La animación vive un buen momento en el cine colombiano. A finales del año pasado, se estrenó la primera película de este género, dirigida por una mujer, El libro de Lila, de la caleña Marcela Rincón.
Ahora se lanza Virus tropical, la ópera prima del también caleño Santiago Caicedo, después de un importante recorrido en festivales como Berlín, Bafici y el festival de animación de Los Ángeles.
El referente inmediato es la hermosa y contundente producción iraní Persépolis, de Marjane Satrapi. Ambas cintas se basan en novelas gráficas y autobiográficas de mujeres y optan por el blanco y negro. Si bien el tema político no es algo que aborde Virus tropical, como sí lo hace la iraní, la realización colombiana logra su cometido por su sinceridad y laboriosidad.
Virus tropical recoge la vida de Paola desde la niñez hasta la adolescencia, a través de cuatro edades. Es como una especie de Boyhood de la animación por el tono personal y directo y porque vemos concebir, crecer y madurar a su protagonista.
Paola Gaviria, historietista e ilustradora colombo ecuatoriana, más conocida como. Power Paola ha tenido mucho éxito con la novela sobre su vida publicada en 2009.
Para el filme realizó la increíble cantidad de 5.000 dibujos originales y también se encargó de la dirección de arte y del diseño de personajes. Todo ese trabajo se nota y define la singularidad de la obra.
El director, Santiago Caicedo, cuenta que fue difícil sintetizar los 12 capítulos de la novela de Paola. Para él, el estilo de los dibujos de Gaviria es primitivista, crudo y sin ninguna pretensión.
La película es el resultado del cuidadoso trabajo de un grupo de artistas plásticos y dibujantes. Ellos supieron imprimirle encanto y calidez al filme.
Virus tropical cuenta la historia de una familia de clase media durante los años 80 en Quito (Ecuador) y los 90 en Cali (Colombia).
A través de Paola conocemos el mundo familiar, casi exclusivamente femenino, los cambios y conflictos, la relación entre hermanas, el bullying escolar y el despertar sexual. Es muy fácil para el espectador identificarse con los personajes y situaciones.
El proceso de la cinta tomó cinco años y lo mejor, sin duda, es su cualidad artesanal. Además de su fresca y personalísima narrativa y su ritmo ágil.
Para destacar también, las hermosas texturas del mar, del agua y de los paisajes, el movimiento de los fondos, las sombras, y el gran cuidado a todos los detalles.
Da gusto seguir cada escena, por ejemplo, las imágenes de la telenovela, la ternura de Paola bebé y la adorable interacción de sus muñecos cuando cobran vida..
Martha Ligia Parra
Columnista y crítica de cine
