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Tuve un hijo con el hermano de un hombre casado al que quise

Comenzaba 2006. Había vivido dos años fuera del país huyendo de lo mal paga que era mi profesión en ese momento pero, sobre todo, huyendo de un amor. En 2004 me fui con el corazón roto y nunca mire atrás. Había dejado ese romance de los 20 que te marca para siempre y, sin saberlo, a otra persona por la que nunca me imaginé que sentiría tantas cosas.

Durante esa ‘tusa’ me encontré en una calle de la ciudad donde nací a un hombre que siempre había sido amigo de mi exnovio y mío. Creo que se me notaba demasiado la tristeza porque de inmediato me preguntó qué me pasaba. Le conté que había terminado con mi novio porque me había cansado de sus infidelidades.

Como ya faltaban pocos días para que yo saliera del país, él me invitó a tomar algo. Ese día llovía mucho, nunca se me va a olvidar. Mientras conversábamos en su carro, él me contó que se iba a casar con su novia.

La noticia me sorprendió pero me dejó más confundida que inmediatamente después me dijera que yo le había gustado siempre, que había callado porque mi ex era su amigo y porque todos nos conocíamos desde hacía mucho tiempo.

No pensé mucho mi respuesta. A mí también me gustaba, pero ambos ya teníamos nuestras respectivas relaciones. Duramos un poco más de dos meses viéndonos. La pasamos como nunca. Dudo mucho que él se hubiera divertido tanto con su actual esposa. Estaba con ella porque era de los que pensaba que si la dejaba, ella no sabría qué hacer. Por mi parte, jamás tuve días así con mi exnovio porque él siempre estaba lejos.

No tuvimos sexo porque no hubo necesidad. Lo que vivimos y pasamos fue algo que aún con el paso de los años sigo recordando. Él me llegó a decir que si yo no me iba del país él no se casaba, y lo dudé, no lo niego.

Me gustaba muchísimo. Pero también pensaba, ¿cómo va a hacer eso? Así que tomé maletas y me fui. Desaparecí sin despedirme.

Me enteré de cuándo se casó y le deseé lo mejor. Confieso que algunas veces lo llamé solo para escuchar su voz. Pensaba en él siempre, pero mi vida ya estaba en otro país. Durante ese tiempo salí con un par de personas, pero no pasó nada emocionante.

Volví al país un 31 de diciembre. Unos meses después fueron las elecciones presidenciales y justo a la salida del lugar donde voté me lo encontré.

A mí no me tomó por sorpresa porque vi su carro afuera, pero el sí se asombró. Me miró, se me acercó disimuladamente, me apretó el brazo y preguntó cuándo había regresado. Me acuerdo de su reacción perfectamente. Sí que era real lo que sentíamos. Hablamos muy poco, me pidió el número de mi celular y empezamos a hablar otra vez.

Me gustaba muchísimo. Pero también pensaba, ¿cómo va a hacer eso? Así que tomé maletas y me fui. Desaparecí sin despedirme.

Salimos de nuevo, pero esta vez fue más intenso. Ya no era solo su amiga, me convertí en su amante durante cuatro meses hasta que ya no pude soportarlo. Él llevaba dos años casado con ella y no tenían hijos. Hablé con él porque nunca le vi intención de querer terminar su matrimonio y me frustraba vernos a escondidas. Con dolor le dije que hasta aquí iba eso.

Ya en esa parte de la historia había aparecido uno de sus hermanos. A mí no me gustaba. Era un ‘intenso’ que se parqueaba frente a mi casa, me llamaba y me fastidiaba. Decidí salir con él más forzada por la tristeza que por verdadero interés. No fue durante mucho tiempo, porque yo tenía de nuevo planes de vivir fuera del país.

Pero un día antes de irme me enteré de que estaba embarazada de él. Se me acabó el mundo.
Iba a tener un hijo del hermano del hombre que yo quería, que me movía el piso. Tomé ese avión huyendo de toda esta situación.

Nunca supe cómo se enteró su hermano. Pero en uno de mis regresos al país, recibí una llamada de él y de su esposa para felicitarme por el bebé. Durante ese tiempo en Colombia el papá de mi hijo me hizo la vida horrible. Era borracho y mujeriego.

Por obvias razones la relación con el padre de mi hijo, que en realidad debió ser el tío, no es la mejor. Era todo lo opuesto a su hermano: el típico “macho latino” que cuando me tuvo ‘amarrada’ con el embarazo, dejé de interesarle. Sí respondió por el bebé, pero no ha sido nada más que eso en todos estos años.

Y en cuanto al hombre que amo, adora a su sobrino y mi hijo lo ama. Cada año viaja a ver a su familia, pero ya jamás estoy presente. No quiero saber nada de esos dos hombres. Del uno porque es un irresponsable, y del otro porque siempre tendré algo en mi corazón para él.

Hoy vivo bien al lado de mi único hijo. Ahora llevo casi dos años de relación con alguien y hemos hablado de casarnos. Quizás haya encontrado lo que siempre busqué.

Ha pasado más de una década desde estos hechos. Muchas heridas ya se cerraron. Incluso, pude pedirle perdón a quien es ahora el tío de mi hijo. Me dijo que siempre me iba a querer, que el sentimiento era mutuo y que no me podía prestar para ser la otra. Me gusta siempre saber cómo está, pero evitó encuentros con cualquiera de las partes.

Recuerdo cómo durante mucho tiempo me juzgué con dureza por mis decisiones, mis acciones y mis impulsos. Pero ya todo es parte del pasado. Hoy, por fin, he entendido que ese fue el destino y que esa es mi vida.

(Esta historia se publicó originalmente en diciembre del 2018)

KATHERINE