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Crítica de ‘Arde Madrid’: Paco León invade la España franquista con su revolución sexual

Vemos un retrato de Francisco Franco. La cámara cambia de foco y en el reflejo nos encontramos con Ana Mari (Inma Cuesta), que esgrime un rudimentario consolador de piedra. Ese gag visual define perfectamente las intenciones y la esencia de ‘Arde Madrid, la serie creada por Paco León y Anna R. Costa que rememora la época en la que Ava Gardner residió en la capital española.

Ava Gardner es agasajada con un pavo a la salida de una corrida de toros

Ava Gardner es agasajada con un pavo a la salida de una corrida de toros

Quemando la ciudad

‘Arde Madrid’ está ambientada en el año 1961, una época definida por los primeros intentos de aperturismo por parte de la dictadura franquista, que promovieron una bonanza económica tras años de estancamiento. Sin embargo, la represión social seguía siendo una constante, aunque esa falta de reconocimiento de derechos tuviera algunas ventajas para las celebrities extranjeras, como la inexistencia de la libertad de prensa. Esa particularidad atrajo a personalidades como la protagonista de «Mogambo», que campó a sus anchas por la urbe madrileña, entregándose a sus vicios sin ningún tipo de pudor.

La serie de Movistar+ le da un giro a la historia e introduce elementos de espionaje y thriller a una comedia pura. Tras observar los vínculos de Gardner (Debi Mazar) con círculos opuestos al franquismo, la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera decide vigilar a la actriz desde las entrañas de su hogar. Y es que los verdaderos protagonistas de la ficción son los componentes de su servicio doméstico, que, impregnados del halo de la rutilante y excesiva estrella, desatan sus deseos reprimidos. Así se da pie a situaciones realmente alocadas, que concuerdan y expanden el erótico festivo estilo que ya mostrara Paco León en «Kiki, el amor se hace«.

Manolo y Ana Mari surcan las calles de Madrid en una Vespa

Manolo y Ana Mari surcan las calles de Madrid en una Vespa

«El hombre propone y Dios dispone»

De esta manera se enfrenta a la opresión franquista con el despertar sexual de la sociedad española, representado sobre todo por Ana Mari y Pilar (Anna Castillo). La primera de ellas, una coja de gesto rígido, sigue ciegamente los dictámenes del caudillo, mientras que la más joven ha empezado a experimentar las bondades de un buen revolcón. En esa época en la que el hombre ostentaba toda la autoridad, el relato de estas mujeres, que se despojan de los manidos clichés de la mujer expectante o la madre sufridora, es una auténtica delicia.

En la otra cara de la moneda se encuentran los personajes masculinos, que logran reflejar el machismo casposo de la época sin rendirle homenaje. Mientras que Manolo (Paco León), híbrido entre pícaro español y emprendedor estadounidense, sí que se asemeja más a ese perfil obsoleto, pero abordado con descaro y carisma, Floren (Julián Villagrán) tiene otra perspectiva debido a la esquizofrenia. Independientemente del género, los cuatro personajes mencionados se sumergen en el influjo de Gardner, que les atrae con su irrefrenable fuerza de atracción sexual.

Por sencillo que parezca hablar de sexo hoy en día, cuando muchos tabúes han sido tirados por la borda, León y Costa lo hacen de una manera directa e inteligente, abrazando lo ordinario y costumbrista sin parodiarlo de manera condescendiente. Ahí radica el acierto de ‘Arde Madrid’, que imprime en sus personajes unos deseos universales, pero que rara vez se muestran con tanta visceralidad y pasión en ambos géneros.

Ana Mari junto a una compungida Pilar

Ana Mari junto a una compungida Pilar

El kiki definitivo

En los cuatro capítulos que hemos podido ver la principal carencia que se puede apreciar es la simpleza de las tramas, que se inician y resuelven en cada episodio sin demasiados alardes de profundizar en ellas. Ya sea el robo de unas bragas o el mercadeo con productos clandestinos, los segmentos narrativos que impulsan el relato se desarrollan con agilidad, sin mayor importancia. Lo cual no significa que el contenido de los capítulos no sea interesante, si no que quizá el apartado visual es el que más nos aporta. Porque esos gags, como el que mencionábamos al comienzo, son los verdaderos detonantes de carcajadas, a la vez que contienen el espíritu crítico con respecto a la época que retratan.

Los diálogos también son elocuentes y tienen gran ritmo, materializado por un reparto muy bien dirigido, en el que también destacan Osmar Núñez y Fabiana García Lago como el matrimonio Perón. Gracias a esas virtudes, ‘Arde Madrid’ se adapta con soltura al nuevo estándar de las comedias de media hora, y deja su sello distintivo con su apuesta por la autoría sin filtros. Buena muestra de ello es el recurso de rodar en blanco y negro, que dota a la serie de una belleza clásica acorde con el aura de Gardner. Y como ya hiciera la actriz americana, Paco León clama por la liberación emocional y sexual del individuo, en un tiempo en el que estamos dudando sobre si retroceder o avanzar a la supresión definitiva de la autocensura.