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Suaita, el pueblo con más falsa tradición predial en el país

En Suaita, una población ubicada al sur del departamento de Santander, ningún habitante paga predial porque hace más de dos siglos el hacendado Juan Crisóstomo Echavarría le escrituró el terreno a la Virgen de la Candelaria.

Aunque no pagar el impuesto pareciera ser un beneficio para el pueblo, la situación se ha convertido en un embrollo jurídico, pues aunque las personas llevan años habitando sus hogares no tienen el título que los reconoce como propietarios, convirtiéndolo en el municipio con más falsa tradición de títulos en Colombia.

El superintendente de Notariado y Registro, Jairo Alonso Mesa, explicó que por esa situación Suaita presenta una informalidad de más del 90 por ciento. ¿Qué significa esto? Que los pobladores son propietarios porque tienen unas mejoras pero no se sabe de quién es el terreno, por eso no pagan impuestos.

Según el funcionario, esta problemática se extiende en todo el país, pues  “Colombia tiene 15.200.000 folios de matrícula inmobiliaria que identifican las propiedades de los cuales seis millones se encuentran bajo la figura de falsa tradición”.

La situación también involucra a la Iglesia y la Alcaldía porque la titularidad del predio del templo y la mitad del terreno ocupado por el inmueble de la administración municipal, según la documentación, le pertenecen a la Virgen y por ello no cuentan con certificado de Libertad y Tradición.

Descendientes de los primeros pobladores de ese municipio cuentan que cuando los parroquianos se asentaron a la ribera del río Lenguaruco (que hoy pasa en medio de las veredas Vado Real y La Candelaria) y pretendieron levantar sus viviendas, las siete plagas del Antiguo Testamento los atacaron.

Despavoridos, con lo poco que tenían en sus manos, buscaron refugio en las montañas, los árboles y unas cuantas chozas, hasta que un día, en medio del alboroto, llegó la noticia de que ya tenían un lugar seguro y limpio para vivir.

Se trataba de los terrenos que Don Juan Crisóstomo Echeverría, un latifundista de Suaita, quizás motivado por el anhelo de la absolución divina, tal vez conmovido por las cientos de víctimas que dejó la peste o queriendo que se conformara por fin el pueblo que tanto se codiciaba, decidió donar a la Virgen de La Candelaria, un 14 de junio de 1810. Para la época Colombia aún no había declarado su independencia.

Juan Crisóstomo jamás imaginó lo que esto representaría para la población y mucho menos que dejaría un enorme problema

Sin embargo, como aseguran algunos de los pobladores, Juan Crisóstomo jamás imaginó lo que esto representaría para la población y mucho menos que dejaría un enorme problema, incluso, mayor y más perdurable que las mismas plagas, pues dos siglos después, a pesar de que Suaita ha crecido, que muchos han pagado por sus casas y las han habitado durante décadas, sus pobladores no son propietarios de los terrenos sobre los cuales han edificado sus viviendas. La única dueña, como lo corrobora la escritura pública de donación, es la Virgen de La Candelaria.

Por ello, lo cierto es que 200 años después de que el alma caritativa de Echeverría decidiera donar su vasto terreno a la santa, buscando la redención eterna, aún no logra descansar en paz.

La Iglesia, representante legal de la Virgen

Bajo el Acuerdo Municipal número 7 del 20 de marzo de 1904, el Concejo de Suaita, respaldado en una resolución expedida por el Tribunal Superior del Estado de Santander en 1870, le reconoce a la parroquia del municipio “el derecho en todo el terreno de la actual ciudad”.

Desde entonces, al parecer, mediante compraventas –aunque algunos habitantes señalan que lo hicieron por medio de donaciones o diezmos–, la Iglesia le otorgaba a los habitantes del nuevo municipio “el derecho de propiedad” de los terrenos, mediante la celebración de escrituras públicas, en las que las firmaba como representante legal de la Virgen.

Sin embargo, para 2008, la Oficina de Instrumentos Públicos de Socorro, al percatarse de los errores en que se venía incurriendo, decide no otorgar más certificados de Libertad y Tradición de aquellos terrenos que se encuentran en la propiedad donada por Don Crisóstomo Echeverría.

La razón: tal como lo expresa la escritura de donación, la voluntad del donante era que la Virgen de La Candelaria fuera la propietaria de los terrenos, con tan mala suerte que para las leyes colombianas esta no podía ser la dueña del suelo donde se han edificado las casas ya que no es considerada como persona natural o jurídica, razón por la cual la Iglesia tampoco podía ser su representante legal.

Fernando Sarmiento Herrera, notario único del pueblo, comenta “que desde lo jurídico, si la dueña es la Virgen de La Candelaria, que venga ella y me muestre la escritura de propiedad, y que firme la venta del terreno. Pero esto no se pude hacer. Por eso, como notario, opté por no volver a hacer escrituras donde la parroquia vende a los particulares”.

Si la dueña es la Virgen de La Candelaria, que venga ella y me muestre la escritura de propiedad, y que firme la venta del terreno

En Colombia rige para la tradición de los predios el título y el modo. Cuando la parroquia quería vender y se acercaban a Instrumentos Públicos a registrar el trámite, el título que la parroquia citaba como tradición no se encontraba registrado.

“Ellos citaban en la escritura de venta una donación perpetua que le hicieron a la Virgen, pero no citaban el número de registro. Por eso, no seguimos con el proceso y lo detuvimos. No se le puede abrir un folio a algo que no existe en registro”, explicó una funcionaria de esa oficina a este medio.

En Suaita no han valido las misas, las súplicas, las oraciones ni mucho menos las fiestas patronales en honor a la virgen para salir de este enredo. El pueblo sigue sumido en la historia y muchos, como se comenta en las bancas del parque y las panaderías, viven al mejor estilo del clásico vallenato de Rafael Escalona, ‘en casas en el aire’.

BUCARAMANGA