Inicio Colombia ‘Tierra Grata Ecoturs’, el proyecto de turismo de excombatientes

‘Tierra Grata Ecoturs’, el proyecto de turismo de excombatientes

A algunos desmovilizados de las Farc, en el Cesar, les cuesta creer que, meses atrás, solo pensaban evitar las emboscadas de sus enemigos.

Sin embargo, para Germán Gómez, quien en sus tiempos de lucha armada se le conocía con el alias de ‘Lucas Urueta’, esas alusiones hacen parte del pasado, puesto que ya iniciaron una nueva etapa de transformación social, económica y cultural. Por ello, se esfuerza para convivir en paz con sus compañeros en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR), ubicado en la vereda Tierra Grata, corregimiento de San José de Oriente, municipio de la Paz (Cesar).

“Poco a poco estamos integrándonos a la sociedad, pretendiendo cambiar la guerra, por las páginas que hacen parte de los acuerdos de paz”, asegura Gómez, mientras avanza por los senderos y trochas que hacen parte de la ruta ‘Tierra Grata Ecoturs’, un proyecto productivo basado en el turismo, liderados por 20 excombatientes, donde propios y visitantes pueden compartir el conocimiento y la historia de 53 años de lucha.

“La historia no se puede olvidar, porque eso es lo que garantiza de que ese conflicto que se vivió en Colombia no se repita”, explica Wilman Aldana, miembro de la mesa directiva del proyecto.

A pocos pasos del lugar, separado por una franja estrecha de árboles, se divisa la lavandería, formada por tablones de madera, donde frotaban las prendas militares.

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Ludys Ovalle Jácome

Esta iniciativa tiene personería jurídica, está legalmente constituida y, además, cuenta con el registro de turismo expedido por el ministerio del ramo, con el que pretenden concientizar sobre la protección del medioambiente y dar a conocer aspectos relevantes del conflicto y los acuerdos de paz.

“Queremos que conozcan a fondo las realidades, la magnitud de todo este proceso, que experimenten personalmente como fue esto de vivir en la selva, porque algunos medios de comunicación muestran un panorama diferente de lo que realmente somos”, agregó Aldana.

El campamento

Tierra Grata está ubicado a pocos minutos de Valledupar. La vía está pavimentada, pero la entrada al campamento está destapada.

La zona comprende cinco hectáreas de la finca ‘El Rosario’. A la entrada del territorio, se divisa un ‘kiosco social’ al que han denominado aula de recepción, un salón construido a base de madera, de 20 metros de ancho x 10 metros de largo, armado con el esfuerzo de todos, donde realizan charlas educativas, jornadas culturales y programan torneos deportivos para espantar los fantasmas de la violencia.

Las estructuras de sus viviendas son prefabricadas, y sus fachadas lucen pintorescas, con mensajes que narran su propia historia: ‘armando venceremos’, ‘somos la clase popular’, mientras que, en otros murales, hilvanan los pesares y recuerdos. ‘Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos’.

Cocinábamos con leña el sancocho guerrillero, hecho algunas veces, en gigantescas ollas de aluminio, y que hoy compartimos con la comunidad que nos visitan

En el espacio también se observa un amplio salón con tres mesas de billar, una pequeña tienda y un amplio comedor, donde los desmovilizados se integran con su núcleo familiar y la comunidad que los visitan.

El santuario histórico

A 500 metros de allí, se distingue el ‘santuario’ histórico de las Farc, formado por una decena de rústicos cambuches, construidos con aportes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), donde se aprecian varias camas con colchonetas y mosquiteros, que hicieron parte la vida cotidiana de aquellos días de confrontación, amasados, entre los olores de leña quemada que invade una improvisada cocina, hecha de barro y con varias orificios, a la que llamaban ‘rancha’.

“Cocinábamos con leña el sancocho guerrillero, hecho algunas veces, en gigantescas ollas de aluminio, y que hoy compartimos con la comunidad que nos visitan. Otras veces, preparábamos arroz con lenteja, espaguetis, papa, y agua de panela”, sostiene un excombatiente.

A pocos pasos del lugar, separado por una franja estrecha de árboles, se divisa la lavandería, formada por tablones de madera, donde frotaban las prendas militares.
También se aprecian el almacén, donde aseguraban los víveres; la enfermería, formada por una carpa plástica; el comedor y una pequeña sala, equipados con grandes mesas y sillas, donde impartían las doctrinas militares, tomaban cursos sobre diferentes temas y celebraban reuniones sociales.

Alcances del proyecto

La cosecha de este proyecto turístico comienza a dar buenos frutos, porque al lugar llegan frecuentemente una treintena de visitantes, atraídos por la memoria del conflicto y el desarrollo del acuerdo de paz.

Casi todos son estudiantes de historia, periodistas, administradores de empresa, sociólogos, abogados e investigadores. El 70%, viene a través de delegaciones universitarias extranjeras de México, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia, España y Alemania.

“Los europeos son quienes más nos visitan, quieren documentarse de la nueva cultura de paz y de nuestra convivencia social. Están interesados en conocer de cerca todo lo que atañe al conflicto armado, conocer todo lo que gira a nuestro alrededor para realizar su propio análisis de los hechos, ya que antes no podían hacerlo por tema de seguridad”, recalca Aldana.

Los turistas prefieren dormir y comer en el campamento. Las estancias son cortas, máximo dos días, pagan 120 mil pesos diarios por persona, equivalente a todos los costos que genera la permanencia.

“Es un proceso interesante. El tránsito a la vida civil de los miembros de las Farc. Todo el entorno me llamó la atención. Su historia, organización, todo el proceso que están viviendo después de los acuerdos de paz es algo que debe ser documentado”, comenta el francés Jules Lambert, estudiante de periodismo, que visitó recientemente el lugar y pudo conocer otra versión de la historia del país.
   

Ludys Ovalle Jácome
Especial para El Tiempo
Valledupar