Iglesia tiene que preocuparse pero por la ¡política con mayúscula!; es decir, en la búsqueda del bien común, pero nunca por la política partidista, una cosa es que acoja a todos pues muchos de los políticos que se presentan son católicos y vienen para que les demos la bendición y se las damos, pero nunca haciendo una política partidista. Hay otras iglesias que lo hacen abiertamente, pero nosotros no.

¿Cuál es el viacrucis que ha tenido que cargar nuestro territorio?

El tema de la corrupción, la ilegalidad, la violencia, tres dimensiones que de alguna manera nos ha afectado y ha conllevado a divisiones de unos con otros, y lo que se debe hacer es verdaderamente el bien para el pueblo.

Y en este sentido, ¿Cuántas veces hay que perdonar a los que han incurrido en estos aspectos?

El perdón lleva también a buscar que el otro realmente cambie, que piense en hacer el bien a la sociedad.

LUDYS OVALLE JÁCOME
Especial para EL TIEMPO
Valledupar