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Crítica de ‘Con amor, Víctor’ (T2): Vuelve más valiente y madura pese a sus limitaciones

La primera temporada de ‘Con amor, Victor‘ fue víctima de la esquizofrenia que a veces padece Disney. Encargada en un principio para Disney+, la serie fue considerada «demasiado madura» para la plataforma y dio el salto a Hulu, donde se convirtió en una de sus series más vistas. Paradójicamente, la ficción ha acabado viéndose en Disney+ fuera de Estados Unidos, escenificando el sinsentido de la decisión inicial.

Al final, resultó que la serie era una blanca historia de adolescentes con una trama homosexual que no escandalizó a nadie y, si llegó a funcionar, fue por la cuidada construcción de los personajes y un acertado casting para interpretarlos.

Tras una primera tanda de capítulos de autodescubrimiento personal, ‘Con amor, Victor’ acabó con el personaje principal, Victor Salazar, confesando su homosexualidad a sus padres. Ahora, la serie regresa con una segunda temporada mucho más sólida, escrita por fin para el público al que quiere dirigirse, y a la vez mucho más valiente.

La segunda temporada de 'Con amor, Victor' aborda el conflicto con sus padres tras salir del armario

La segunda temporada de ‘Con amor, Victor’ aborda el conflicto con sus padres tras salir del armario

Lejos quedan ya las nubes de algodón de ‘Con amor, Simon’, la película que inspira a la historia pero que cada vez tiene menos que ver con la serie. ‘Con amor, Victor’ toma una serie de decisiones sobre la aceptación de la homosexualidad en una sociedad en teoría abierta y tolerante como se supone a la cultura occidental del Siglo XXI.

Y, sin embargo, aborda toda una serie de tramas que están ahí y pocas series han decidido atacar a la vez: la homosexualidad en el deporte, la aceptación por parte de los padres, el mundo gay y la plumofobia, el «es demasiado pequeño para entenderlo», el sexo gay y la primera vez, la Iglesia Católica y el universo LGTB, es Islam y el universo LGTB… ‘Con amor, Victor’ no se corta a la hora de abrir heridas en el colectivo. Bien es cierto que apenas hurga en ellas, no es el tono de la serie, pero sí se presta a tratarlas todas, que ya es bastante más de lo que se puede decir de muchas otras ficciones de nuestro tiempo.

Lake y Felix continúan siendo unos auténticos robaescenas

Lake y Felix continúan siendo unos auténticos robaescenas

Mención especial merece en esta segunda temporada Ana Ortiz, que interpreta a Isabel Salazar, la madre de Victor y auténtico pilar de la mayoría de tramas. En contra de lo que se pudiera esperar, es ella y no su padre la que más dificultades tiene para aceptar la nueva realidad de su hijo. Ortiz vuelve a mostrar su versatilidad a la hora de dar vida a un personaje con demasiados pájaros en la cabeza que quiere y a la vez no puede ver a su hijo como lo que es.

Victor y compañía

Tal vez el mayor acierto de ‘Con amor, Victor’ es no ser una serie sobre un adolescente homosexual. Es una serie de adolescentes, donde uno de los personajes es homosexual. Una especie de The OC‘ moderno sin tanto pijerío ni tonterías superficiales.

Y, una vez más, es el resto del reparto y sus tramas las que dan sentido global a la serie. Aunque en algunos momentos peque de drama, la segunda temporada demuestra que aquí también ha sabido escuchar y evolucionar.

Rahim es un nuevo personaje de la segunda temporada

Rahim es un nuevo personaje de la segunda temporada

El personaje de Pilar (la hermana de Victor, Isabella Ferreira), por ejemplo, cambia completamente pasando de ser una oscura emo a una adolescente completamente alegre y funcional integrada en el grupo. Lake (Bebe Wood) y Felix (Anthony Turpel) continúan tan achuchables como antes pese a la profunda trama de la madre de Felix, interpretada por una brillante Betsy Brandt. Y Anthony Keyvan completa a la perfección el grupo dando vida a Rahim, un adolescente gay de ascendencia iraní que aún no ha salido del armario en su familia.

‘Con amor, Victor’ y el síndrome del streaming moderno

‘Con amor, Victor’ podría ser la serie adolescente de una generación. Como lo fueron ‘The OC’ o ‘Sensación de vivir’ para generaciones pasadas. Sin embargo, sufre el «síndrome del streaming moderno» en el que seis multinacionales compiten por sacar cuantos más contenidos posibles. Y, en lugar de series, empiezan a producir cada vez más productos que se parecen más a películas largas que a series de las de «toda la vida».

Y ‘Con amor, Victor’ es uno de ellos, con apenas una decena de capítulos de menos de media hora, el resultado final es más o menos una Liga de la Justicia de Zack Snyder en lo que a duración se refiere.

Y eso tiene sus inconvenientes: en una serie tan coral, con tantas tramas paralelas y tantos personajes, todo evoluciona más rápido que las notas de voz de WhatsApp a 2x. Y es una pena. Porque esta segunda temporada de ‘Con amor, Victor’ incluye historias que necesitan su tiempo para asentarse, para madurar y, por qué no, para disfrutar, y el a veces atropellado ritmo narrativo de tener que hacer evolucionar todo en menos de 300 minutos juega en su contra.