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La televisión pública catalana ignoró la masacre de Berlín y abrió su informativo… ¡con un reportaje sobre la sublevación de 1640!

La esquizofrenia del separatismo catalán recuerda la secuencia de una comedia protagonizada por Buster Keaton, en la que éste se afanaba en hacer castillos de arena en medio de un bombardeo. Cuando potencias como Alemania, Francia o Reino Unido no pueden hacer frente en solitario a la creciente amenaza islámica, resultaría desternillante pensar lo que le duraría a los yihadistas una Cataluña independiente plagada de musulmanes. Posiblemente menos que a una boa un lagarto. Pese a encontrarse Europa en guerra con el islamismo asesino, existe un pacto de silencio de la clase política catalana en relación con los problemas que ha traído consigo la inmigración musulmana, alentada indistintamente por gobiernos de uno y otro color. Sólo hay que salir a la calle y contemplar la realidad que les rodea. Donde antes habían fábricas textiles ahora se han levantado mezquitas; donde antes jugaban sus hijos, hoy rezan los musulmanes; donde antes paseaban sus mayores, hoy roban los ilegales; donde antes habían servicios sociales eficaces, hoy hay déficit de camas hospitalarias y de ayudas para los de casa.

Los analistas concluyen que «desde hace años, la comunidad musulmana catalana ha estado expuesta a la doctrina radical, difundida desde una red de mezquitas extendidas por las cuatro provincias. La progresiva aceptación de esta ideología extremista, unida al significativo aumento de la proporción de población musulmana, están provocando situaciones de imposición violenta de la ley islámica, tensión y conflictividad que, al ritmo actual, conducirán a la fractura social e incluso violenta».

Porque, ¿cuáles son los mensajes que reciben los musulmanes asentados en Cataluña desde los sectores radicales? Desde los llamamientos a la yihad hasta el odio a Occidente, la discriminación de la mujer, el desprecio de los cristianos, la aplicación de la sharia, la implantación de tribunales islámicos, la prohibición de acudir y colaborar con la Policía, evitar el sistema judicial infiel.

Desde los servicios de Inteligencia se advierte que en Cataluña “se han organizado en grupos que se dedican a señalar a otros miembros de su comunidad y a amonestarlos cuando no cumplen con la ley islámica, la sharia, los preceptos islámicos o cuando, sencillamente, no se comportan según la ideología que profesan”. “Recurren a la intimidación y a la violencia cuando así lo consideran para imponer su orden y hacer respetar las directrices que dan sobre la vestimenta, el aspecto, la barba que deben mostrar los hombres, la educación que deben recibir los hijos de los demás… Son frecuentes sus amenazas y los actos de aislamiento hacia aquéllos que no les obedecen, llegando en ocasiones a protagonizar agresiones físicas”, añaden.

Todo ello debería hacer de Cataluña una de las regiones europeas más preocupadas por la cuestión islamista, máxime si se tiene en cuenta que el número de musulmanes en Cataluña crece casi un veinte por ciento en 4 años y suman ya más de medio millón. Como en la comedia de Keaton, los separatistas siguen haciendo oidos sordos a la amenaza que se cierne sobre los catalanes y continuan imperturbables con la paranoica tarea de dibujar castillitos en la arena en medio de la tormenta.

Con los informativos de todo el mundo pendientes de Berlín, donde un camión conducido por un refugiado paquistaní embistió contra un mercado navideño, matando a doce persona y hiriendo a más de cincuenta, la TV3 (televisión pública catalana) abrió su informativo nocturno con un reportaje sobre la sublevación de Cataluña entre los años 1640 y 1652 suponemos que de de cara a alimentar el sentimiento de agrevio entre la parroquia.

El número de musulmanes aumenta de forma imparable en Cataluña.

El número de musulmanes aumenta de forma imparable en Cataluña.

Como segundo tema del día, el procedimiento judicial contra la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, con profusión de opiniones en contra de su inhabilitación. La matanza de la capital de Alemania fue reducida a la categoría de suceso y por supuesto sin ninguna mención a la motivación islámica del crimen.

Como el resto de los medios informativos europeos, los medios informativos catalanes de titularidad pública prefieren que la llaga purulenta se siga extendiendo sobre su región a tener que dar la razón a la “malvada ultraderecha” española y anatemizar a un colectivo que consideran clave para avanzar en el proceso soberanista.

No sólo los medios catalanes simplifican y ocultan la amenaza real del terrorismo islámico. También la del resto de España, incluída la dominada accionarialmente por la Iglesia. Hace algo más de un año nos bombardearon día y noche con las imágenes del niño sirio que supuestamente pereció ahogado en una playa turca. En contraste, ni una sóla referencia visual de los niños franceses masacrados en Niza por un terrorista islámico.

Tras la masacre de ayer, la preocupación de LaSexta no eran los muertos y heridos, sino que el atentado aumentara las posibilidades electorales de Alternativa por Alemania y el Frente Nacional francés. Es decir, que maten a ciudadanos europeos y aumente la inseguridad en Europa es mucho menos importante que proteger la estrategia aniquiladora de Europa que ha sido puesta en marcha por la élite globalista.

Mientras los informativos de medio mundo llevaban horas informando de que el atentado había sido reivindicado por el Estado Islámico a través de una cuenta de Twitter en Irak, los medios españoles seguían ocultando la naturaleza islámica de esta nueva masacre. Si repasan hoy los titulares de portada de los principales rotativos nacionales comprobarán que no hay una sóla mención al ideario islamista del conductor del camión. Imaginen cuál habría sido la respuesta de esos mismos medios si el autor de la matanza hubiese podido ser identificado como un miembro de la llamada ultraderecha. Si a la luz de este ejemplo usted no repara en que el problema va más allá de la existencia de centenares de islamistas dispuestos a inmolarse y causar el mayor número posible de víctimas en Europa, entonces usted también pasaría a formar parte del problema, no de la solución.